5.(HC) tal vez la suerte no existe

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HARRY

XI

Harry escuchó por tercera vez a Oliver Wood, el capitán de su equipo, hablar sobre las estrategias que llevaría a cabo cada integrante. Prestó atención al rol de cada uno. Conocer y tener en cuenta lo que los demás estarían haciendo en el campo era necesario. También lo era tener ciertos lineamientos para su posición de buscador, aún cuando Harry tenía una especie de filosofía en cuanto al juego se refería. Creaba sus propias estrategias sobre la marcha. No hacía planes. Improvisaba en gran parte. Le había resultado bien hasta ahora.

—Nada de ser blanda con Diggory —le advirtió Wood a una de sus compañeras, Angelina—. Sí, te lo digo a ti.

—Creí que me lo decías a mí —se señaló George a sí mismo. Junto a su hermano gemelo, Fred, estallaron en risas, especialmente cuando este último hizo una imitación de una voz grave: «puedo ser todo lo que él quiera» .

Harry se preguntó qué le diría Wood si supiera que se había pasado toda la tarde del día anterior hablando con Cedric. Lo que sí le dijo a Harry fue que confiaba en él y un discurso de motivación para todo el equipo. Harry sabía que su posición tenía una especial importancia, siendo la que determinaba la duración del partido y en muchas ocasiones la victoria. No había dejado de darle vueltas a su conversación con Cedric y se imaginaba cómo se sentiría si, además de buscador, fuese capitán. ¿Cuánta presión sentiría entonces?

Los nervios que le solían entrar antes de cada partido lo invadieron como era usual. No le asustaban. Los consideraba una parte común de la experiencia. El sol lo cegó por un instante cuando entró al campo. Saber quién estaría allí le provocaba una pequeña punzada arriba del estómago.

Cedric se encontraba junto con el resto de su equipo.

Todos los jugadores utilizaban uniformes reglamentarios. A Harry le gustaba el suyo. No por los colores de Gryffindor, la buena calidad o el estilo del mundo mágico, sino por lo que representaban. Una pertenencia. Algo que le era propio. Mientras crecía, toda su ropa había sido de alguien más. Pensada para otra persona que no fuera él. La capa que llevaba tenía escrito POTTER en grandes letras y estaba orgulloso por ello.

Había visto los uniformes de cada equipo un millón de veces y, aun así, nunca les había prestado más atención que en ese momento. Debía admitir que Cedric se veía muy bien. El color amarillo destacaba bajo el día soleado, y el negro resaltaba sus brillantes ojos claros. Harry se dio cuenta de que probablemente no debería estar reparando en ese tipo de detalles mientras se acercaban al centro del campo.

—Que gane el mejor —decretó Oliver Wood al detenerse frente a Cedric.

Wood podía ser un líder nato y apasionado. Tenía una confianza ciega en Harry que a veces lo tomaba por sorpresa. Harry no tenía ninguna duda de que cuando dijo aquello se refería a él y a su equipo, Gryffindor. Se sintió incómodo. No solo porque Cedric estuviera presente, sino porque Harry no solía pensar de esa forma sobre sí mismo. O sobre nadie.

Cedric se mantuvo en silencio. Harry estaba comenzando a conocerlo. Sus expresiones. La leve tensión en sus ojos. Su pequeña sonrisa incrédula y el sutil movimiento de su cabeza. Todo lo que él no diría estaba contenido en su rostro. Cedric era tan diplomático. No mostraría su desacuerdo.

Ambos capitanes se estrecharon la mano.

Cuando cada uno se alejó caminando hacia sus lugares, Harry se acercó unos pasos a Cedric.

—Ambos somos buenos —murmuró lo suficientemente fuerte para que solo él le escuchara, y se acomodó su uniforme, sujetando su escoba con firmeza—. Buena suerte, Cedric.

El chico de mis sueños -HEDRIC (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora