8.(C) la ética de la lealtad

687 90 45
                                    

CEDRIC

XV

El pequeño momento en el que creyó que no era el único que estaba teniendo sueños extraños fue tan inesperado como la ilusión que emergió en su interior. En el fondo pensaba que tal vez habría alguna explicación para esos ojos que le acechaban, pero lo que Harry había escuchado en el campo de Quidditch no se parecía en nada.

Un recuerdo, le dijo que era. De su madre.

Uno mucho peor que simplemente ser observado. Cedric sintió escalofríos. Un impulso por abrazarlo, porque Harry se veía tan devastado que no podía mirarle. Cedric recordó cada vez que fragmentos de su madre se le aparecían por la noche y la inmensa tristeza con la que se despertaba, y sabía que no había punto de comparación. Pensó en cuánto le habría gustado que alguien le acompañase y poder compartirlo, como Harry había hecho con él.

Esa confianza era invaluable.

Tan pura que Cedric estuvo a punto de contarle sobre sus sueños.

No pudo hacerlo. «Harry, debo decirte que he estado soñando con tus ojos desde antes de que nos conociéramos» sonaba raro en tantos niveles que no podía identificarlos todos. Si no podía quitarse de encima la sensación de que debía de haber alguna razón, no podía evitar pensar que también debía de haberla por el hecho de que sus sueños parecieron volver a la normalidad con el pasar de los días.

No tenía sentido que se hubieran detenido.

O que hubiesen ocurrido en primer lugar. Cedric se debatía si se había tratado de un encantamiento: ¿quién? ¿cuándo? ¿por qué? Y especialmente ¿cuál? Porque no conocía ninguno capaz de provocar ese efecto, y había investigado tardes completas en la biblioteca. Mientras sus amigos estudiaban para los exámenes reales, él buscaría libros sobre la temática. E incluso cuando sí estaba leyendo para las clases, su mente divagaba.

—¿Qué significa si sueñas con alguien? —preguntó Cedric en una ocasión, sentado en uno de los sillones de la sala común junto a dos de sus mejores amigos.

Siempre se podía contar con Malcolm, uno de sus compañeros de habitación, para interesarse en cualquier (de verdad cualquier) tema de conversación. Era natural que fuese el primero que levantó la vista de su texto sobre el arte de la adivinación, con una inesperada sonrisa tonta en los labios.

Como si lo encontrara divertido.

—Significa que te gusta —respondió él con simpleza y dejó de lado su libro, interesado—. ¿Quién es la afortunada?

Sumamente interesado en el tema de la manera equivocada .

Cedric esperaba que su amigo se lo tomara con mayor seriedad, ya que era aficionado del ocultismo. Quizás tendría algo para decir que no hubiese leído ya. Y aunque sin duda no había leído sobre eso , no supo qué contestar.

No podía ser ese el caso. Tenía que haber otras opciones.

Para su suerte, Tam salió a su rescate.

—Depende de qué sueñas —musitó ella, interrumpiendo el trazo de su pluma.

—Digamos que... Sus ojos.

Esta vez Tam le miró.

Con una sonrisa.

Igual de tonta que la de Malcolm segundos atrás.

—Oh, caíste hasta el fondo.

Cedric negó con la cabeza y volvió a enfocarse en la tarea de la próxima semana.

XVI

—¿ES UN SUEÑO TERRORÍFICO?

Malcolm no paraba de tratar de sonsacarle información sobre la persona con quien soñaba. Cedric no sabía cuánto responderle. Podía ser usado en su contra. Le dijo que no lo era, pero que tampoco era ROMÁNTICO (como insinuaba). Malcolm se empeñaba en preguntarle qué sentía en sus sueños, si había tenido otros y, por supuesto, de quién se trataba. Cedric estaba casi seguro de que no era más que una de sus estrategias para que le contestara sin darse cuenta.

El chico de mis sueños -HEDRIC (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora