6.(H) ni sueños ni pesadillas, realidad

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HARRY

XIII

El ánimo de Harry estaba por lo bajo. Le dolía la cabeza. Detestaba estar en la enfermería. Nunca había buenos recuerdos en esa sala, y cada año se encontraba a sí mismo allí por los más diversos e inesperados motivos. Se sentía como una nueva forma de miserable en esta ocasión. Dormir era imposible entre las tormentas dentro de su cabeza. Había estado teniendo algo que se parecía a una pesadilla sin estar del todo entre sueños.

Los eventos ocurridos se repetían una y otra vez.

El partido. Los gritos y llantos. La derrota.

Incluso si hubiese creído que fuera posible recibir visitas terminado el horario permitido, Cedric sería la última persona que esperaría ver a esas horas de la madrugada. Y la única que mejoraría su humor tan rápido. Harry tuvo que enfocar la vista para reconocerlo sin sus lentes. Cuando se los colocó, reparó en la camiseta oscura de dormir que llevaba bajo su abrigo y en su cabello desordenado por primera vez.

Un mechón castaño claro sobresalía.

Se veía precioso.

Y apenado.

—Estaba convencido de que estarías despierto —Cedric se encontraba de pie al final de la camilla, mirándolo fijo mientras revolvía su cabello, y parecía como si un pensamiento lo estuviera divirtiendo—: Mi cabeza no está funcionando correctamente.

A Harry no le importaba que le hubiera despertado. De verdad que no. Esa tortura en la que estaba metido no podía llamarse soñar. No estaba seguro de si había pretendido ser gracioso o sincero cuando le respondió:

—La mía tampoco.

La pequeña sonrisa que Cedric le brindó casi hizo que valiera la pena hacer alusión a su estado mental. Harry se acomodó en la camilla, con la almohada contra su espalda, y Cedric se removió un poco en su lugar.

—¿Cómo te encuentras? —le preguntó finalmente, borrando cualquier intento de parte de Harry de ocultar sus emociones con bromas.

—Estoy bien. No me he lastimado.

—No me refería solo a físicamente.

Cedric lo miraba tan intensamente que sabía que estaba por mencionarle todo lo que había pasado. Harry lo habría oído por mera curiosidad de conocer su perspectiva de los eventos. Por escuchar las palabras que elegiría y su voz suave. Se habría quedado en silencio si tan solo pudiera escucharlo otra vez.

—No me has despertado —fue todo lo que pudo contestar. No quería mentir diciendo que estaba bien ni estaba seguro de que si quería hablar sobre ello—. No estaba durmiendo. No del todo. No realmente.

—¿Pesadillas?

—No sé si pueden llamarse de esa forma.

—¿Has estado soñando cosas extrañas?

La pregunta de Cedric sonaba cauta mientras daba unos pasos más cerca hasta que se hallaba justo a su lado.

—No es un sueño exactamente —intentó explicar Harry—. Supongo que es... un recuerdo. O eso creo. Se sintió muy real en el campo. Demasiado real.

Tanto que dudaba que fuese a poder olvidarlo alguna vez. Los gritos. Los llantos de su madre antes de morir con su nombre entre los labios como una súplica: «Harry». La angustia. El dolor y el amor. Lo había sentido todo como si lo estuviera viviendo.

XIV

Le contó a Cedric acerca de lo que había escuchado en el campo de Quidditch. Era algo que no le había confiado a sus amigos. No quería preocuparlos más de lo que ya estaban. Muchas veces Harry se encontraba a sí mismo incapaz de contarles ciertas cosas. No le gustaba hablar sobre experiencias de su infancia, su anterior escuela muggle o su vida antes de Hogwarts. No porque él no pudiera hacerlo, sino por la expresión en el rostro de las personas cuando lo escuchaban.

El chico de mis sueños -HEDRIC (1)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt