C35

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𝘿𝙤𝙨 𝙘𝙤𝙧𝙖𝙯𝙤𝙣𝙚𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙖𝙩𝙚𝙣 𝙘𝙤𝙢𝙤 𝙪𝙣𝙤

El castaño permanecía con las piernas envueltas alrededor del azabache, mientras que el alfa lo miraba con detención, y con algún tipo de incertidumbre, porque no sabía si volvería a pasar lo mismo que la última vez y Taehyung terminaría olvidándolo todo. Que todo sea una simple ilusión pasajera. Sus pensamientos fueron callados por el aroma penetrante que estaba emanando del omega, y por sus ojos azules que desmerecían el color de las aguas cristalinas del lago, o el azul profundo del cielo detrás de su rostro. En ese momento nada importaba, nada más que las palabras que el omega acababa de pronunciar. El mundo se silenció en ese preciso momento, solo estaban ellos dos.

El color de sus ojos no parpadeaba, su aroma no se alejaba, estaba ahí. Su lobo había regresado, y el alfa esperaba que no se volviera a ir. Y justo ahí, sosteniéndolo entre sus brazos supo aquello que lo intrigó del omega desde el primer día en que lo conoció, su segundo aroma.

Flor de Aritza, la flor de la familia real, que se había extinguido cientos de años atras, incluso antes de que el reino se formara. La leyenda de esta flor, según las escrituras del antiguo reino, cuenta que está contenía un poder tan inmenso entre sus pétalos, que era codiciada por cualquiera que supiera de su existencia, retraída en las profundidades del bosque. Nadie sabía que límites tenía dicho poder, o si realmente era cierto lo de su existencia. Se cuenta que esa hermosa flor, contenía un aroma tan embriagante que atraía como los cantos de sirenas, pero nadie nunca logró encontrarla porque aquella flor solo se dejaba ver por aquella persona que ella quería que le viera, la bestia.

Y Jungkook no entendía cómo sabía que ese era su aroma, o cómo comprendía la historia de aquella flor, pero simplemente lo sabía, tal vez no él, tal vez... era su lobo.

— Jung...— escuchó la voz débil del omega.— Yo... te...a...— y en un suspiro Taehyung se derrumbo en los brazos de Jungkook como una pluma ligera, llegando incluso a sumergirse totalmente en el agua antes de que el alfa lograra sostenerlo por completo.

— ¿Taehyung?— lo llamaba para mantenerlo consciente pero podía sentir como el cuerpo del omega yacía en sus brazos sin fuerza alguna, y el omega no le respondía.— ¡No!— salió del agua con el omega en brazos cargándolo de forma nupcial mientras la cabeza del omega colgaba en el aire, y sus brazos caían con ligereza a ambos lados.— ¡No por favor!

Jungkook corrió entre los senderos del bosque como si su vida dependiera de ello, era porque realmente, su vida, dependía de ello. Salió de entre los enormes árboles con el corazón en la mano, o mejor dicho, el corazón entre sus brazos. Rodeó la mansión para así dar con la entrada principal sin tener que atravesar la misma.

— ¡Salgan del auto!— le gritó a dos de sus hombres cuando los vio a los lejos, los mismos intentaron acercarse al ver que Jungkook traía el cuerpo inconsciente del omega entre sus brazos— ¡NO, ALÉJENSE!

Y sus hombres no entendieron el porqué de su orden hasta que tuvieron al omega un poco más cerca. Su aroma, ese delicioso aroma que pondría de rodillas hasta al guerrero más fuerte de cualquier batallón. Dejaron instantáneamente de respirar y obedecieron la orden de Ahmed, alejándose lo más que pudieron. Max salió de la mansión al escuchar los gritos.

— ¿Ahmed, que pas-?— se detuvo de golpe cuando sus fosas nasales fueron invadidas por aquel aroma, si Jungkook tuviera el poder de leer pensamientos todos ahí estuvieran condenados a muerte.

El alfa subió a Taehyung a la parte de atrás del coche, y luego rodeó el mismo para subirse al asiento del conductor. Condujo como si el fin del mundo estuviera detrás de él, como si la tierra se lo tragaría si bajaba la velocidad. Pasó una mano a la parte de atrás y sostuvo la mano del castaño que yacía sobre su pecho, la apretó, buscando darle fuerzas al castaño, o tal vez buscando darse fuerzas a sí mismo.

Cautivo | Kookv (omegaverse)Where stories live. Discover now