Un nuevo día

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El día acababa de amanecer, y Seiya ya estaba despierto, apenas había dormido, estaba sentado en uno de los escalones frente a la casa Sagitario, la casa había sido adaptada para que él, Shiryu, Shun y Hyoga pudieran dormir, todos seguían en la casa, sólo que él ya se había levantado, estaba perdido en sus pensamientos, cuando miró al frente y vio a Mu y Aioria subiendo las escaleras.

- Buenos días, Seiya, ¿cómo estás?, te has levantado temprano, ¿pasa algo? - le pregunto Mu

- Buenos días Mu, Aioria - Respondió Seiya con una sonrisa - Todo bien, ya no tenía sueño y me levanté, nada del otro mundo.

- Buenos días Seiya - Aioria se giró hacia él - Ayer fui al pueblo después de cenar, me enteré de que Marín había pasado por allí antes de desaparecer, por desgracia no pude encontrarla, una de las personas que la vio me dijo que buscaba a alguien, pero no supo decirme a quién, perdóname, Seiya, pero es la única noticia que tengo, quiero que sepas que no me rendiré hasta encontrarla.

- Gracias, Aioria, estoy seguro de que no te rendirás, yo tampoco me rendiría, ¿verdad? - Seiya le guiñó un ojo y sonrió como si supiera algo, las mejillas de Aioria se pusieron rojas

- ¿De qué estás hablando?" respondió Aioria con desgano y miró a Mu, que seguía sin entender su actitud.

- Bueno, iré a ver si se ha levantado alguien más, así podremos apresurar nuestra partida -dijo Seiya alegremente.

- Seiya, pareces entusiasmado con todo esto, quién diría que ayer te veías tan abatido, ah, pero es bueno verte así, este descanso te hará bien y te dará ánimos para buscar a tu hermana - le dijo Aioria feliz a Seiya.

- Gracias, Aioria, lo he pensado bien y creo que este tiempo de descanso me vendrá bien, necesito ponerme las pilas para volver a buscar a mi hermana.

- Sí, quiero que sepas que si necesitas algo, aquí estaremos para ayudarte - Aioria puso una de sus manos en el hombro de Seiya, le tenía mucho cariño, lo vio crecer y realmente quería que fuera feliz - Seiya asintió y esbozó una gran sonrisa

- Gracias Aioria y Mu, aunque las batallas que hemos pasado han traído grandes pérdidas, también me han regalado grandes amigos - Seiya dijo emocionado y se despidió de ellos - Nos vemos pronto, despertaré a los chicos.

Mu y Aioria se despidieron de Seiya y partieron hacia la Sala del Gran Maestro, necesitaban ultimar algunas cosas con Atena antes de la partida a Japón.

- Mu, te he notado un poco preocupado, ¿pasa algo? - Aioria le miró, esperando una respuesta mientras caminaban.

-Algunas cosas me preocupan, sabes que tenemos que estar en guardia y la partida de Atena no era posible. Hablé con el maestro Dohko y me tranquilizó, sólo serán unos días, pero tengo otra preocupación...

- ¿Y cuál sería esa, Mu?

- Mantener a estos chicos alejados de Atena. Por lo que he visto, sienten un gran afecto por ella, especialmente Seiya... Será toda una tarea.

- Si, estoy de acuerdo contigo, Mu, ellos se conocen desde pequeños, como sabemos Atena fue criada como humana y por lo que Seiya me describió, vivir con ella fue difícil al principio, pero luego eso cambió y se unieron más que nunca, la amistad entre estos chicos y Atena ha sido fuente de grandes victorias, no creo que debas preocuparte demasiado, porque Atena estará en buenas manos, luego pensaremos en algo para alejarlos del Santuario.

- Tienes razón, Aioria, lo pensaremos más tarde, ahora vamos con Atena - Apuraron el paso, después de todo, Atena y los chicos pronto partirían hacia la tierra del sol naciente.

Saori ya estaba despierta, apenas había abierto los ojos, estaba ansiosa por partir, algo le decía que ese descanso le haría bien, "descansar", aunque tendría que arreglar muchas cosas relacionadas con Graad, pero eso lo estudiaría con Tatsumi en cuanto llegara a Japón. Saori ya casi no tenía ropa, en cuanto llegaron del templo de Poseidón se había deshecho del vestido que llevaba en ese momento, no quería recordar lo que había pasado, así que Mu le pidió a una de las chicas que la atendían que le proporcionara algunos vestidos. Eran vestidos ligeros, griegos, muy bonitos, aunque no estaba acostumbrada a ellos. Se puso uno blanco de tirantes finos, ceñido a la cintura y suelto desde las caderas hasta las rodillas. Para rematarlo se puso un cinturón y unas sandalias bajas y salió a tomar café y a hablar con Mu, que ya la esperaba junto a Aioria.

Más allá del amor humanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora