Algunos dicen que la curiosidad puede ser mala, de ahí refrán "la curiosidad mató al gato".
Pero otros, como San, no piensan así. La curiosidad puede traer cosas buenas, como un hermoso tritón.
•San: Top
•Yeosang: Bottom
•M-preg
•Mención de otros id...
Cinco días habían pasado desde la llegada de Yeosang a su departamento, cinco maravillosos y hermosos días.
San había convencido a sus padres de mandarle más dinero, le pareció extraño que no pregunten la razón, pero tampoco le importó tanto. En esos días, Yeosang usaba algunas de las ropas del menor y éstas le quedaban muy grandes, también usó los mismos pantalones azules porque ningún otro le quedaba, todos se resbalaban por sus piernas y aunque Yeosang quisiera solo usar una camisa no podía, era invierno, había frío después de todo.
-En serio me duele mucho.
-Por eso iremos a comprar nuevos.
San tomó la decisión de comprarle prendas al mayor, si iba a vivir con él, quería que esté lo más feliz y cómodo posible.
-¿No puedo ir solo así?
-No, hyung. Tienes que usar los tenis, prometo que no será por mucho tiempo.
Yeosang estaba sentado en la orilla de la cama mientras que San terminaba de atar las agujetas de sus tenis.
Yeosang abrió los brazos cuando San se posicionó en frente de él invitándolo a acortar la distancia y que lo cargase. El menor tampoco se hizo de rogar, tomó al ojigris de los muslos y éste se sostuvo de su cuello, ya era una costumbre para ellos este tipo de acciones.
Yeosang progresaba con sus piernas, a una velocidad lenta, pero lo hacía, ya casi no le temblaban las piernas y podía mantenerse de pie por más tiempo, pero seguía sin poder recorrer distancias largas sin que sintiera que en cualquier momento caería.
San levantó a Yeosang de la cama y lo llevó al mueble de la pequeña sala.
-¿De chispas de chocolate o de relleno de chocolate?
-¡De chispas!
San rio- No sé ni por qué pregunté- se adentró a la cocina y tomó un paquete de galletas del estante para luego volver por Yeosang.
San metió su billetera y las galletas a una mochila de la misma tonalidad que la cola que el ex tritón tenía. La había comprado especialmente para Yeosang, el menor tenía una mochila azul y el de hebras rubias quería su propia mochila y bueno, San le cumplía cada uno de sus caprichos, ese no iba a ser la excepción.
-Ten -el mayor se colocó la mochila lila en la espalda.
Posteriormente, San se arrodilló en el suelo viendo a la misma dirección que el ojigris. Yeosang no necesitó de ninguna palabra como la primera vez, subió a la ancha espalda del universitario aferrándose de su cuello y el menor lo sostenía de los muslos para no dejarlo caer.
-Centro comercial, allá vamos -dijo San levantándolo del piso.
-¡Allá vamos! -respondió emocionado Yeosang cuando el menor comenzó a caminar hacia la puerta del departamento.
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