Capítulo 28: Estoy seguro que no volverá

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Su beso fue tan brusco que apenas me di cuenta cuando estaba quitándome la camiseta, gemía muy locamente que hasta podía llegar a ser vergonzoso pero para ser sincera no me importaba demasiado ahora.

Su beso no había alargado más mientras recorría mi cuerpo entero, o al menos la parte de arriba muy sensualmente y volviendome cada vez más loca.

Sus dedos vuelan a mis jean, desabrochándolos por completo y deslizándolo por mis piernas. Cuando los tiene en sus manos los lanza a un lado viéndome a los ojos, a mí y a mi vergüenza que apenas se podía notar por el calor de mi cuerpo. ¿Realmente pasaría?

Ahora era el momento que Megan entraba y nos interrumpía, pero me di un golpe mentalmente y  recordé que estábamos en su piso sabía que nadie podía detener aquello más que él o yo, y no creo que él tenga planes de hacerlo. En ese caso, yo tampoco.

Gemí cuando sus besos empezaron a recorrer toda la curva de mis caderas, mordisqueaba esa zona, la recorría con su lengua y yo sólo podía retorcerme de placer. Era el puto cielo.

Lo sentía por todas partes, hasta ese metal en sus labios que apenas podía notarlo cuando me besaba. Sus besos me consumían tanto que apenas esa pequeña cosa la sentía, pero me encantaba como se estaba sintiendo en mi piel ahora mismo. Mi cuerpo se estremecía solo sentirlo.

Bruscamente tiró la almohada y las sabanas al suelo, la cama quedó ocupada sólo por nuestros cuerpos, tanto la urgencia de bajarle los pantalones chándal que el mismo término en hacerlo, como de costumbre o cómo debía imaginarlo sólo un bóxer color negro lo cubría, necesitaba que me calmara ahora mismo lo que estaba sintiendo.

Pude juntarlo a mi cuerpo cuando me dejó libre de las muñecas, su cuerpo se arqueó y encajó por completo encima del mío. Por un minuto cuando lo tuve de cerca pude calmarme hasta que comenzó a tocarme de nuevo. Sus manos no habían sido tan bruscas como lo eran sus actos, pero podía escuchar y notar como sus gruñidos y sus apretones de mandíbula lo incitaban hacer brusco en todo momento.

Cuando sus manos volaron detrás de mí espalda la pretina de mi sujetador voló, mis senos quedaron al descubierto delante de sus ojos y podía sentir todo mi cuerpo calentarse al momento que me miró de aquella manera. Lo ayudé a desaparecer esa cosa lejos de nosotros y lo atraje de nuevo hacía mí.

Una vez cerca, comenzó a torturarme mientras besaba la base de mis senos y bajaba de a poco. Nunca los tocó con sus manos o lo beso de manera profunda, así como lo hacía estaba perfecto.

Sus labios tomaron la piel de mi cuello ya cuando habían desocupado las de mis senos, me arqueo por completo comenzando a perder el control y me gruñe aferrando sus dedos a mi cintura cuando me besa el cuello. Sentía las vendas y sus dedos callosos recorrerme toda la piel y no había nada más que me gustara.

Cuando su cara quedó a la altura de la mía pude ver que sus ojos estaban llenos de mucho placer y algo de miedo, por un momento quise levantar la mano a su rostro para preguntarle porque veía eso en sus ojos pero me di cuenta que eso solo podía arruinar el momento. Y yo no quería eso.

El mismo desapareció las dudas en mi cabeza, de inmediato arrebató mi boca besándome brusca pero sensualmente.

Su mano derecha hizo su camino por mi abdomen y colándose por mis pantis, sentí toda mí respiración acelerarse.

Los contactos sexuales no eran lo mío, jamás había tenido uno de ellos, pero ahora que sabía cómo se sentía no quería que parara, quería que me enseñara todo.

Su mano no duró demasiado tiempo dentro de mis bragas, de hecho se tomó un tiempo algo desesperado para deslizar su mano pro mi espalda baja y deslizar con ella mis bragas descubriéndome por completo. Así, el frío de su tacto y el de la habitación se coló por mis dos partes privadas, o debería decir las tres partes privadas de mi cuerpo.

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