1:Lars

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       El día albergaba una atmósfera húmeda aquella mañana de cielo blanco sobre las montañas de Yukumo. En la aldea, todos se reunían despavoridos en la plaza rodeando a la jefa del lugar, sentada pacíficamente en un banco de madera como inmune ante la multitud escandalizada. Lucía un hermoso kimono rosado, tenía un elaborado peinado en su cabeza de cabellos negros pero de lo que más destacaba su apariencia eran sus orejas, unas orejas largas y caídas como las de un alce.
- Calmaos todos. - Ordenó ésta haciendo que todos callaran de golpe. - Uno a la vez por favor.
- Jefa... los rastreadores del gremio han confirmado la presencia de un Arzuros descomunalmente grande en las cercanías de la aldea, estamos en un grave aprieto. - Dijo uno de los hombres.
- No será un gran problema, convocaremos a algunos cazadores para que lo exterminen - dijo la jefa calmada.
- No podemos. - intervino una chica. - los mejores cazadores están cumpliendo misiones del gremio y no volverán en unos días, solo quedamos jóvenes inexpertos.
- Esto es grave. - Determinó la jefa sin perder su serenidad. - No sería sabio enviar a los cazadores jóvenes. Una bestia de ese tamaño sería claramente una grave amenaza, solo lograríamos perder hombres. Tampoco podemos contactar a otras aldeas, los guerreros tardarían en llegar y para entonces nuestra aldea habrá sido destruida.
- ¿Que hacemos Jefa? - dijo otro hombre.
- Tal vez... - dijo pensativa. - lo mejor será evacuar la aldea...

...
El joven caminaba muy agotado, llevaba caminando varios días buscando un lugar donde descansar. Tenía la ropa desgarrada y algunos arañazos producidos durante su viaje. Su cabello era enmarañado y castaño y sus ojos eran de color verde césped. Las gotas de sudor bajan desde sus mejillas y caían sobre su pecho empapando su estropeado traje.
De pronto escuchó el sonido de traqueteo de una carreta. Al fijar la vista al frente, por el camino que bajaba de la montaña, visualizó un carro jalado por una enorme ave de largas patas y pequeñas alas, plumaje color verde y turquesa la cual tenía un pico como el de un pato (una Garwa). La carreta era dirigida por un hombre el cual vestía el atuendo típico de la aldea Kukumo (Prendas al estilo del japón feudal con dibujos de aguas termales) y a sus espaldas varios felinos parados en sus dos patas (felyne) acomodaban las provisiones de las cajas y canastas.
El joven inmediatamente dio un salto y se interpuso en el camino de la carreta alzando ambas manos para detenerla. Ésta frenó bruscamente y el señor que conducía miró confuso al joven.
- Disculpe señor ¿Vive usted en Kukumo? - Dijo el muchacho.
- No es seguro ir a la aldea en estos momentos muchacho, será mejor que te marches. - Contestó el señor presuroso.
- Pero no tengo a donde más ir ¿podría indicarme el camino por favor?
- Muy bien. - Accedió el señor ante la suplica del joven.
Tras indicarle el camino hacia el lugar, el muchacho continuó subiendo colina arriba, ahora con mucha más energía que anteriormente. Llegando a la cima muchas otras carretas como la anterior pasaron por su lado e ignoró todas las expresiones de perplejidad de sus pasajeros al verlo y continuó hasta que finalmente dio con la aldea. Subió por las escaleras de piedra y siguió hacia adelante por la desolada plaza. Todas las casas estaban cerradas y las pocas personas que quedaban estaban empacando sus cosas.
Siguió caminando hacia adelante donde divisó a una hermosa dama sentada muy pacíficamente en un banco de madera apreciando la caída de las olas secas de un árbol de arce. Aquellas curiosas orejas le habían llamado mucho la atención, definitivamente no eran humanas, nunca antes había visto algo así.
De pronto... El peso de su larga caminata comenzó a hacer efecto. Su cuerpo se sintió repentinamente más dolorido, su cabeza comenzó a darle vueltas y ... justo en el momento en que sus ojos se cruzaron con aquella extraña ... se reventó en el suelo.
...
De pronto se vio atrapado en un paisaje en llamas. Varias casas estaban incendiadas y los gritos de muchas personas rondaban en el aire. En medio de aquel escenario pudo divisar frente a él un figura masculina cuya silueta se veía borrosa pero a diferencia de los alaridos que se escuchaban, el articulada potentes carcajadas, definitivamente estaba disfrutando con todo aquello que estaba pasando...
- Oye... - Escuchó decir a alguien
- Oye... - Era una mujer...
- Oye... ¿estás bien...?
El muchacho abrió los ojos de golpe y desorientado comenzó a mirar hacia los lados para enfocar su ubicación. Se hallaba sobre la comodidad de una cama. Estaba en una casa, al jusgar por el estilo estaba en una de las cabañas de Kukumo.
- Que bien, has despertado. - Escuchó decir a su lado.
Al mirar vio a dos mujeres atendiendo hacia él. Una de ellas estaba sentada junto a la cama mirando fijamente su cara, era la mujer de orejas raras que había visto anteriormente en la plaza. La otra se veía mucho más joven, parecía tener la misma edad del chico y utilizaba prendas de cazadora, tenía el cabello de un color rubio rojizo, de piel un poco bronceada por el sol y de ojos claros color miel. En sus mano traía unos frascos con cremas y líquidos medicinales, al parecer lo habían atendido.
- ¿Te encuentras mejor? - Preguntó la mujer del kimono.
-¿ Que pasó? - preguntó el muchacho.
- Te desmayaste así que te trajimos a mi casa y llamé a esta joven para que te atendiera. Al parecer estas muy mal alimentado. - Volvió a hablar la mujer.
- ¿Y dígame quien es usted? - Preguntó el chico justo cuando un ruido proveniente de su estómago retumbó en toda la casa.
- Jijijijiji - rió la mujer discretamente ante el sonrojo del muchacho. - Soy la jefa de esta aldea, y ella es Hana - dijo refiriéndose a la chica - ¿como te llamas niño?
- ... soy Lars... - Contestó el muchacho. - esto... ¿podría decirme porqué todos están abandonando la aldea?
- Ho, sobre eso..., hay una amenaza cerca, una bestia muy usual en estos lares que por lo visto es mucho más grande y peligrosa que otros de su especie.
- ¿He? ¿Que clase de bestia es? - dijo Lars sentándose en la cama de golpe.
- Hahaha. - Negó la jefa del lugar - Necesitas comer. Ven, acompáñanos al gremio.
Ambas mujeres lo condujeron hacia afuera de la casa y lo llevaron por una amplia escalera cuesta arriba para después entrar por una gran puerta. Un ardiente vapor golpeó al chico en la cara y entré aquel espeso gas distinguió una serie de piscinas termales esparcidas por todas partes y cerca de estas se habían ubicados algunos productos de baños. Al otro lado del lugar había un mostrador con varias personas allí sentadas.
- Buenos días a todos - Saludó amablemente la Jefa a los presentes. - encontramos a un joven desvalido en la plaza. Se encuentra sumamente hambriento, ¿creen poder ofrecernos algo para comer?
Lars se vio rodeado de lujosos platos de comida en cuestión de minutos y sin poder contenerse comenzó a comer como si su vida dependiera de ello. Devoraba muslos enteros de Garwa, masticós con furia los estofados de "banahabra", hizo desaparecer su ensalada de frutas en cuestión de instantes y finalmente se rellenó con una deliciosa bebida, que le ofreció un felyne, la cual tenía como recipiente un pedazo de bambú. Había sido la cena más elegante que jamás había tenido.
- Entonces cuéntanos, ¿de dónde eres? - Le preguntó la jefa con interés sentada a su lado.
- Soy de la aldea vecina. - dijo de pronto con un deje de tristeza en su voz. - Recientemente fue totalmente aniquilada. Yo soy el único sobreviviente.
- ¡Aniquilada! Cielos... esto es una noticia grave. ¿Que fue lo que pasó?
- Ocurrió un incendio.
- ¿Un incendio?, ¿lo provocó un monstruo? - dijo la jefa con asombro colocando su mano en la mejilla.
En ese momento Lars tuvo una momentánea visión del sueño que había tenido hacía solo algunos minutos atrás. La figura borrosa de un hombre que reía a carcajadas en medio de un paisaje en llamas regresó a su mente como una dolorosa migraña.
- De todas formas estoy más interesado en saber que está pasando en la Aldea. ¿Que saben de ese Monstruo? - dijo el joven cambiando de tema.
- Se trata de un "Aoshira" también conocido como "Arzuros", una criatura muy adorada en esta región. Los arzuros son osos azules que habitan en lugares húmedos en busca de comida. - Dijo La Jefa
- Y por lo visto este Arzuros es de un mayor tamaño según me ha contado.
- Así es. Pretendemos tenderle una trampa y envoscarlo por sorpresa. No nos arriesgaremos a oponernos a él en un combate ya que solo contamos con jóvenes un poco inexpertos, el resto de mis mejores hombres se hallan cumpliendo misiones en otras regiones y tardarán en volver.
- Pues... no tengo otro lugar a donde ir, me gustaría serles de ayuda, ¿que puedo hacer por ustedes?
- ¿Sabes luchar?, nos vendría bien una mano contra esa bestia. - Dijo la chica llamada Hana posándose a su lado. Lars no había reparado que en su espalda se hallaba lo que el creía era una especia de rifle rústico hecho de madera.
- Hana es la lider de esta operación. - Explicó la jefa. - ¿Podrías entregarle al chico algo de equipamento?
- ¡Si! - Dijo Hana enérgicamente.
Hana se puso en pié y salió del gremio seguida por Lars. Ambos caminaron por una calle de piedra entre varias casas hasta detenerse en una de ellas, se veía tan ordinaria como las otras.
- Esta es mi casa. - Explicó la chica y ambos entraron en ella.
Dentro de la casa Lars pudo apreciar una pequella habitación con una cama, un armario, una mini estantería y varios tablones con dibujos en su interior que parecían ser... toda una vida dedicada al estudio de las plantas y y pociones.
- Esto... - Dijo el chico pensativo mientras Hana rebuscaba uno de sus bahules. - ¿Te dedicas a preparar pociones?
- Eso no es importante ahora. - dijo tirando sobre la cama un conjunto sencillo para la caza con todo lo necesario como algunas dagas y pequeños bolsillos con bombas especiales. - ¿Seguro que sabes pelear?
- Mi padre era cazador, me enseñó todo lo básico aunque... nunca he cazado a un monstruo...
La muchacha lo miró con desánimo, como si tuviese pocas esperanzas de que Lars sobreviviera a la misión en la que se había alistado.
- De todas formas dime que tipo de amra se te da mejor, no tengo gran cosa aquí pero compré algunas cosas que todavía conservo de mis primeros días.
- ¿Tienes alguna espada?
- Solo esta katana vieja de adorno. - Dijo Hana tomando el arma de la pared o mejor dicho, menos que arma parecía un juguetito de niño culla hoja apenas medía 50 cm.
- ¿No tienes otra por casualidad...? - Dijo el chico en un vago intento de ganarse algo mejor.
- ¿Eres sordo? te acabo de decir que solo tengo esta espada, soy una artillera, a menos que sepas usar un simple fusil tendrás que apañártelas con esto. - Estalló Hana arrojando la espada a la cama. - Estaré afuera esperando, sal cuando estés listo. - y seguidamente se marchó.
Lars presenció la ropa que le había sacado por unos segundo antes de ajustar las prendas a su cuerpo. De alguna manera sentía algo de nostalgia, usaba trajes similares cuando entrenadaba con su padre aunque nunca tuvo que llevar ninguno a la acción. Una vez que se colocó la espada en la espalda se obserbó en el espejo. Pasó sus manos por su cara ya en condiciones de ser afeitada. luego su vista se crusó con el reflejo de sus propios ojos. De repente se vió a si mismo en el altiplando donde se hubicaba su aldea, crusaba espadas con su padre quien sin importar qué, siempre lo arrastraba contra el pizo. Era un hombre de sobresaliente barba con el cabello castaño sujeto en una cola de lobo cazador y con una sicatriz en forma de garra en una de sus mejillas. Su madre salía en ese entonces de la casa con una bandeja llena de dulces para ellos. Lars fue corriendo para recibir los panecillos con una gran mordida. Su padre se le unió y juntos comieron de la exquicités culinaria de su madre. De pronto otra mano a sus espaldas agarró uno de los panecillos de la bandeja y Lars crelló escuchar unas distorcionadas palabras que decían <<Yo también tomaré uno>>. Había alguien más ahí. ¿Quien era esa persona?, ¿Porqué estaba allí?, ¿Qué hacía con ellos?.
- ¡¡OYEEE!! - El rugir de un voz femenina lo hizo volver a la realidad. Al darse cuanda Hana le estaba dando gritos azomada desde la entrada. - Deja de estar mirándote tanto en el espejo como una princesita. Espabila de una vez, ya todos están saliendo del gremio ¡Nos vamos!
<<¿Princesita?>> repitió Lars irritado en su interior. << Me las vas a pagar>>.
...
El grupo de jóvenes no era tan variado como Lars había pensado, apenas eran seis si se contaba a sí mismo. Bajaban por el mismo camino en el cual Lars se había encontrado con el hombre de la carreta. Hana iba a la cabeza del grupo, parecía ser la persona con más carácter de todos los presentes. Detrás suyo se hallaba otra joven, de piel negra con cara de llorona que cargaba un enorme barril atado a su espalda, su compañero de arlado era un tipo muy grande y grueso, a Lars le costaba creer que tuviesen la misma edad. Portada un casco vikingo lo que lo hacía ver poco inteligente y en su espalda carga un bulto aún mayor de barriles viéndose como el típico fortachón de un grupo. Los otros dos integrantes eran dos gemelos, eran más bajitos que el resto y no parecían muy listos a decir verdad. Junto al grupo caminaban tres felynes que también cargaban unos mini barriles en sus espaldas sujetos con pañuelos largos. Todos esos barriles estaban bien cargados con pólvora, al parecer la idea era hacer explotar al oso, claro en caso de que ellos fueran los primeros en encontrarlo y no él a ellos.
Después de una larga caminata Hana ordenó que se detuvieran cerca de un barranco, se sentó en el césped, sacó un mapa de las montañas y lo examinó mientras todos se volvían a su alrededor.
- Bien... la última vez que fue visto el arzuros se hallaba en esta zona. - Dijo señalando un punto del mapa. - Nosotros nos hallamos aquí ahora - Dijo señalando otra zona más adelante. - Si el oso continuó su trayecto rumbo a la aldea no debería estar tan lejos de donde estamos ahora, pero si se desvió por esta otra zona entonces estaría por este otro sitio por lo que...
- Hana... - Dijo La chica con cara de miedosa con voz temblorosa quien miraba desde lo alto del barranco.
Todos se asomaron para apreciar lo mismo que ella y en un pequeño riachuelo apreciaron la intimidante figura de una gigantesco oso de unos 5 metros con un grosor significativamente alarmante.
- Ho vaya, parece que está aquí. Eso facilita mucho las cosas. - Dijo Hana con un alivio el doble de alarmante. - Ahora solo tenemos que preparar los explosivos, luego lo atraeremos hacia la trampa y detonaremos los barriles. En caso de que eso no lo mate por lo menos lo dejará algo aturdido, aprovecharemos ese instante para darle el golpe de gracia. También traje un tranquilizante por si las cosas se salen de control.
- ¿Qué? - Dijo Lars sin dar crédito a sus oídos. - ¿No sería más fácil utilizar el tranquilizante? y... ya saben, acabar con él de una vez en lugar de poner aún más nuestras propias vidas en riesgo?.
Todos lo miraron y sin tan siquiera hacerle caso comenzaron a minar el sitio. ¿Acaso a aquella gente le faltaba un tornillo o preferían hacer las cosas más difíciles?.
- ¿He, disculpa? - Le dijo la miedosa acercándose a él como si le tuviese lástima. - Al tratarse de una bestia poco convencional no estamos seguros si el efecto del tranquilizante será tan efectivo en ella por lo que el objetivo central sería debilitarlo con explosivos para estar más seguro.
- ha... comprendo... - Dijo el muchacho poniéndose completamente rojo, ahora era él el que se sentía como un completo idiota.
Una vez todas las bombas estuvieron listas Hana escogió a los mellizos para hacer de carnada y guiar al monstruo hasta aquel lugar. Lars en cambio estaría en la ofensiva junto con la líder y los otros dos estarían escondidos al no haber llevado ningún tipo de armas por el esfuerzo que conllevaba traer los barriles.
Desde lo alto vieron a los gemelos acercarse al oso de color azul, quien parecía tan centrado en los peces del riachuelo que no se percató de los dos muchachos sin embargo, tan pronto como se dio cuenta el mismo se abalanzó sobre ellos. Lars se preguntó si era posible que sobreviviesen pero se dio cuenta de que el arzuros ni siquiera los había tocado, antes de atacarlos ambos hermanos se habían disparadop a correr y ahora estaban muy por delante de este siguiendo con el plan a la perfección. Lars pudo apreciar desde la distancia como los diminutos ojos verdes del oso se tornaron rojos de ira y lanzó un estremecedor rugido al aire. Había escuchado muchas historias de que los monstruos tan pronto como veían a humanos sus primeros instintos eran atacar y matar. Todos afirmaban que los monstruos consideraban a las personas como sus enemigos mortales y aquella reacción por parte del oso lo demostraba.
Ciertamente Lars se asombró de la forma tan veloz en la que corrían los gemelos, muy sincronizadamente ambos trazaban un camino formando zigzags para evitar un nuevo ataque por parte de la bestia mientras esta los perseguía. Comenzaron a escalar colina arriba y el oso no tardó en imitarlos.
- Se aproximan. - Dijo Hana apuntando al área minada.
Una vez que los gemelos lograron traspasar todas las bombas el oso iba tras ellos haciendo temblar el suelo bajo sus pies y dirigiéndose justo en el lugar indicado. Visto desde mucho más cerca el oso era verdaderamente gigante, los gemelos debieron de haber tenido muchas agallas para poder bajar hasta allí y llamar su atención o bien eran muy estúpidos y el miedo no era algo que estuviera presente entre sus pocas neuronas.
- ¡AHORA! - Gritó Hana y disparó a una de las bombas.
La primera en estallar hizo reaccionar las otras al mismo tiempo desencadenando una potente explosión. Todos tuvieron que cubrir sus oídos a causa del estruendo producido.
- ¿Está muerto? - preguntó la otra chica del grupo.
Si había muerto o no era imposible determinarlo, todo el lugar había quedado cubierto por humo y todo lo que podían escuchar era un montón de ranas croar, al parecer la explosión las había alarmado.
- ¡Estén alerta! - Dijo Hana, entre sus cálculos la nube de humo no estaba prevista, hubiese sido mucho más efectivo subir a un lugar más alto para poder resguardarse.
De pronto escucharon algo muy grande arrastrándose por el piso, la bestia seguía viva. A juzgar por los pasos parecía moribundo pero una vez se deshizo el humo todos quedaron despavoridos al verlo apoyado en sus dos patas traseras alcanzando la totalidad de altura a la que correspondían sus 5 metros. muchas partes de su pelaje habían sido chamuscadas y varias quemaduras recorrían su rostro y costados pero parecía aún más imponente.
- ¡¡HUYAN!! - Gritó Hana.
Ella y Lars se quedaron allí frente al monstruo, al ser los dos los únicos armados del equipo serían los encargados de acabar con él.
- ¡Yo lo distraigo tú ve y lánzale el tranquilizante!. - Le gritó Lars desenvainando su miserable espada.
- No puedo, el frasco se me cayó y se rompió durante la explosión.
- ¡¡QUÉ!!
Ambos tuvieron que saltar en diferentes direcciones antes de que el animal se les viniera enzima. Era tan ancho que una vez que se interpuso entre los dos ni siquiera podían verse. El arzuros se veía mucho más interesado en Lars que en Hana y no dudó en apuntar sus garras contra él siendo obligado a arrinconarse contra la pared de la montaña. El chico asustado y totalmente seguro de estar frente a lo que generaría su último aliento no estaba preparado para ver lo que pasó. Sin saber como, Hana se había enganchado al cuello de la bestia la cual se sacudió bruscamente al percatarse de su presencia. La chica se aferraba con todas sus fuerzas mientras sacudía algo verde que tenía en su mano vertiendo un líquido sobre la cara del oso. Lars no tardó mucho en comprender de que se trataba aquello que sujetaba ¡¡Una rana!! y aquel líquido que expulsaba...
- No puede ser... - Dijo el chico casi como si se tratase de una broma.
Aquel líquido era la secreción renal del animal, según tenía entendido las ranas orinaban cuando se sentían amenazadas ya que sus secreciones producían ciertas irritaciones en sus atacantes. Ver a su aliada verterlo sobre la nariz, ojos y boca del animal lo hizo entender que la chica estaba nublando sus sentidos, era su oportunidad, no podía dejarla pasar. Sujetó firmemente la espada en su mano, se paró firme sobre sus dos pies y adoptando un postura de resistencia corrió hacia la bestia, una vez estuvo a unos pasos de ésta, giró sobre su propio eje con la espada sostenida hacia adelante convirtiéndose en una cierra humana, consiguiendo encestarle un golpe crítico en el abdomen. La criatura apenas pareció percibir el dolor pero no tardó en desmoronarse en el suelo húmedo produciendo un ligero estruendo en la tierra. Hana había saltado del cuello de oso antes de que este callera.
- Buena técnica princesita. - Le dijo a Lars lanzando la rana a un lado devuelta con los de especie. - lograste acabar con él.
- ¡Princesita!, ¿de nuevo? - Dijo el chico indignado.
...

La jefa de la Aldea y los miembros del gremio recibieron a los chicos con vítores y aplausos, los felynes allí presentes maullaban al son de su propia canción de victoria. Entre la comida y los festejos Lars se había saciado en aquel instante como nunca en su vida, ciertamente aquello que habían logrado él y sus otros cinco compañeros contra un monstruo de aquel calibre era una verdadera azaña.
- Querido Lars. - Dijo La jefa de la aldea tomando asiento a su lado. - Has hecho algo muy prometedor por nuestra humilde aldea, es un deuda impa... de hecho es pagable pero me gustaría hacerte una propuesta.
- Ugna popueffta - Dijo Lars con la boca llena de una gran porción de carne de Garwa. - ¿Gue eff?
- Me gustaría mucho como jefa de esta aldea que nos acompañases como un habitante más de nuestro querido hogar y que formes parte de nuestras grandes filas de guerreros. De hecho no son tantos pero me parece un trato más que justo. Hana me habló de tu asombroso movimiento con la espada, tal vez podamos pulir aún más tus habilidades con el tiempo. ¿Que me dices?, me parece un trato más que justo.
- ¿Que dijo Hana exactamente sobre mi movimiento? - Quizo saber Lars con una expresión desconfiada.
- ¡Ha cierto! - Dijo la jefa divertida. - Dijo que que ejecutaste una increible voltereta de princesita bailarina que logró matar al aoshira.
- ¿Que? - Gritó el chico nuevamente indignado.
- jijijij - rió la jefa de forma tonta y sin poder dejar de reirse dijo. - Incluso dijo que tu golpe no fue lo suficientemente fuerte como para acabar con el aoshira pero que el tan solo verte ante semejante revelación de identidad bastó para que se muriera por los ojos.
<<Maldita mujer>> pensó Lars mientras se mordía los labios. Bueno... de todas formas ahora tenía más cosas de las que preocuparse. Estaban dispuesto a aceptar la propuesta de la jefa puesto que no tenía otro lugar a donde ir, la verdadera vida de un cazador lo estaba aguardando.

Extras:
- La rana quedó traumatizada de por vida.

Monster Hunter : The Apocalypse Where stories live. Discover now