Capítulo Ocho

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Cuatro días para la revelación

Narra Liam:

Su respiración débil y constante hizo calmar mis pensamientos volátiles, la piel expuesta de sus clavículas me llamaba a dañar justo debajo de su cuello pálido, tenía el cabello desordenado de forma preciosa, justo como un ángel, sus manos delgadas se veían delicadas, adornadas por cicatrices nacaradas. Un ángel inconsciente en la alfombra de mi sala.

En cualquier momento despertaría, sabía que al abrir los ojos su corazón se aceleraría, bombeando sangre a sus extremidades, la adrenalina sería el siguiente paso, gritos y llanto por miedo, golpes de impotencia que evité inmovilizandolo.

Terminé de atar sus manos con fuerza, no para dejarlo así, solo para evitar hacerle daño.

Noté que su rostro hacía un gesto de queja, el dolor que le causé en su mejilla seguía vivo, palpitante con cada bombeo de sangre. Movió su cuerpo en pequeños espasmos flojos, abrió sus ojos de esmeralda que brillaron al reflejarse la luz del techo, no podía dejar de verlo.

-Mgh, Mgh -gimió como un pequeño animal atrapado.

Los sonidos ahogados que emitía su boca eran suprimidos por la tela que le coloqué rodeando la misma, sus lágrimas mojaban el suelo, estaba tan asustado que sus manos temblaban.

-Respira -dije acercándome a él, haciendo que este se moviera hacia atrás, arrastrándose como larva sobre un cadáver.

Me incliné para sacarle lo que le mantenía silenciado, un pequeño hilo de saliva se alargó hasta romperse.

-¡Ayuda! -gritó, sonreí por la pena que me causaba, un ser tan inferior y tonto, pequeño, bruto y débil.

-¡Auxilio por favor! -gritó mientras lloraba.

Debía mantener el orden, el silencio, nada podía perturbar mi paz y mucho menos Erick, animal repugnante.

Arremetí contra la boca de su estómago para dejarle sin aire. Mi pie golpeó exactamente entre las costillas; justo debajo del esternón que se escuchó crujir, no lo partí porque calculé con precisión la fuerza.

-Ya, ya p-por dios -dijo tosiendo mientras se acurrucaba sobre su estómago tratando de aliviar el dolor.

-No voy a secuestrarte -expresé mientras acariciaba su cabello desteñido. -tampoco voy a matarte -dije limpiando sus lágrimas con la punta de mi pulgar.

Erick rompió en llanto, un mar se extendía desde sus ojos hasta los míos.

-Solo quiero que trabajes para mi -expresé soltando el cabello de Erick.

Me incliné, él se alejó de mí, como si yo fuera algo asqueroso, sucio. Me insultaba, me daba asco.

-D-déjame ir, por favor -dijo con la voz suprimida, sin suficiente aire para fonetizar bien las palabras.

-Claro, puedes irte, pero, estoy muy seguro de que volverás, arrastrando tu sucio cuerpo como gusano rogando por mi ayuda, suplicándome por tí, por tu familia -expresé de forma seria.

-M-me quiero ir, estoy asustado -rogó mientras trataba de levantarse.

-Estás asustado porque no tienes algo más terrorífico con lo que compararme, solo espera que el mundo te empiece a dar la espalda y verás como te retuerces sobre tu montón de decisiones ingenuas -dije tomando su cuaderno de notas.

-Tienes talento Erick, me sorprendes -afirmé entregándole su cuaderno. Él mismo lo tomó y terminó de levantarse, caminó a la puerta lentamente, como si algo en su interior lo jalara hacia atrás.

DETRIMENTO BL/+18Where stories live. Discover now