Capítulo Once

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Dos días para la verdad.


El bramido de un camión que pasaba por la carretera le despertó de golpe. Un pequeño ciervo estaba oliendo su cuerpo, curioso por el extraño aspecto de esa criatura pálida.

—¿Qué pasó? —susurró.

Se llevó la mano a la cabeza, sentía que su cabeza estaba siendo presionada por la pata de un elefante. El dolor le hizo fruncir el ceño.

El ciervo berreó soltando humo gélido por la nariz. Saltó los pequeños arbustos esfumándose entre la vegetación

Erick miró su mano manchada de sangre; recordando lo ocurrido.

Sentía el corazón en la cabeza, y cada latido le causaba dolor intenso.

El lugar olía a tierra mojada. Las luciérnagas parpadeaban entre la oscuridad de la maleza.

Logró integrarse, se levantó tambaleándose por lo qué se sostuvo de algunas ramas para no caerse.  A lo lejos vió una figura sombreada, con un traje largo y un bastón donde apoyaba su mano.

Un rayo iluminó todo el sitio. El rostro del hombre estaba oculto por una máscara.
—¿Quién eres? —preguntó Erick.

El estruendo del trueno lo hizo saltar del susto. Pequeñas gotas comenzaron a humedecerle el cabello.

La figura comenzó a acercarse, moviéndose como si el suelo fuese completamente plano.

—Tú mataste a Mike —expresó Themis con voz gruesa.

—¿Themis? —preguntó Erick dando algunos pasos hacia atrás.

—¡Confiesa Erick, confiesa! —gritó tomándolo por la camisa.

—No estás muerto —dijo Erick con una sonrisa en su boca.

—Te burlas de su muerte, ¿disfrutaste desmembrarlo? —Rugió Themis golpeando el rostro de Erick con el puño cerrado—. Siente el dolor que le hiciste sentir, imbécil.

Erick se limpió la sangre que brotaba de su boca. Sus dientes se clavaron en su labio inferior.

—Mgh —gimió de dolor mientras presionaba su boca—. Themis, yo no lo hice.

—Mentira, Mentiroso, ¡imbécil, mentiroso, idiota! —gritó mientras lagrimas corrían sobre sus mejillas, el frío hacía visible su aliento que salía expedido con cada insulto.

Themis agarró a Erick del cabello. Tomó con su mano un puño de tierra.

—Te haré comer mierda, porque eso es lo que eres —dijo presionando con su dedo pulgar y dedo medio la parte blanda de las mejillas de Erick.

Erick chilló de dolor y sus músculos faciales le obligaron a abrir la boca por la presión.  Sintió el cúmulo de tierra llenarle la boca.

Las lágrimas comenzaron a salir. No podía respirar con libertad y Themis lo miraba con ganas de matarlo.

Themis le pateó el rostro haciendo que el menor terminara de caer al suelo.

Erick escupió la tierra húmeda  y respiró desesperado mientras trataba de alejarse gateando como un bebe.

—¡Aah! —gritó Erick al sentir su cráneo ser jalado con fuerza hacia atrás. Notó la barra de hierro que Themis colocó encima de su mirada.

Su boca se abrió para gritar pero sus cuerdas vocales fueron destrozadas por el metal. La cabilla de hierro oxidado le atravesó la faringe.

DETRIMENTO BL/+18Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum