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Muchas cosas pasaron desde el día en que salieron.

Lo principal era que al fin tenían más personal en el restaurante. Tres jóvenes fueron seleccionados: dos mujeres y un hombre, para ayudarlos con la clientela, así que podían tener un respiro de estar corriendo de aquí para allá.

La otra cosa era su relación. Se habían vuelto más cercanos y empezaron a compartir más sobre sí mismos y abrirse al otro; además de eso, recientemente se había estado sintiendo raro.

Empezó a ser más consciente de su presencia y acciones; de sus palabras y gestos; de lo que le gustaba y lo que odiaba. No entendía el por qué, pero comenzó a considerar la reacción que Dooshik podría tener si hacía esto y aquello, y cada vez que salía a comprar algo y se distraía viendo alguna prenda, pensaba en cómo le quedaría al más alto. Sumado a todo eso, se sentía nervioso cada vez que Kang se ponía demasiado cerca de él; era difícil mantener la calma porque desde que se hicieron más cercanos, inconscientemente hacían mucho skinship.

- Agh -. Cubrió su rostro con cansancio. ¿Qué era todo esto que estaba sintiendo? Demasiado complicado de entender.

- ¿Dan-nim, le ocurre algo? -. Una voz chillona lo llamó desde el frente. Era Juyeon, una de las chicas nuevas del personal; una mujer rubia y pálida de ojos grises. Sabía que era una universitaria, pero no recordaba su carrera.

Juyeon era extremadamente extrovertida, era lo que una persona llamaría como un golden retriever; a menudo solía entablabar charlas con los clientes y les sacaba una que otra risa.

Era una buena chica. Linda, buena y divertida.

– Mmh, no es nada. Por favor, no te preocupes –. Respondió sonriente, a lo que la rubia le lanzó una mirada inquisitiva y se fue.

Dan la vió limpiar las mesas; no es que no quisiera contarle, pero Juyeon tenía unos veintidós años y él casi treinta, así que preguntarle a una menor por una opinión o consejo no era precisamente cómodo...

Qué estresante.

– Como sea, ¿qué más hay por hacer? –. Revisó el itinerario del día; limpieza, reposición y reubicación de las mesas, nada más que ello. Apagó su mente y empezó a ordenar todas las cosas en el exhibidor.

Hace no mucho que habían empezado a vender uno que otro postre. No era particularmente que lo hicieran todos los días, solo ocasionalmente, pero cuando los vendían, las personas solían comprarlos todos casi al momento. Y eso que no eran pocos postres.

¿Quién hacía estos postres? Exactamente, Dan.

¿Por qué empezó a vender los postres? Porque Dooshik tenía un paladar dulce (para su sorpresa). El más alto probó un pequeño pastel que el rubio había hecho y quedó tan encantado que le pidió hacer una docena para venderlos. Dan lo hizo a pesar de sus dudas, pero para su sorpresa, fue un éxito.

Así que esa era la situación, a veces horneaba cosas dulces para la venta y todo se vendía rápido. Si funcionaba, estaba bien. No iba a cuestionar eso.

Se recostó en el mostrador mientras reflexionaba sobre con qué otros sabores podría experimentar cuando sintió los pasos de alguien acercarse. Agudizó el oído y alzó la cabeza al instante cuando supo quién era.

– Hyung, ¿qué haces? –. El rostro de Kang se acercó al suyo; su corazón palpitó con fuerza y sintió su cuello y rostro calentarse. Estaba demasiado cerca.

Ah, justo lo que trataba de evitar.

– Ah, yo... estaba pensando en los pasteles –. Desvió los ojos y se recompuso inmediatamente, alejándose un poco del alto.

Kintsugi || DanShikWhere stories live. Discover now