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"Es una persona muy famosa. No puedes tocarlo. "

Esas fueron las palabras que Jaeil le había soltado a través del teléfono esa mañana tras averiguar quién era la persona que lanzó a Dan al estado en el que lo encontró.

Joo Jaekyung, un nombre bastante reconocido en Corea y fuera de ella. El tipo era un boxeador talentoso, estúpidamente rico y con una reputación impecable.

Já, si tan solo supieran lo que se esconde detrás de la fachada...

Dooshik lo sabía muy bien, demasiado. Sabía que debajo de una máscara de conejo blanco siempre se escondía la hiena más feroz.

A pesar de lo que Jaeil dijo, le envío documentos, audios y fotos con las actividades "extra" del sujeto y sus preferencias. No hacía falta decir lo deformada que terminó su expresión después de revisarlo todo. Las manos le picaban de querer reventarlo.

¿Cómo es que alguien así vivía tan tranquilamente? ¿Cómo podía no pesarle la consciencia después de todas las cosas horribles que hizo?

Un rostro vago llegó a su memoria, pero detuvo la imagen antes de que se formara de nuevo. No quería recordarlo. No necesitaba hacerlo, después de todo, las secuelas de todo ese evento lo seguían perpetuamente.

Guardó los documentos para usarlos más adelante. La difusión no era su forma de operar, pero en este momento era la única opción que tenía para proteger a Dan y parar al tipejo por un rato, pero tenía que pensar bien lo que haría y las consecuencias.

Proteger a Dan, no sabía en qué momento ese pequeño hámster se había vuelto tan importante para él, pero definitivamente quería cuidarlo y darle el mundo entero.

Su Dan hyung, quien era excesivamente amable, que se reía libremente y cuyos ojos se hacían pequeñas lunitas cuando sonreía; su hyung, que lo consolaba y animaba en los días más agotadores, aquel que cocinaba cosas deliciosas y se burlaba de sus pobres habilidades. Sí, su Dan hyung, aquel a quien deseaba bajarle la galaxia solo para ver cómo brillaban las estrellas en sus ojos.

Caminó hasta su habitación y tomó el pomo con cuidado, abriendo la puerta muy despacio. La habitación del rubiecito era lo que él esperaba: ordenada, linda y cálida. Recorrió con la mirada el espacio que hasta no hace mucho estaba vacío; los estantes estaban llenos, no había nada de polvo en ningún lado, los cuadros colgaban en las paredes o estaban en mesitas y habían varios libros con las páginas marcadas para resaltar lo más importante. Tomó uno de ellos y lo abrió sin ver la portada. Era un libro de técnicas de respostería y tenía notitas pegadas en las esquinas.

"La crema es difícil de lograr ㅠㅠ."

"Es demasiado dulce; cambiaré la piña por algo más ácido.
Pd.: no funcionó, es horrible."

"Las fresas deben ser cortadas con un cortador con forma de coronita y estar frescas para que sepan mejor. El baño en caramelo se realiza después de la refrigeración corta."

"Este pastel le gustará a Dooshik ¡! ^^."

La última notita estaba sobre un pastel de chocolate amargo decorado con pedazos de cerezas y resaltada con muchos signos de exclamación. Tocó las letras con las yemas de sus dedos y empezó a sonreír de ternura, ¿cómo podía ser Dan alguien tan adorable? Colocó el libro en su lugar con una sensación cosquilleante en su pecho y se retiró a la puerta. Dió un último vistazo al cuarto y se encontró con los peces koi de la última salida.

Su pecho se infló de orgullo. Realmente lo guardó con él, eh.

Su camino a la sala se sintió como correr sobre nubes de algodón, peleando para llegar a donde el bajito estaba. Estaba emocionado y feliz, totalmente expectante de verlo. ¿Es normal sentirse tan ansioso por ver a alguien? No lo sabía en realidad, pero deseaba ver a Dan en ese momento.

Kintsugi || DanShikDonde viven las historias. Descúbrelo ahora