Despedidas (Parte I)

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 ~Capítulo 20

 

Desayunábamos silenciosamente. Ninguno sabíamos que decir, todo era muy raro. Sabíamos que pasaba hoy y no había vuelta atrás. Me había despertado por los dulces besos de Federico que me repartía por toda la cara haciéndome cosquillas. Después de estar acurrucados en la cama besándonos y riendo, me llamaron al móvil, era Alan diciéndome que me preparase porque era el día clave. Des de esa llamada Federico se había puesto más serio y ni siquiera había abierto la boca des de entonces.

Volví a mirar hacia Federico que estaba dando un nuevo trago a su café mientras miraba desinteresadamente un periodico, me intentaba esquivar, ni siquiera se atrevía a mirarme a la cara.

Bufe ruidosamente llamando la atención a Federico que solo subió un poco la cabeza para mirarme fríamente.

-¿Te pasa algo conmigo?-estallé harta de ese silencio-¿Tan mal lo hice?-dije refiriéndome a lo que habíamos hecho la noche pasada.

-No te entiendo Sarah, no pasa nada-respondió con la mirada en el periódico

-¡Mírame cuando te hablo!-me puse delante de él y con mis manos le cogí la cara girándola para que me mirase a los ojos.

-¿Qué quieres?

Lo solté y me senté en la silla más próxima, la cabeza me daba vueltas y no podía más.

-Eres un gilipollas-me levante y cuando iba a salir de la cocina Federico me cogió de la muñeca girándome hacia él.

-¿Por qué te pones así?

-¿Qué por qué me pongo así? ¿De verdad me lo estas preguntando?-reí irónicamente pero mis lágrimas que ya caían me delataban-Ayer me acosté contigo para que vieras que de verdad me importas y aunque me vaya a no sé dónde, ¡te seguiré queriendo! ¡Y tú eres tan imbécil de tratarme así como si no te importara porque sabes que me voy! ¿Siempre serás así? ¡Cuando te explique que me tenía que ir reaccionaste igual, dejándome de lado y ahora, que encima me entrego a ti, haces lo mismo!

Ya está, ya lo había soltado. Ya me había quitado un peso de encima aunque el dolor perduraba.

Federico no tuvo otra cosa que hacer que estampar sus labios con los míos, pero yo no tenía ganas que empezara con sus jueguecitos. Le empuje alejándolo de mí con rabia.

-¡Vete a la mierda!-después de esto corrí hasta su habitación para coger las cosas que me había traído para pasar la noche en su casa.

Metía la ropa con furia, quitándome cada lágrima que me salía. Lo noté detrás de mí. Me giré para verlo y pasando de él cerré mi maleta y fui hacia la puerta donde se apoyaba en el marco de la puerta.

-Déjame pasar-dije secamente

-No sin antes hablar, Sarah-me cogió de los hombros pero le quite las manos.

-¿Hablar de qué? ¿Para qué me vuelvas a pedir perdón y decirme que nunca me dejaras? Solo dices mentiras, seguramente cuando me vaya te faltara tiempo para encontrar a otra y así olvidarte de mí.

-¡Cállate ya!-me grito de golpe. Me entro miedo de verlo así-¡No sabes nada! ¿Cómo coño puedes decir que te voy a olvidar? ¡Joder! Intento hacerlo lo mejor que puedo ¿sabes? No quiero pasarlo mal cuando te vayas ¿es que no lo entiendes? ¡No eres el puto ombligo del mundo, yo también sufro!

Como dos gotas de aguaWhere stories live. Discover now