Comenzar de cero

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~Capítulo 23

-Despierta Sarah-oí que me decía Alan dándome toquecitos en el hombro, pero yo me revolví más en el asiento intentando coger una buena postura para poderme volver a dormir.

-Sarah, no te lo voy a repetir más veces, venga vamos ya hemos llegado.

Seguí sin hacer caso nada más por fastidiarle y de golpe sentí que una cosa fría caía por mi cabeza. Abrí los ojos de golpe. ¡Me había tirado agua en la cabeza!

-¿Cómo te atreves?-le dije casi gritando haciendo que gente nos mirara algo asustada por mi grito.

Alan no tuvo otra cosa que hacer que encogerse de hombros y reprimir una carcajada-Es que no te levantabas.

-¡No hacía falta que me levantaras así!

-Para que lo tengas en cuenta para otro día-y con estas, dio media vuelta para salir del avión.

-Recuérdame de matar a tu hermano-le dije a John mientras me limpiaba y me hacia una coleta ya que mi pelo había quedado empapado.

-Si quieres te ayudo-me dijo sonriéndome de medio lado.

-¡No conspiréis contra mí!-nos advirtió de golpe Alan mirándonos acusadoramente. No pude reprimir una carcajada.

Alan sin previo aviso me cogió de la mano y me atrajo a él para susurrarme al oído.

-Me gusta cuando sonríes-se apartó de mi dejándome tonta. ¿Qué había pasado exactamente?-Vamos, tenemos que firmar unos papeles de residencia o yo que sé, estoy harto de tantos papeles, que ganas de llegar a casa.

Llegamos a un mostrador donde nos atenderían y firmaríamos esos papeles que decía Alan. Antes de que nos atendieran, Alan cogió mi mano y me puso un anillo sencillo de oro dejándome descolocada.

-¿Qué haces?

-En teoría estamos casados, tenemos que hacer que estamos enamorados ¿sí?-dijo mientras él también se ponía otro anillo.

-Esto va a estar difícil-dije mientras me miraba el anillo con detenimiento.

-Que va, sígueme el rollo y lo harás bien.

Una mujer de pelo castaño, con gafas de botella y gordita nos vino atender con una sonrisa en la boca.

-Hello, Welcome to London-nos recibió la mujer

-Hola, somos españoles y bueno, íbamos a hacer los trámites para poder residirnos aquí-dijo Alan sin hacer caso que la mujer le había hablado inglés.

-Oh, ¡españoles!-dijo la mujer con acento andaluza-¿y que os trae para vivir aquí?

-Pues empezar de cero con mi mujer-dijo Alan mientras me sonreía y me cogía de la mano.

-¡Qué bonito!-dijo la mujer sonriéndome abiertamente-¿No sois muy jóvenes?

A ver, si, podía ser muy maja la mujer, pero ¿Qué le importaba a ella que pintáramos allí? ¿Le interesaba acaso mi vida?

-Si pero queríamos casarnos cuanto antes, también ha venido mi hermano con nosotros, haciéndome yo cargo de él-Alan saco unos papeles-aquí los tiene.

La mujer los cogió y se los miró rápidamente, como si no le importara lo que ponía dentro, los dejo a un lado, nos pidió los pasaportes y nos hizo hacer una firma en unos papeles para tener permiso de residencia.

-¿Trabajas Alan? Lo digo por la residencia-dijo la mujer.

-Si, en la empresa de mi tío.

Eché una mirada a Alan sin entender ¿trabajaba? ¿Su tío? Después íbamos a tener que hablar muchas cosas.

-Ah, pues pon la empresa y estará todo solucionado.

Alan acabó de rellenar unos papeles y después de que la mujer nos deseara mucha suerte con eso de “empezar de cero” nos marchamos cogiendo nuestras maletas.

Nada más salir del aeropuerto, mucha gente que llevaba los típicos papeles donde ponían en nombre de algunas personas para recogerlas, divisé mi nombre junto con Alan y John.

-¿Por qué ese hombre tiene nuestros nombres?-pregunte a Alan desconcertada.

-Pues porque mi tío nos ha venido a buscar, bueno, más bien su chofer-me respondió mientras andábamos en dirección a ese hombre.

-Me vas a tener que explicar muchas cosas Alan-le dije en tono amenaza.

-Tranquila, te lo contare todo.

Fuimos hacia el hombre que hablándonos en un inglés de acento cerrado-que apenas podía entender que decía-nos dijo que entráramos al coche que el tío de los hermanos Clawson nos esperaban-o eso es lo que llegue a entender.

-Voy a tener que hacer clases de inglés-dije apoyando mi cabeza a la ventana.

-¿No sabes inglés?-me pregunto John

-Sí que se, lo básico que te enseñan en el colegio pero, ¿Cómo voy a estudiar aquí si entiendo lo que me dicen a duras penas?

-Tranquila, te ayudaremos-dijo Alan sonriéndome.

-No me sonrías tanto y empieza a decirme de que va todo esto. ¿Trabajas? ¿Qué pasa con tu tío? ¿Por qué mierdas hemos venido a Londres?

Alan cerró los ojos y al abrirlos me sonrió otra vez.

-Alan, dímelo ya.

-A ver, para empezar, ya te dije porque hemos venido a Londres, por lo del idioma y tal, después, mi padre tiene otro hermano, aparte del padre de Federico con el que se lleva fatal y no se hablan des de hace años. Cuando supe que nos querían casar y todo eso lo llame y le rogué que me ayudara, me dijo que me apoyaría y que haría que trabajo en su empresa, cosa que será verdad, él nos proporcionó el apartamento donde viviremos y todo. Él me ha ayudado a que el plan siga adelante.

-Pues si que se tienen que tener asco los hermanos para que te ayude a ti a que no te cases, que ¡bueno! Te has acabado casando conmigo, que por cierto, esta me la guardo. Dentro de dos años, cuando cumpla los 18 y sea libre me divorciare contigo. ¡Y no esperes que me cambie de apellido, eso ni hablar!

-Puede que dentro de dos años no te quieras apartar de mi.-me dijo sonriendo de medio lado haciéndome ruborizarme.

-Ya te gustaría. ¿Me puedo quitar ya el anillo?

-Si tú te lo quieres quitar.-me dijo encogiéndose de hombros.

Me lo quite en un momento y se lo devolví.

-No tendrías que haberte gastado dinero por un anillo que no simboliza nada.

-Quería comprarlo por si acaso preguntaban. Estamos casados y sin anillo. ¿Un poco raro no?

-Lo que sí que es raro es que yo, con 16 años, me case para poder salir del país huyendo de un casamiento que en teoría tenía que casarme con tu hermano. Esto es de locos.

-Pues…si lo piensas si-dijo riéndose.

De golpe me acordé de mi móvil que lo había apagado durante el viaje. ¿Se habrían dado cuenta ya mis padres de mi huida? No tarde tiempo en volverlo a encender y que después de esperar 2 largos minutos (el móvil iba un poco lento) se encendiera del todo y que en la bandeja de entrada me empezaran a bombardear de mensajes, llamadas y hasta WhatsApps.

Abrí uno por uno. La mayoría eran de mi madre que me había llamado y otras de mi hermana mandándome WhatsApps diciéndome de todo menos cosas bonitas. Si, se habían dado cuenta que había huido. Vi uno que era de Federico, ¡me había llamado 14 veces! También tenía varios mensajes de él, en cuanto los abrí no pude aguantar emocionarme.

<<Sarah, por favor, llámame y dime que aterrizaste bien. No quería que esto ocurriera, fui al aeropuerto pero ya habíais embarcado. De verdad, te quiero. >>

<>

Mis lágrimas estaban a punto de salir cuando de pronto, una llamada salió. Oh mierda, la llamada provenía de, Federico.

Como dos gotas de aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora