Capítulo 10

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- ¿Todo bien? -le pregunté a Héctor en cuanto salimos de casa de Laetitia

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- ¿Todo bien? -le pregunté a Héctor en cuanto salimos de casa de Laetitia.

- Sí -afirmó él no muy convencido, parecía enfadado.

Carmen y yo no llegamos en un buen momento a casa de Laeti, ella insistió en que llegaríamos tarde, yo no las tenía todas conmigo. Me dio la sensación de que quiso interrumpir en casa de su amiga sin avisar para ver y comprobar con sus propios ojos si entre ella Héctor y ella pasaba algo. Y claro que pasaba, no eran nada, pero a la vez lo eran todo, todo lo que quizás a mí me gustaría tener con ella. Pero claro, no podía ser, Laetitia parecía haberse olvidado de mi existencia, ni siquiera me miró aquel rato que permanecimos juntos en su casa. Hacía como si no existiera y me jodía porque yo no podía dejar de mirarla. Carmen le estaba hablando, pero yo sabía que no la estaba escuchando. Su mirada estaba fija en el suelo, con los brazos cruzados y el morro torcido. Estaba enfadada, la forma tan genuina en la que no disimuló ni lo más mínimo, le dio todo igual, ella no estaba para tonterías.

- ¡Carmen, ya! -gritó Laetitia enfadada, acababa de perder los nervios ante las insistencias de mi novia -. Te he dicho que se me ha olvidado. Por favor, para ya de reprocharme que llegamos tarde. Son y media y no empieza ahora dentro de una hora. No llegamos tarde así que cállate.

Laetitia me dio un pequeño empujón al chocar conmigo y procedió a bajar por las escaleras. Héctor me miró negando con la cabeza y se marchó escaleras abajo siguiéndola.

- ¿Qué le pasa? -me preguntó Carmen.

- Yo que sé -me encogí de hombros -, pero está enfadada así que no le comas mucho la cabeza por favor -le rogué.

- Tampoco he sido tan pesada -se cruzó de brazos molesta.

- Sí lo has sido Carmen, le has repetido seis veces que llegábamos tarde. Suficientemente nerviosa tiene que estar como para que le metas más presión. ¿Te recuerdo cómo te pusiste tú hace dos días cuando estábamos en la ducha y llegó tu tía? -arqueé una ceja, ella negó con la cabeza.

- Amor, es que no he sido tan pesada. Y no es lo mismo, no nos compares. Mira como me ha mirado Héctor. Como si la culpa fuera mía -nos subimos en el ascensor mientras yo trataba de aguantar las ganas de largarme de allí y dejarla sola.

- Algo habrá pasado, Carmen. No puedes tener su vida bajo control. No sabes lo que le pasa, deja de buscar constantemente la aprobación de los demás. Es tu amiga, pero está harta de tu victimismo, joder. Es que no la dejas ser ella, eres tú, tú y luego tú. ¿Acaso le has preguntado cómo está? ¿Acaso te has preocupado del porqué se le había olvidado? No, solo te has centrado en ti, en lo que supone esa actuación para ti. Y, ¿ella? Ella forma parte de la actuación y así solamente la estás poniendo más nerviosa. Me estás poniendo nervioso a mí, imagínate como tiene que estar ella -le grité.

- Vale, lo siento. Estoy atacada de los nervios, quiero que salga bien. Joder, Marc -agitó los brazos. Se acercó con la intención de abrazarme, pero le rechacé el abrazo.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora