Capítulo 35

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— ¿A dónde vas con tanta prisa? —le pregunté en cuanto se levantó de la silla con rapidez.

— ¿Al baño? —rodó los ojos, negué mientras reía y pausé la partida.

Al llegar a mi casa lo primero que hicimos fue cambiarnos de ropa y ponernos a jugar un rato a la play. Se lo sugerí un poco con miedo, no sabía si iba a querer y fue un alivio verla asentir con la cabeza mientras sus ojos confirmaban. La noté ilusionada, no tuve que explicarle nada, ella sabía perfectamente jugar, cosa que me ocultó. Jugaba con Sergio y con su padre a diario y de pasar a pensar que iba a ganar yo a que acabara ganándome ella, fue el colmo para acabar desquiciado. Siempre fui una persona muy competitiva, me gustaba ganar y lo de perder no lo llevé muy bien que digamos. Y a ella le encanta picarme en estos casos y mi paciencia poco a poco se iba agotando.

— Anda no disocies, en esta te dejo ganar —entró en la habitación y me giré para mirarla.

Se me fueron los ojos, recorrí su cuerpo con la mirada perdiéndome en cada recodo. Llevaba solamente una camiseta mía blanca y unos bóxers que me obligó a dejarle. Se le marcaban los pezones debido al frío que hacía. Tosí nervioso y volví a centrar la mirada en la pantalla del televisor. Laetitia se sentó a mi lado con aquella sonrisa de satisfacción instalada en su rostro. Ella sabía perfectamente lo que me había pasado al verla y disfrutó del momento. Le encantaba verme perder la razón por ella.

Aquella misma noche no puedo decir que crucé la línea, porque no fue así, pero realmente yo sentía que le había fallado por así decirlo. Valentina solamente era una amiga de mi hermana, es cierto que estaba muy cerca y hasta me llegó a agobiar un poco. Fue justo en el momento en el que apareció Laetitia cuando más cerca de mí estaba Valen y evidentemente se malinterpretó. Solamente tenía ojos para mi Titi, ni siquiera el tiempo que estuvimos separados quise estar con alguien y mucho menos tener líos de una sola noche. Le guardé fidelidad sabiendo que ella estaba ahí, en algún lugar de Barcelona, mirando el mismo cielo que yo y pensando en nosotros. Fue como si en aquel tiempo separados todo se hubiera congelado menos lo que sentíamos. Que podían pasar los días, pero seguía igual, algo más claro, pero mentalmente todo fue caótico. Pedirle un respiro a la persona que quieres y no poder estar con ella para sanar y volver para dar todo lo mejor de ti, siempre pensé que sería la mejor opción, pero realmente no fue así. Se me hizo muy cuesta arriba y no los primeros días, fueron las semanas siguientes las peores, hasta me atrevería a decir que cuando se cumplió un mes desde que decidimos dejarlo, todo fue a peor. A ella la veía bien, me contaban que estaba bien y que estaba feliz pasando página. Y yo pensando en ella cada día hasta pensar en ir a su casa y pedirle volver. Y si no lo hice fue porque no quise invadir su espacio y que ella se sintiera incómoda.

— Paso —tiré el mando en cuanto me volvió a ganar —. Recuérdame que no juegue más contigo.

Laetitia se rió, dejó el mando sobre la silla y aprovechó para sentarse sobre mis piernas. Sus manos rodearon mi cuerpo y me abracé a ella. Apoyó su cabeza sobre la mía y le acaricié el brazo mientras escuchaba como los latidos de su corazón incrementarán el ritmo.

Plaies d'amour ▪︎ MARC GUIUWhere stories live. Discover now