Capítulo 2

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El funeral pasó junto a las peores penas que algún ser humano puede soportar, y sobre todo, entender. Homero destrozado aun seguía tirado en algún sofá de la casa, se negaba a subir a su habitación, Pericles y Merlina habían intentado, en vano, convencerle de que no era la mejor opción dormir para siempre en ese pedazo de cojines pero Homero no escuchó, y al parecer no lo haría jamás.

Eugene había llegado poco después de que Enid a la casa de los Addams, ambos aun seguían acompañando a la familia, sin saber muy bien como hacerlo realmente, pero en su mayoría trataban de estar presentes, de estar para lo que ellos necesitasen aunque para eso ya tuvieran a toda una fila de empleados a su servicio.

— ¿Quieres que te traiga algo?—la voz suave de Enid remueve de su asiento a Pericles pero inmediatamente niega, la rubia suspira y se sienta al costado de su amigo mirando a Eugene quien se encuentra frente a ellos— ¿Tú quieres algo?—pregunta al moreno.

— Yo quiero...—Eugene empezó a hablar pero se detuvo al ver la mala cara de Pericles.

— Quédate aquí.—susurra Pericles recostándose en el hombro de la rubia quien mira a Eugene levantar los brazos en señal de derrota— Solo un rato mas, luego iremos a donde quiera este idiota.—vuelve a susurrar, Enid se tranquiliza al escucharlo hablar, llevaba horas en las que solo emitía pequeños sollozos.

Se vuelven a quedar en silencio otra vez, a la mente de Pericles vuelven a invadir los pequeños recuerdos que había construido a lo largo de su vida con su madre, las lagrimas vuelven a empañar el hombro de la rubia quien trata de no moverse para no incomodar al chico, Eugene solo suspira mientras algo en la puerta llama su atención, la hermana mayor de Pericles se asoma levemente para luego marcharse; Merlina tenía planeado hablar con su hermano, tener un espacio para ellos a solas, pero por lo visto no lo iba a tener hasta dentro de mucho.

La morena camina por los pasillos de la casa tranquilamente mientras vuelve a oír su teléfono sonar, verifica de quien se trata y vuelve a colgar, a la persona que se le haya ocurrido mencionarle a Tyler lo ocurrido se iba a arrepentir, detestaba a ese tipo, le causaba repugnancia. 

— ¿Saldrás a algún lado?—era su padre, Homero, quien estaba detrás de ella con la camisa desarreglada y con un olor a alcohol insoportable— Deberías de tener amigos como los de tu hermano, míralos.

— Eugene no cuenta, y la otra no es su amiga.—dice tajante mientras vuelve a caminar— Y si tengo amigos, pero no son un puto lastre que se me pegan como ladillas.

— Deberían estar aquí, acompañándonos en nuestro dolor.

— ¿Para que no hagas mas que dar pena?—pregunta de mala gana.

— ¡Merlina!—el grito es de su hermano quien al parecer había salido por el pasillo junto a sus dos idiotas, nota como la rubia toma del brazo a Pericles y eso solo la hace sonreír, ¿Qué podía hacerle el inofensivo de su hermano?

— ¿Qué es lo que pasa?—pregunta, sabe bien que es lo que pasa, sabe bien que se ha pasado la ver a su padre quitarle la mirada pero no piensa pedirle disculpas, él se ha metido con ella primero— ¿Llevarás a tus dos guaruras para siempre?—Merlina da un paso hasta su hermano quien al parecer ya no es el niño pequeño al que podía espantar antes, al que retrocedía cuando ella avanzaba, en lugar de eso, Pericles da un paso hasta ella, retándola.

— ¿Vas a golpearme?—pregunta— No te tengo miedo, imbécil.—al parecer el romanticismo del reencuentro de hermanos había pasado, de nuevo volvían hacer los que se detestaban siempre, Enid volvió a poner una mano entre medio de los dos cuando vio como la morena se acercaba a su hermano.

— Yo creo que deberíamos calmarnos.—susurra, Eugene suspira al darse cuenta del error que ha cometido Enid, y vuelve a tomar aire cuando nota como la morena ahora camina directamente hasta Enid.

Serotonina Wenclair AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora