Capítulo 18

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Divina y Pericles se miraban desanimados, uno frente al otro, recostados sobre los sofás gigantes de la sala que intercomunicaba la cocina con el pequeño cine que habían montado los hermanos años atrás y que ahora lucia desolado, nadie decia una sola palabra, ni siquiera Eugene quien fue callado cuando intento decir en voz alta la idea de que quizá Merlina y Enid estuvieran juntas en algún lado; desde ese momento se había impuesto en silencio que nadie parecía querer romper.

Las horas pasaron, haciéndose insoportables para Bianca quien caminaba de lado a lado buscando que alguien dijera algo para que se largaran a dormir, no tenía interés en esperar la llegada de Merlina, estaba bastante grande y tenía aun a su padre vivo para preocuparse por ella en esas circunstancias, lo haría si le faltará un riñón, pero ahora no. Mira a Divina, sentada y cruzada de brazos, con la cabeza gacha sin regresarle la mirada.

— Son casi las tres de la mañana... —empieza a decir Eugene pero un chistido en forma de orden de que se calle lo interrumpe, viene desde el lado de Pericles, quien esta con el ceño fruncido y recostado sobre sus propias piernas ahora — No me chistes, idiota. —Eugene gira los ojos y se levanta del sofá.

— ¿A dónde vas? —pregunta Pericles.

— A dormir, ninguna de las dos se ha tomado la molestia de contestarnos el celular, además... —respira hondo — ¿Que más nos da a nosotros? Puede que esten juntas, como también puede que no lo estén, no son nuestras novias ni hija, ni nada por el estilo.

— Es mi hermana. —suelta Pericles de mala gana.

— Nunca te ha preocupado mucho que haga ella con su vida. —contraataca Eugene ya despreocupado de armar una pelea con su amigo, lo único que quería era dormir.

— También esta Enid, dijo que se quedaría en casa con nosotros y aprovecha la mínima oportunidad para marcharse a quien sabe dónde. —resopla.

— No nos debe ninguna explicación.

— En el caso de esa niña. —empieza hablar Bianca — Debió decir donde iba, es menor de edad, si algo le pasa será responsabilidad de ustedes. —dice tajante y Eugene gira los ojos.

— ¿Qué puede pasarle? —dice de mal genio.

— Por favor no digan escenarios donde puede morir una adolescente de dieseis años porqué les juro que me voy. —habla Divina después de mucho — Eugene tiene razón, de todas maneras, no entiendo que hacemos esperándolas despiertos.

— Pueden ir a dormir, me quedaré aquí hasta ver que Enid llegue a casa o recibir noticias de ella. —Pericles se cruza de brazos y se recuesta en el sofá dando a entender que no piensa pararse del lugar.

— Ves como no es de tu hermana de quien te preocupas. —suelta Bianca divertida mientras camina arrastrando a Divina con ella, Eugene camina adelante de ambas con paso desanimado dejando todos atrás a Pericles quien a su vez murmura algo que ninguna de ellas puede entender.

Las horas han pasado, haciéndose cortas para unos y demasiado lentas para otros, lo primero que Enid vio al abrir los ojos fue el torso aun desnudo de la morena casi sobre ella, la chica tenía la boca entreabierta y la respiración pesada, sosteniéndola firmemente por la cintura como si hubiese tenido miedo de que escapara mientras dormía, Enid echo un rápido vistazo sobre el hombro de la chica hasta el ventanal de la habitación, el cielo totalmente despejado y el sol apenas asomándose activaron todas las alarmas en su cabeza, empezó a sacudir a la morena tratando de despertarla y de apartarla de ella.

— ¡Ey! —tuvo que gritar para que la morena entreabriera sus ojos pesadamente y sonriera al verla, no pudo evitar sonreírle de vuelta — ¿Sabes que hora es? —pregunta aun sin poder borrar su sonrisa, la morena niega — Yo tampoco. —suelta una risa haciendo que la chica gire los ojos y empiece a incorporarse buscando entre las sabanas su celular, Enid hace lo mismo.

Serotonina Wenclair AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora