Capítulo 5

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—¿Entonces, hoy será nuestro último día aquí? —pregunta Enid saliendo del baño a Eugene quién estaba arreglando su ropa.

—Así es rubia, hoy la guerra termina. —una broma estúpida pero necesaria para aligerar el terreno con Enid, sabía que la rubia le iba a preguntar sobre el comportamiento de Pericles la noche anterior, y él no era para nada bueno mintiendo — ¿Quieres que te acompañe a tu casa o pasará por ti tu padre?

— Puedo ir sola, ellos piensan que regresaré hasta en un par de días, prefiero tomarme mi tiempo en el camino a casa. —suspira.

— Te acompañaré, si tu madre o Pericles se enteran que te fuiste por tu cuenta será mi cabeza de la que brote sangre. —dice sin pensar mucho en sus palabras, termina de acomodar su mochila y se la cuelga sobre el hombro — ¿Vamos?

— ¿Por qué Pericles se pondría así por irme sola a casa? —pregunta, de repente las palabras de la morena volvían a su cabeza, y junto a ellas todos los recuerdos encantadores que había conseguido en una sola noche.

— Ya sabes como es. —trata de disimular Eugene — ¿Dónde te fuiste anoche?

— Salí con... —se queda a mitad de la oración recordando que había acordado no contar eso a Pericles, y sabía muy bien que a Eugene no se le daban específicamente bien los secretos — Con nadie, fui a dar una vuelta. —sonríe.

— ¿No será que regresaste con tu ex? —pregunta el chico entrecerrando los ojos y cogiendo la maleta de la rubia para ayudarla a salir de la habitación, y ante el silencio de la rubia intuye que la respuesta es afirmativa — Dios, no puede ser que sigas cayendo, Ajax es un tarado.

— Ya lo sé, no estaba con él. —dice mirando a los ojos a su amigo, Eugene no le cree nada, solo se detiene a mirarla seriamente — Vino un momento, ya sabes como se pone de intenso. —resopla.

— Continúa. —ordena.

— Luego salió Merlina y le ordenó a la seguridad de la casa que lo sacará. —respondió con tranquilidad.

— A eso le sumo como máximo diez minutos, Pericles dice que te busco cerca de dos horas. —Enid mira a Eugene girando los ojos y luego suspira.

— Fui a comer algo con Merlina, ella me dijo que no le contara a Pericles porqué le pego la última vez que te llevo al hospital... —habla tan rápido como su boca le permite mientras ve como el chico ahora luce totalmente sorprendido.

— ¿Saliste con ella? —Eugene al parecer era sordo — ¿Solas?

— ¿Qué tiene de malo? Es la hermana de Pericles, no una asesina en serie. —Enid alza los hombros y camina junto a Eugene por el pasillo, ven a lo lejos a los dos hermanos y a su padre esperarlos para despedirlos — No le digas ni una palabra de esto a Pericles o me encargaré de tu maldita consola. —susurra antes de llegar a ellos.

— Y bien, la hora de partir. —Homero es el que habla mientras extiende sus brazos a los dos chicos — ¿Ya he mencionado lo geniales que son por acompañarnos en estos momentos? —pregunta con lágrimas en los ojos — Les estamos muy agradecidos, vamos Pericles, dales un fuerte abrazo a tus amigos. —Homero le da una palmada a su hijo para que este abrace primero a Eugene y luego, demorándose un poco más abrace a Enid, la manera en la que la toma de la cintura y la pega a su cuerpo hace a Merlina girar los ojos, Enid la mira y sonríe en el hombro del chico.

— Adiós. —Merlina interrumpe el momento tomando a Enid del brazo suavemente para despedirse, le extiende el brazo y le toma la mano, Pericles la mira con recelo mientras Merlina sonríe divertida, la morena también dirige el gesto a Eugene para luego darse la vuelta y empezar a caminar hacía la salida de la mansión. — El auto ya los está esperando, bueno los autos, uno para cada uno. —sonríe con satisfacción — Fue mi idea. —se enorgullece y mira de mala gana a Pericles.

Serotonina Wenclair AuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora