Capitulo 19 [Parte 3]

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Del otro lado escuché a los que parecían ser mi hermano y Julieta mantener una discusión algo infantil por ver quién abriría la puerta.

Al final, quién me abrió fue mi hermano. Se le veía distinto, con un aire nuevo. O tal vez era cosa mía ya que no lo veía desde hacía mucho tiempo. Tal vez eso me parecía por su aspecto, este sí había cambiado: ahora su cabello rizado fue reemplazado por un extraño cabello liso que me parecía incompatible con él. Como mismo su color se vio alterado: ahora tenía las puntas pintadas de un rojo bastante oscuro y chillón.

¿Qué?

─¿Te vas a quedar ahí? ─La voz de mi hermano me obligó a dejar de prestarle atención a su cabello.

Esto terminará mal, mija.

Negué con la cabeza, un poco nerviosa. Mi hermano miró a Gabriel con el entrecejo fruncido, y no supe porqué. Quizás se preguntaba qué carajos hacía un extraño en su casa.

Lucas abrió un poco sus ojos, como dándose cuenta de algo, para luego decir:

─Ah. Es tu novio, ¿No? ─Se inclinó hacia adelante, para hacer su mejor intento de reverencia ─. Yo soy Lucas, su hermano mayor. ¿Cómo la has soportado tanto tiempo? Mis más estimados respetos, chico. A esta niña no la han matado porque Diosito y yo somos muy grandes.

─No soy su novio, soy su mejor amigo.

Claro, tu familia es tan estúpida que no creen posible la idea de que un hombre y una mujer puedan ser solo amigos.

─Perdón ─se disculpó Lucas─. Digamos que siempre malinterpreto todo. Puedes pasar, estás en tu casa.

Solté una ligera risa, y luego mi hermano cedió el paso a ambos. Pasamos por la sala de estar, y me tomé un minuto para examinar la imagen del lugar. Unas figuritas de porcelana minimalistas decoraban la sala de estar y el pasillo que daba paso a la cocina.

En seguida en la cocina, una mesa llena de comida recién hecha me recibió. Como siempre, a mis padres no les gustaba quedarse cortos y prepararon una comida que daba para alimentar cuatro refugios de gatos y cinco orfanatos.

─¡Pero mira qué tenemos aquí! ─exclamó mi padre.

Se refería a mí, debía hacerlo, ya que a Gabi no lo conocía. Sólo habían hablado aquella vez casual cuando estaba enferma en el hospital.

Pasé mi vista por todo el comedor, para mirar cualquier cosa que no fuese su cara.

Mi madre, al lado de mi papá, comentó en tono casual:

─Tú debes ser Gabriel, el chico que cuidaba de Ava en el hospital cuando enfermó ¿no? ─recordó ella y luego habló de nuevo─: Mi esposo me ha hablado sobre ti.

─Sí, sí, me llamo Gabriel. Un placer, señora...

─Paola. ─Ella sonrió.

─Gabriel ─musitó Edward, moviéndose en su silla, como si algo de repente le incomodara−. Yo soy Edward Crawford, el padre de Ava. Un placer.

-Sí, ya he oído hablar de usted antes... -murmuró él -. Y en el hospital, por supuesto, pese a que hablamos muy poco.

-Concuerdo. Y, he de agregar, que a pesar de que hablamos poco, ya me caíste bien.

Mis padres nos invitaron a ambos a sentarnos a la mesa, por lo que lo hicimos. Gabi se veía algo incómodo, pero trataba de sonreír para ser amigable.

-Y... ¿qué estudias, Gabriel? -cuestionó él, dando un sorbo a su copa de vino de no sé qué importantísima marca.

Tal vez sólo estaba siendo paranoica, pero no me agradaba la forma en la que mi padre pronunciaba el nombre de mi mejor amigo.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2023 ⏰

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El Rostro Humano de Lucifer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora