Extra: 10.5

104 14 0
                                    

Existe una capacidad a la que todos llaman maravillosa, la capacidad de soñar. Yo no contaba con ella, por más que lo intentara, me acostaba bocabajo, con los pies fuera de mi camaro, tomé agua tibia antes de dormir, y nunca, nunca, he podido tener la capacidad de soñar. Supongo que es porque no soy nada especial.

Sin embargo, cuando desperté en esta mañana me parecía estar viviendo uno de esos sueños hermosos, de colores vivos, de anhelos, esos sueños de deseos de cosas imposibles. El ángel una vez más me había tocado con sus manos mientras me llamaba "muchacha", con tanta delicadeza y fragilidad, que en lugar de despertarme asustada y con el corazón en la boca, lo tenía todo en su santo lugar. Me quedé ahí disfrutando, aunque solo fuera un instante, de su tacto, que me agradaba, mucho, lo cual era bastante nuevo considerando que odio que me toquen.

—Si no se despierta tendré que comerme su parte- ¿Ha dicho comer? Mejor no me lo pierdo. Quizás si me tardo mucho en levantarme ella se arrepienta y no quiera darme de comer, aunque ella no se ve así, no me quiero confiar, y eso me hace levantarme muy rápido. —Buena chica, le he traído avena para desayunar.

Detesto la avena y no he podido disimularlo. Hace un par de años, recién cumplidos mis 17 años, me habían impuesto un castigo por no hacer lo que se suponía que debía hacer, lo cual fue uno de los muchos castigos injustos que me dieron, porque en ese momento estaba yo comportándome a toda regla. Me acusaron de envenenar a un pobre y muy gordo porcino, que ya estaba muy enfermo y no estaba a la hora de matarlo, y mi castigo fue vivir como lo que había yo envenenado, como un puerco. No pude escaparme de ello, y lo peor de todo, porque ya estaba acostumbrada al lodo y a estar sucia, es que me obligaron a comer avena hasta que quedara tan rellena como el puerco que según yo había matado.

Así que ahí estaba, con un plato en la mano de avena tibia, aborrecida y a la vez con mucha hambre.

—¿No le gusta la avena verdad? - Negué con la cabeza y se produjo en mí una sensación de vergüenza y mal agradecimiento. —Pero no está tan mal, no va a morir por probarla. Vamos abra la boca, no está tan mal, hágalo por mí por favor- la tenía en frente, con la cuchara levantada llena de avena ¿por qué me quería dar de comer en la boca? Si quiera qué le importa si como o no.

Pero me lo pidió por ella, y además de ser mi dueña y que debo obedecer todo lo que me dice, lo hago porque ha sido muy amable conmigo y ha mostrado tanto interés y preocupación que parece que ni ella misma lo entiende. Sus labios se levantaron en una sonrisa cuando abrí la boca para que la cuchara soltara su líquido dentro. Trague rápido sin saborear mucho y de inmediato abrí la boca, lo que provocó que ella riera y que por primera vez en un mucho tiempo, aunque tenga avena de por medio, me sintiera contenta al despertarme en la mañana.

—Se lo dije, es toda una malcriada— al momento me sentí avergonzada de haberle despreciado lo que me trajo-. Me gustaría seguir dándole de comer, pero mi avena se va a enfriar y no será justo, además no es una niña pequeña para darle de comer, es una niña grande ¿Cierto? - esta vez no escondí mi risa, solo porque al manifestarla su sonrisa se hizo gigante.

No me veía en lo que me queda de vida comiendo avena nunca más, pero esta sabe diferente, ella la hizo diferente, me la dio de buena gana y eso le cambió por completo el sabor, me hizo disfrutarla. Quitó el plato vacío de mis manos y lo llevó junto al suyo a la mesa, para luego empezar a desvestirse, y por respeto a ella bajé la mirada hasta que estuvo cubierta en sabanas de nuevo. Me parece raro que no me haya pedido hacer nada por ella aún, no me acostumbro y jamás me acostumbraré a ser servida, yo he venido a este mundo a servir a los demás.

—Me apetece seguir durmiendo, ¿Va a quedarse despierta o seguirá durmiendo? — Era tan confuso para era mí esta situación, al parecer tenía permitido elegir lo que quería o no hacer —Fue un buen intento, admítalo. Está bien, tenemos mucho tiempo para hablar luego, buenas noches.

Mar Dorado - FreenbeckyWhere stories live. Discover now