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Ella me esperaba sentada al borde de la cama como lo había estado hace rato, ahora me miraba atenta haciéndome sentir más nerviosa al respecto. Se puso de pie y caminó hacia mi. Me voy a desmayar. Se paró enfrente de mi y miró mis ojos, yo no pude evitar mirar los de ella, sus preciosos ojos marrones dignos de admirar. Y en eso estábamos, mirándonos la una a la otra sin decir nada.

Sus ojos brillaban y no sabía que significaba eso, luego sus ojos recorrieron mi nariz, mi boca, como si estuviera analizando cada parte de mi rostro; volvió a subir su mirada y quedó de nuevo en mis ojos.

—Rebecca ¿Podemos hablar de lo ocurrido?- me animo a tener la iniciativa en un tono bajo. —Sé que no estuvo bien.

—¿Cuando vas a aprender a callarte?- musitó ella en respuesta.

—Pero es que...

—Shh- silenció poniendo sus dedos en mis labios.

Sin dejar de mirarnos ella tomó mi rostro con ambas manos y me acerco más al suyo. Veía con mucho interés mis labios y yo miré sin ningún disimulo los de ella.

—Sólo déjame hacer algo.

Susurró cerca de mis labios y ni siquiera tuve fuerzas para asentir. Con lentitud, puso nuestros labios casi juntos moviéndolos como yo lo había hecho hace un momento; su cabeza se movía junto con el sentido de sus labios, y para nuestra comodidad agaché mi cabeza. Si bien antes había sentido el hormigueo y la presión en mi estómago ahora la sentía del doble. Fuimos hacia atrás y mi espalda toco la puerta, entreabrí mis labios y solté un suspiro involuntario. Dios esto estaba mal pero se sentía tan bien. Ella se separó de mi y alarmada abrí mis ojos para ver que pasaba, puede que se esté arrepintiendo o crea que no me gusta. Si me gusta, me gusta muchísimo, moriría si no lo hace de nuevo. Tenía una vista simplemente espectacular frente a mi, sus mejillas estaban rosas y sus ojos brillaban más.

—Dejame besarte- solicitó mirándome con sus hermosos ojos que me tenían hipnotizada.

Asentí. Aunque no supiera como, lo deseaba más que a nada en este mundo. Sólo me había besado un par de veces a mi ex prometido, sin abrir mi boca, lo que imagino no cuenta como un verdadero beso. Mis ojos no se despegaban de sus lindos labios rosas, la vi lamerlos sin descaro.

—Cierra tus hermosos ojos.

Obedecí y cerré mis ojos, sentía sus labios más cerca cada vez, mi corazón acelerado y el temblar mis manos me indicaba que estaba entre nerviosa y expectante. Hasta que pasó. Juntó sus labios con mi labio inferior casi chupandolo. Dentro de mi sentía de todo, la presión en mi estómago aumento diez veces más y mis piernas estaban débiles. Para evitar caerme me aferre a su cintura y pegue más su cuerpo al mío, aunque no tenía la certeza de que de esa manera me mantuviese de pie. Imité su moviento con mis labios y atrapé el suyo superior, la emoción se intensificó y pensé que iba a caer ahí mismo. Duramos así un buen tiempo, era un beso estático pero como me encantó, sus labios eran suaves y sabían dulcemente, era lo más exquisito que jamás probé en mi vida. Nos separamos, yo para tomar aire, ella estaba roja y sus labios se veían más grandes, más rosados, más provocativos.

—Eso ha sido... Wow.

Es todo lo que pude decirle, no tenía palabras para describir que se sentía tener sus labios junto a los míos. La necesidad de repetirlo se hizo más grande que yo y sin saber aún muy bien cómo funciona esto de los besos la tomé de nuevo, me acerqué a sus labios y los tomé con los míos. Ella correspondió a mi beso, puso sus brazos entrelazados en mi cuello y de un momento a otro hizo algo nuevo para mí, empezó a mover sus labios, yo intentando seguirle el ritmo. De nuestros besos salía un sonido bastante gracioso, no me reprimí a sonreír ante eso sin despegar mis labios de los de ella. Con cada movimiento la estabilidad de mis piernas estaba en peligro, por lo que con mucha dificultad, me separé de ella.

Mar Dorado - FreenbeckyWhere stories live. Discover now