14

80 7 2
                                    



Tres días han pasado desde entonces, mi periodo desapareció y pude volver a mis actividades de antes. Han anunciado que hoy llegaremos a Tortuga y estoy más que feliz de bajar del buque, la vida marítima en exceso no es muy buena que digamos. He conocido muy poco de Rebecca en estos días y ella ha conocido muy poco de mí también, desde que comenzó hablar le he dicho que puede salir a distraerse a la cocina con Marta e Izolda mientras yo dormía o pasada la agonía que provocaba el periodo con ciertos dolores, al principio dijo que no quería dejarme sola pero yo le insistí tanto que ella cedió a la idea.

He descansado en estos días todo lo que nunca pude en estos tres meses estando aquí. Gracias a Dios he regresado al trabajo, estaba volviéndome loca aquí abajo, necesitaba aire fresco, nunca me venía mal.

Sonó una campana en la cubierta y luego se oyó un "TIERRA A LA VISTA" de algún tripulante. Me apresuré a buscar a Rebecca que de seguro está en la cocina conversando sobre cualquier trivialidad, como ya íbamos a llegar a tierra firme no podía darme el lujo de dejarla sola con todos esos peligros afuera, no es como si con mi presencia pudiera lograr algo, lo que me proponía era estar con ella en las buenas y en las malas. Entré en la cocina, ellas reían de algo que desconocía, al mirarme no me prestaron atención y siguieron riendo hasta que se cansaron.

—Rebecca, ya pronto llegaremos a tierra firme, me gustaría que no te separases mucho de mi lado, estas personas son peligrosas- susurré cerca de su oído al momento de estar junto a ella.

—Lo que tú digas Freen- susurro de vuelta; se pego justo a mi lado, tomándome la palabra.

—No te lo tomes tan a pecho, sólo quiero que estés donde pueda verte- me separe sonriendo -. Y aquí estás en buena compañía, Marta, Izolda ¿Cómo están? Tengo que felicitar a su marido Marta, es un buen trabajador, ni una sola queja por su parte.

—Gracias Freen, la verdad es que muy agradecida por el trato que hemos tenido, e incluyo a Patricia Rebecca en este combo.

—No es nada ser —modesta algunas veces no es malo-, mientras todos la llevemos en paz y armonía no hay nada que no podamos hacer.

Hablamos sobre un par de cosas, toda esta compañía me ha caído muy bien, sin despreciar a Kirk que ha sido un excelente amigo para mí, el detalle es que no puedes hablar con un hombre lo mismo que puedes hablar con una mujer.

Desde la cocina se escuchó un "SUELTEN ANCLAS" Lo que me decía que ya habíamos tocado puerto y estábamos en tierra firme.

—Rebecca ven conmigo, camina tras de mí y no hagas caso a nadie ¿Entendido? — mi tono era serio y autoritario, como si fuera su madre, todo era todo para su bien.

Salimos a cubierta, el Capitán se encontraba ya descendiendo del buque con los demás siguiéndole. Y aunque no habíamos ganado la guerra ganamos la batalla y es por eso que llego con la frente en alto y sonriendo a todos.

—Iré a arreglar algunos asuntos, ¡Embriaguense hasta la médula y consigan cuando prostituta se les antoje, todo va por mi cuenta!

Eso fue lo que declaró el Capitán, a lo que mi único comentario fue un motivador suspiro. En cambio, casi todos gritaron de emoción y prácticamente salieron corriendo a la taberna y al prostíbulo más cercano. Sólo quedamos Marta y su marido José, Izolda, Kirk, Rebecca y yo a bordo. Pronto bajamos del barco. Me encontré con rostros un poco familiares y otros no conocidos, por supuesto que nos miraban extraño, Rebecca y yo usábamos pantalones y camisa abotonada en lugar de un vestido, pero no me importo para nada, me sentía mucho más cómoda así fondo no era tan malo, a Rebecca tampoco parecía molestarle, como tampoco el hecho de andar descalza. Trabajaré en conseguirle unas buenas botas.

Mar Dorado - FreenbeckyWhere stories live. Discover now