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Prácticamente tumbe la puerta para entrar. Al estar adentro pude ver a un hombre encima de Rebecca, ella estaba pataleando, tratando de gritar, más ese sujeto asqueroso no la dejaba. Sin importarme nada ejercí una fuerza extraordinaria sobre ese hombre que no sabía que tenía y lo derribe al suelo. Miré a mi preciosa Rebecca que estaba llena de lágrimas y muy asustada, se tocaba los brazos muchas veces como si tuviera frío, su camisa estaba algo rota.

No me llevé una gran sorpresa cuando vi de quien se trataba, aquel hombre era Francisco Alejos. Al reconocerlo por completo mi furia creció aún más y me abalancé a golpearlo muchas veces en su rostro, nadie toca a mi Rebecca, nadie le hace daño y sale ileso. Adiós a mis manos sanas.

Kirk llegó corriendo junto con muchos otros hombres tras él, seguro a chismosear. Yo me dedicaba a darle, con toda la rabia acumulada que sentía hacia esa abominación que no puede llamarse humano siquiera.

—¿¡Freen que haces!?- Kirk me agarraba de los brazos para que dejara de golpearlo.

—ÉL ESTABA INTENTANDO ABUSAR DE ELLA- grité a todo pulmón- TÚ TAMBIÉN ESCUCHASTE LOS GRITOS, NO IBA A DEJAR QUE LA TOCARA, ES MÍA, NO TIENE DERECHO- esa declaración no me dejaba bien parada frente a mí misma ni frente a mi britanica, por más rabia que sintiera no podía permitirme soltar todo no que ella significa para mi.

—Lo sé, pero no puedes ensuciar tus preciosas manos- tomó mis manos y comenzó a acariciarlas, estaban totalmente rotas llenas de sangre, mía y de él.

—Poco me importan mis manos en este momento, tengo que darle su merecido, tengo...

—¿Qué pasa aquí?- fui interrumpida por el señor Nau, al que todos le abrían paso al caminar.

—He encontrado a este animal tratando de abusar de Patricia - señalé a la asquerosa bestia que yacía inconsciente en el suelo-. Tenemos reglas Jean David, los hombres no pueden tocar a las mujeres de la tripulación, para eso tienen cientos de prostitutas afuera no me controle a reclamarle, esa fue la primera vez que lo llamé por su nombre.

—Cuando dije que no pueden tocar a las mujeres me refería a ti- sus comentarios provocaban que mi sangre hirviera, no estaba para él en estos momentos, quería destrozar a ese infeliz que se atrevió a ponerle un dedo encima a mi Rebecca.

—Patricia es de mi propiedad- me referí a ella como si de un mueble se tratase- . Yo soy la única que tiene derecho a hacer algo respecto a ella, los demás no tienen derecho alguno, si quieren tirarse una esclava que se consigan una- finalice furiosa.

—¿Cómo sé que ella no lo ha provocado?- levanté mis cejas, mis ojos iban a salirse de su órbita ¿Cómo se atreve a referirse de esa manera a mi Rebecca?

—Ella está enferma, mire usted con sus propios ojos que ha vomitado justo ahí señalé hacia los granos en el suelo con los que Rebecca se había quemado la boca, por suerte no había limpiado aún, dándole credibilidad a mi coartada-. Le prohíbo que ponga en duda mi palabra, yo nunca he puesto en duda la suya- levanté el brazo en su dirección, lo señalaba con mi dedo en advertencia.

—Se ve tal como un costal de papas- comenzó a reírse, cambia de tema como le es habitual- ¿Has sido tu Sarocha?

—Mis opciones eran limitadas, desde que estoy abordo he querido hacerlo- confieso-. Aparte nos ha arruinado nuestra celebración, semejante acto en una fiesta, si quería pasar un buen rato podría haberlo hecho en otro lugar y con otra mujer- aquí estaba la Freen sisañera.

—Es una pena, era de mis mejores hombres- apuntó con los dedos a cuatro hombres que estaban en la puerta para que entrarán. —Recojanlo. Mañana será ejecutado, puedes ir a ver su ejecución para que estés segura y veas que cumplo mi palabra.

Mar Dorado - FreenbeckyWhere stories live. Discover now