Stellaris: el epítome del destino (Stellaris 0)

Novena

(Planeta desconocido; lejos de la Tierra)

—No es posible, han de ser mentiras, Maishklyle —estaban dos Conciencias de las principales en plena discusión, aprovechando que su creador estaba lejos.

— Veraskyt. Eres tan ingenua en tantas ocasiones, esta no es una excepción —soltó las palabras con un desdén terrible—. La verdadera primera creación de Gran Ente fue un universo a medias al que sus habitantes llaman Impeverso.

—No lo termino de comprender, por qué los abandonó. Esos seres no parecen malos, no creo en ti.

Lo único que escuchaba Maishklyle de su par eran no, no y más de esos. Pero, el Imperverso era real. Dejado a la suerte por Gran Ente, no volvió jamás a ver cómo la vida se terminó por desarrollar.

Sistemas solares sin suficiente materia oscura. Planetas cortados por la mitad con seres viviendo en ellos. Ríos que servían como caminos para ir de un planeta a otro. Las mismas criaturas que ahí moraban no eran tan similares a las del Primer Universo y constituían una peculiaridad. Las Conciencias que investigaron sobre el Impeverso, quedaron con una mezcla de decepción y asombro.

No se lo dijeron a la creadora, pero, ella lo sabía y guardaba el silencio. Aquella creación no era su orgullo y uno de sus propósitos fue de servir como experimento para probar qué tan amplios eran los poderes de creación de la última de los unioxtes; de igual manera, le sirvió para afinarlos y desarrollar nuevos, todo a costa de que mucha de la vida desarrollada, no llegase a ser orgánica.

Porque la peor de los males no siempre puede ser la vileza o provenir de los seres más bajos; puede venir de los que uno menos se espera, y la indiferencia, ser el mal que se quede con la corona.