Novena decana

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(La nada; tiempo desconocido)

En medio de un gigantesco vacío, se encontraban el Gran Ente y Eddensjia.

—Gran Ente, por favor deje de lamentarse. Sin importar lo que haga, los rebeldes no reaccionaran. Ellos siguen sus propios intereses —dijo Eddensjia calmando el enojo de su creador.

—Ya lo sé conciencia, déjame en paz, ¿no comprendes la dificultad de mi trabajo? —la voz del ser provocó fisuras en algunas partes del vacío.

—No hable con esas palabras. Tenemos una esperanza final. Hace tiempo que usted mencionó que faltaban doce constelaciones por encarnar, ¿cuáles son esas? —titubeó la conciencia, viendo hacia las grietas que se expandían.

—Las constelaciones del zodiaco occidental —retozó en melancolía—. Querida conciencia —se disipó su enojo. Para mí, aquellos dibujos imaginarios que acompañan al Sol del planeta Tierra son tan especiales.

«Esas agrupaciones estelares se encuentran ligadas a un mito directamente relacionado con ciertos dioses, y también tienen versión en un horóscopo. ¿Acaso no te da indicios de algo?

— ¿Razas divinas? ¿Zodiacos? ¿Arcanos?

—Ninguna de tus respuestas es correcta. Son ellos a quienes necesitamos, tienen la esencia de las razas divinas; de los horóscopos y constelaciones. Jamás desee que encarnaran por un motivo, tú ya lo conoces. Eddensjia, yo no tengo el requerido para ir hacia el universo del cual extraje el alma de Caelum.

«Pero, tú podrías hacerlo. Tengo otros asuntos que atender, son muchos. Con otros dioses y sus avatares. Con otros mundos también. Y como no, con otros de los míos.

—Gran Ente... ¿está queriendo decir que vaya a ese universo y consiga las almas de quienes serán las encarnaciones de las constelaciones faltantes?

—Es correcto, tú eres la única que jamás me traicionó. Todas las conciencias lo hicieron, incluido Celeno que decidió evadir sus responsabilidades y las cambió por vivir cómoda en el mundo de los humanos. Solo tú puedes ir hacia allí y conseguir las almas, ¿estarías dispuesta a hacerlo?

Un manto de silencio perduró dentro del remoto sitio. La conciencia quería y no a la vez tomar forma material. Sintió un breve remordimiento; posteriormente, envuelta en contestó:

—Acepto —su voz hizo eco fuera del espacio de nada—. ¿Cuántos espíritus debo traer? ¿Doce? ¿Quince? ¿Dieciocho?

—Veinticuatro. Serán dos por cada constelación que poseerán Stellaris como uno de sus apellidos. Ve y tráelas. Pediré ayuda a mis aliados para que te cubran. Debes apurarte, quiero que las traigas antes de que en la Tierra sea el primer día del año 2015 —esclareció el Gran Ente. Después, él disolvió su cuerpo en el mismo vacío.

Eddensjia se puso en marcha a cumplir su orden. Usando inmensa cantidad de poder traspasó las barreras finales de su mundo. Con ritmo tardío y seguro, la conciencia recorrió un camino de cosmos infinitos.

No era la primera ocasión que debía cumplir una tarea de esa talla. En ninguna había fallado, en esta tampoco era una opción el fracaso.

Stellaris: el epítome del destino (Stellaris 0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora