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Liu despierta mucho antes que Alexander, no porque su agotamiento no sea rival para con el del vampiro, sino porque su dolor lo arranca cruelmente de sus tranquilos sueños y lo devuelve a la pesadilla de su realidad.

El muchacho despierta entre sudores, jadeando y revolviéndose contra la enorme y pétrea figura de su captor. Por un segundo, antes de abrir de sus ojos, está convencido de que Alexander está rudamente violentándolo, de que está golpeándolo y poseyéndolo, cortándolo, mordiéndolo... y cuando se levanta de la cama y abre sus ojos para observar su cuerpo siendo solo abrazado por el vampiro, comprende que su dolor es solo un eco de tan horribles experiencias.

<<La pastilla ha dejado de hacer efecto>> se lamenta, pero no puede pedir ayuda a Alexander. Su sueño parece no solamente profundo, sino imperturbable. Y aunque pudiese despertarlo, el riesgo de enfadarlo y llevarse una reprimenda sería mucho, mucho peor que la recompensa. Tampoco puede dormir o yacer en la cama y esperar, no mientras sus brazos cortados escuecen y sus caderas laten de dolor, no mientras su nariz, que juraría que está rota, pulsa y sus rodillas raspadas punzan.

El muchacho logra forcejear fuera del abrazo de Alexander y una vez libre de este sale también de la cama y al pasillo. Recuerda que Alexander no necesitó subir a la segunda planta, donde ahora se hallan ambos, para obtener las pastillas, lo que significa que Liu debe bajar para encontrarlas.

Cuando se asoma a las escaleras de caracol de marea. Cada escalón, una oportunidad de que le fallen las piernas y caiga rodando hacia abajo. Quizá se parte el cuello. <<No suena tan mal. Quizá es lo justo. Lo merezco ¿no es así? Porque yo estoy vivo y ellos no. Porque debería haber muerto con todos mis seres queridos. O debería ir al infierno. Si es así, quizá ya lo estoy. Quizá no tengo derecho a intentar escapar de él. Aun así...>>

Liu logra superar el primer escalón, aunque se agarra a la barandilla hasta que sus nudillos se ponen pálidos y aunque se mueve despacio, desconfiando ante un cuerpo que habita, pero que no le pertenece y que parece obedecer, mientras su amo duerme, solo a la debilidad y al dolor. Cinco minutos más tarde, el segundo y el tercer escalón quedan a espaldas de Liu y el muchacho tiene la vertiginosa certeza de que es demasiado tarde para echarse atrás.

Media hora más tarde, el muchacho está por fin en la planta de abajo y la casa, silenciosa y en unas extrañas tinieblas que le recuerdan que las habitaciones no tienen ventanas y que las del piso inferior son pequeñas y están tapadas en su mayoría, se siente como una trampa. Como una tentación. La luz del ocaso se escurre por las rendijas del exterior, naranja, cálida y dulce como sirope. Reconfortante, pues le recuerda que aún es de día y los días son lo único que es verdaderamente suyo. El silencio le recuerda que podría estar solo, eso es si huyese, claro. Pero la puerta frente a él, magna como si se tratase más que de una salida, de un imponente guardián, parece reírse de él, de su incapacidad para empujarla y simplemente irse.

<<Alexander volvería a por mí de todos modos. Volvería a castigarme>> piensa, angustiado y rendido, así que ignora la puerta y merodea por el lugar en busca de las pastillas para el dolor.

Intenta ir al lugar donde Alexander se ausentó la noche anterior, pero todo es tan grande, nuevo y laberíntico que teme perderse. Su agotamiento le impide intentarlo, siquiera, así que Liu vuelve al sofá color vino, el único rincón de ese lugar que conoce, y se enrolla en la cálida manta para dormir un poco más. Se dice que volverá a subir las escaleras cuando haya ganado algo de fuerzas, antes de que Alexander despierte.

Oscura Perdición (Yaoi, vampiros) [En AMAZON]Where stories live. Discover now