23

1K 153 49
                                    

Esta historia está a la venta en Amazon en todos los países, así que si queréis apoyarme, no esperar a las actualizaciones u obtener los capítulos extras solo disponibles en la versión de pago, podéis comprar este libro en físico o en ebook, que es mucho más barato (unos 5 dólares) ^^

El vampiro se queda unos segundos inmóvil, su vista fría y enigmática clavada en el pequeño humano que tiene a sus pies. Arrodillado. Atado. Desnudo.

Y al lado de un sonriente y orgulloso Aidan.

Liu no es capaz de descifrar la reacción del vampiro; su quietud no alberga sorpresa alguna o, al menos, su rostro no la muestra, sino que mantiene esa estoica máscara que siempre lleva cuando sus ojos rojos analizan todo con soberbia y su boca es una seria línea.

<<¿Se ha enfadado? No luce feliz, no luce feliz en lo más mínimo... pero él nunca lo hace, siempre luce amenazante y aterrador ¿Y si no se ha enfadado? ¿Le ha gustado? Si le ha gustado ¿Que va a hacer? ¿Qué van a hacer conmigo?>>

Alexander cierra la puerta con tranquilidad, despegando sus ojos del lloroso muchacho que tiene enfrente, incapaz de articular una sola palabra en su presencia. Deja una pequeña bolsa que traía en su mano en el suelo, apoyada contra la puerta.

—De nada —murmura Aidan, risueño, y entonces la vista de Alexander se clava en él y Liu juraría que puede ver su máscara caer por un segundo.

Lo que hay tras ella es aterrador. Una ira tan grande que el pánico hace que deje de llorar, de balbucear, de respirar incluso. Por un segundo, está seguro de que ahí, ahora, es cuando va a morir.

—Aidan —dice el vampiro suavemente, acercándose un paso al otro de su misma especie.

Lo siguiente que Liu sabe es que la sonrisa en el rostro el vampiro azabache se borra de pronto. Y se borra porque Alexander lo toma con fuerza del cuello y, con una sola mano, lo golpea tan fuerte contra el suelo que la madera se rompe y el rostro de Aidan queda hundido unos centímetros bajo el piso.

Todo sucede tan rápido que Liu no puede siquiera moverse. Se queda estático en su lugar, desnudo, ofreciéndose dócilmente a su peligroso captor mientras el estruendo de los tablones del suelo reventando y soltándose se junta en sus oídos con el latido desbocado de su corazón y mientras se le graba a fuego en las pupilas la imagen de la mano de Alexander tan grande y venosa, con los tendones descollando y los nudillos blancos de la presión, rodeada alrededor del cuello de otro vampiro con un agarre tan apretado que Liu puede oír el crujido del cuello de Aidan cuando se rompe.

Alexander se inclina ligeramente sobre el boquete donde aún mantiene a su amigo presionado y susurra: —¿Qué te había dicho sobre tocar mis cosas?

El otro vampiro tarda unos segundos en reaccionar y su voz suena miserable y entrecortada.

—N-no lo he... l-lo siento, Xander... no pensé... no lo he tocado —responde Aidan y su tono, entre la súplica y la desesperación aterra a Liu hasta el tuétano de sus huesos. Si Alexander es capaz de causar ese temor en un ser como Aidan, entonces él no tiene escapatoria de entre sus garras.

Entonces, como si Alexander hubiese interceptado ese temeroso pensamiento de Liu, alza su vista y lo mira directo a los ojos. Liu quiere disculparse, pero su boca está seca y su garganta oprimida por la mano de Alexander que imagina que la romperá.

—Sube de nuevo a la habitación, Liu.

El chico asiente muy despacio. No se atreve a preguntar a Alexander si puede vestirse, mucho menos a pedirle que desate sus manos, así que se alza sobre sus dos piernas con la misma torpeza que un venado recién nacido y se marcha corriendo escaleras arriba, levantándose con urgencia cada vez que tropieza con un escalón y cae de boca contra el siguiente.

Oscura Perdición (Yaoi, vampiros) [En AMAZON]Where stories live. Discover now