06.

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Mis patas apenas tocan el suelo, mi pelaje es azotado por el viento, la espalda me duele, pero ese dolor queda en segundo plano, puedo escuchar las pisadas de él detrás de mí, puedo sentir su aliento en mi cola a pesar de tenerla en medio de mis patas, un pequeño truco que aprendí cuando estaba huyendo y casi me la arrancan por despistada.

— Por favor, detente... — lo vuelvo a bloquear antes de que siga.

Mi loba suelta un chillido, por una extraña razón ella desea estar cerca de ellos, pero al mismo tiempo sabe todo lo que nos han hecho lobos como ellos, supongo que, si debe haber algún macho bueno, pero no me voy a arriesgar para averiguarlo, por ende, sigo huyendo a pesar del dolor, a pesar de que ellos me atrapen en cualquier momento.

Doy un giro brusco de repente haciendo que el macho que estaba detrás de mí no le dé tiempo de frenar y se estrelle de lleno contra un árbol.

— Eso es para que sepas lo que se siente — gruñe Accalia.

Tengo unos metros de ventaja, sin embargo, no desacelero, sé que estoy cerca de la frontera, ya no veo más de esas casas humanas hechas de madera, además me consuela el hecho de haber perdido al otro macho, no creo que este se atreva a salir de su manada otra vez, se supone que ellos no pueden hacer eso.

Volteo mi cabeza para ver qué tan cerca está y me sorprende no verlo, observo mejor y noto que a lo lejos es que viene, me tomo el atrevimiento de soltar mi cola y dejarla moverse, pero cuando miro al frente me encuentro con otro macho con los brazos abiertos a solo dos metros de mí, intento frenar, pero es demasiado tarde, me termino estrellando contra su firme pecho, suelto un chillido cuando sus brazos rodean todo mi cuerpo como una especie de jaula, mis patas quedaron pegadas a su torso y me presiona tan fuerte contra él que no puedo sacarlas.

Entro en pánico al escuchar esas pisadas cada vez más cerca, sin pensarlo muerdo su pecho con fuerza haciendo que mis dientes desgarren su carne, pero él no me suelta, me tenso cuando gruñe y de inmediato empiezo a soltar chillidos, es mi única opción, tomé la mala decisión de agredirlo.

Al escuchar mis lloriqueos deja de fruncir sus cejas, sus ojos del color de las nubes cuando va a llover se aclaran pareciendo casi el color azul muy opaco o al menos eso creo.

— Osita, sé que soy delicioso, pero no me vayas a arrancar un pedazo — por alguna razón su gruesa voz no me resulta repugnante.

Mi loba se remueve dentro de mí para tomar el control, con algo de duda dejo que lo haga, no totalmente, ella hace que desencajemos nuestros dientes de su piel, pero la loca le da unas pocas lamidas a la herida haciendo que él sonría.

— Eres una hembra muy coqueta y atrevida — mi loba agacha las orejas como respuesta y pega nuestra nariz contra su pecho.

— ¡Ya llegué! — me tenso al escuchar a un tercero.

Volteo la cabeza y veo a otro hombre, pero por su olor sé que es el segundo lobo que me estaba persiguiendo y creí haber perdido al principio, me hago pequeña como puedo, tal vez este macho que me aprisiona contra su cuerpo me intente alejar de ellos y al parecer tengo razón porque cuando el segundo macho que me perseguía intenta acercarse a mí, el macho de ojos color nube se aleja y le gruñe.

— Tranquilo hermano, hay una explicación para esto, pero no es el momento — dice el primer macho.

No puedo verlo ya que está detrás de mí, pero reconozco su voz, al pensar mejor en la conversación que ellos tienen me doy cuenta de que en realidad ellos se conocen y el macho que me sostiene no tiene intenciones de protegerme.

Comienzo a luchar, me remuevo entre sus brazos buscando alguna salida sin volver a intentar morderlo ya que no deseo que me golpee, pero lo único que consigo es lastimarme más la espalda.

Zinerva: Legado de AmorWhere stories live. Discover now