Zinerva: Legado de Amor

17.

17. Puertas abiertas

| Zinerva |

Abro los ojos al sentir que en la superficie sobre la que estoy durmiendo se infla y se desinfla, además de que ahora escucho el pequeño silbido que emite alguien al respirar por la boca. Sin mover ni un músculo, miro hacia arriba y me doy cuenta de que todo este tiempo dormí encima del macho con ojos de diferente color. Debería estar entrando en pánico, pero lo único que siento en este momento es paz y algo de atracción hacia él. Detallo su cuello grueso y con la marcada bolita en su garganta. Sería tan fácil desgarrarla, pero hasta ahora ellos no me han lastimado ni intentado montarme. Además, él es al que menos mataría. Me prepara comida deliciosa y es el que menos me toca, además no habla tanto.

— A mí me gusta que me hablen y me toquen — refunfuña Accalia, la ignoro. — ¡Sé que a ti también te gusta porque anoche, a pesar de que yo me recosté en su hombro, tú no pusiste mucha resistencia! — tengo que clavar mis garras en mi palma para evitar gruñir.

— ¡Será porque cierta loba terca estuvo peleando conmigo por el control de nuestro cuerpo dejándome agotada! — ella nunca había hecho eso, normalmente ambas tenemos el mismo control sobre nuestro cuerpo.

— Si no hubieras intentado huir, no lo habría hecho. Tenemos suerte de que no se dio cuenta. Son buenos, pero no creo que estén felices de que paguemos su amabilidad y cuidados con irnos sin ni siquiera despedirnos. — muerdo mi lengua para no gritar.

— ¡Me despediría si ellos no fueran capaces de volvernos a encerrar!

Sin querer escucharla más, la bloqueo. No me gusta que ella esté de su lado. Siempre somos mi loba y yo contra todo. Ahora es terca y cree que ellos son nuestros salvadores solo por darnos comida. Ni siquiera sabemos si eso de ser mates es verdad o no. Se supone que solo es uno, pero hay tres.

Con cuidado me levanto de encima utilizando mi velocidad. Él ni siquiera lo nota. Dejo salir un poco más mi olor para que no note que me alejo. Camino sobre el piso liso y frío hasta donde guardan toda la comida. A pesar de ser tres machos grandes y mayores, son bobos. Guardan toda su comida en un solo lugar. Si otros machos más grandes los atacan, se llevarían la comida muy rápido y fácil. Aunque nunca vi machos tan grandes. Volviendo al tema, incluso ayer aproveché para esconder algo de comida en algunos lugares de la casa por si acaso mi escapada no funcionaba y ellos me dejaban de dar comida como castigo o para recuperarme más rápido si me golpean.

Cuando paso por la máquina que utilizan para calentar la comida, veo mi reflejo en la superficie de esta. Cada vez que me miro me cuesta creer que soy yo. Parezco una linda humana, muy limpia, con el cabello con cientos de pequeños y cortos espirales muy suaves. Y esta tela que cubre un poco mi cuerpo, el color es hermoso, no sé el nombre, pero ahora es mi color favorito. Se parece al azul del cielo ya que es pálido. Dejo de mirar mi reflejo y me concentro en buscar comida. Tengo que comer muy bien para poder tener fuerzas. Debo enfrentar a mi loba y escapar, eso me dejará muy exhausta.