Capítulo 25: No puedes desaparecer

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Capítulo 25

No puedes desaparecer


ALESHA

—Señorita —Martha abrió los ojos en sorpresa, y se acercó caminando con pasos cortos y rápidos—, no la esperaba sino dentro de cuatro horas.

—Decidí adelantarme.

—Disculpe, su cuarto todavía no está listo

—No te preocupes, Martha. Pensaba estar en la biblioteca de todas formas —Alesha frunció el ceño—. ¿Me perdí de algo? No hay nadie.

—No, señorita. Su familia salió en un viaje de último minuto hace una hora. Solo quedó el personal.

Alesha asintió, mirando al pasillo que daba a las puertas de los cuartos de su miseria. Se despidió de Martha, y dejó que tomara su bolso con las pocas cosas lo suficientemente ajenas a ella que se permitía llevarse de vuelta a Madrid.

En la biblioteca, sintió un sabor agridulce en la boca que le recorrió todo el cuerpo, mientras cerraba la puerta. Estaba igual que siempre, vacía, impersonal, usada únicamente por sus propias manos que habían encontrado nuevos tomos e historias que leer. Una parte de su corazón se estrujó al ver la quietud antinatural del lugar. Los libros estaban para ser consumidos, destruidos por el desgaste de los dedos y el apremio de alejarse de la ignorancia.

Las bibliotecas existían para ser una refugio de los desesperados y solitarios, para transformarlos en la mejor versión que su alma podía ser. Alesha había sacado brillo y eliminado el polvo de estas paredes, y aunque quedaba la sombra del confort que le trajo, sentía que había crecido demasiado para las cuatros paredes que la rodeaban, desesperada por conocer nuevas voces y otras historias.

Se acercó a una de las primeras hileras en la derecha. Hacía mucho tiempo había acomodado los tomos según las secciones y orden que a ella le parecían, y los renovaba cada tanto por aburrimiento. Estaban intactos a la última vez. Tomó unos cuatro tomos que estaban juntos. Eran sobre historia de Lilura, abarcando las eras medias, cuando la magia de sangre y necromancia ya era prohibida, pero los Van Darte todavía no estaban en su época dorada.

Una Lilura donde los líderes eran los seelies, y la magia fluía con un renovado control que causaba caos escondido tras las puertas del orden. Recordaba historias de guerras, de exterminios y de conflictos tan antiguos que los magoi no se tomaban la molestia en recordar, con una mente igual de cerrada que los humanos. Alesha apenas recordaba detalles, así que comenzó a investigar, como una guía para principiantes de ser un infiltrado en una guerra de la que no quieres participar, pero tienes mucho que perder. Ella no era la primera en hacerlo, y tampoco sería la última.

Buscó en los archivos, en las voces antiguas que le dieran una guía de qué lograr. Revivió la historia de Agafya, una demonio que luchó en contra de su gente para salvar a quien amaba, y lo terminó perdiendo casi todo al final. Sobre Baltha, el ángel que entre elfos escondió su identidad para inclinar la balanza en su favor. Quiso ver algo de sí en esos seres, esos héroes de guerra que miles de años atrás hicieron un acto que provocó que hoy releyeran su historia.

Baltazar, en qué desastre estaba enredada.

Ojalá pudiese rezarle a algo, pero todos los dioses se habían olvidado de su gente hacía mucho tiempo, si es que alguna vez escucharon. Pero deseaba poder ponerse de rodillas y pedirle ayuda a algo igual de ajeno y grande que este conflicto. Sin dioses, ni espíritus ni guías espirituales a quienes encender una vela y ponerle ofrendas, Alesha estaba sola frente a la boca hambrienta de lobos. Ella, con sus pociones y sus historias, y debía ser suficiente.

Zemblania: Máscara de sangre y colmillos [LIBRO #2]Where stories live. Discover now