Capítulo 25

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VIVIR O MORIR

Santiago

La milicia te enseña a camuflar tus emociones cuando estás en una grande multitud y a apagarlas cuando lo veas necesario. También te hacen conocedor de que cinco minutos son suficientes para vivir o morir en una situación de riesgo.

En mi caso, lo último es algo que no pasará porque soy el mejor soldado que puede tener la base militar que manejo en Rusia. No existe nadie más feroz que yo cuando de mi trabajo se trata, así como tampoco hay quien se me compare ante los métodos que utilizo al momento de iniciar una contienda porque lo suave jamás ha sido lo mío.

Desde que pisé Siria he querido llegar a este punto y finalmente lo he conseguido a base de mucha planeación estratégica para no cagarla. A veces los operativos no son fáciles, siempre existen desvíos e imprevistos que pueden llegar a joderlo todo, algo que realmente me enoja porque no soy de modificar nada cuando ya tengo un plan trazado, así como tampoco acostumbro a quedar como un payaso porque entonces estaría faltándome al respeto pues no estudié tantos años para arruinar mis logros por culpa de un puñetero mafioso.

O soy el mejor en mi trabajo, o no hago ni una verga.

—Escuchen —empiezo a hablar por el auricular especial, y a través del lente de mi ametralladora vislumbro a tres hombres que han salido a montar guardia en el hospital—. Entraremos en acción en tres minutos y haremos lo que les ordené. ¿Tienen alguna duda?

¡No, mi coronel! —responden al unísono, inflándome el pecho en orgullo porque siempre ansié tener poder y la milicia me lo otorgó.

Mi pequeño yo estaría orgulloso de mí.

—¡Bien! ¡Recuerden que hay cien mujeres dentro y veinte niños! ¡Deseo a cada uno de ellos con vida y si matan a uno mejor ni se me pongan al frente que me desquitaré con ustedes! —tomo aire para volver a hablar—. ¡A Ahmed, Emir y Boris los quiero vivos! ¡Sin más, mucha suerte, soldados!

La cifra que les dije es una que tengo gracias a que previamente Jake junto a otros soldados han entrado a cada rincón del supuesto hospital debido al plano arquitectónico que mi ingeniero constructor logró sacar. De ese modo supimos que el lugar cuenta con pocas habitaciones, menos de las esperadas, y en cada una hay diez mujeres dando con ese total de víctimas.

Debo admitir que esperaba más considerando la magnitud de Diamante Negro, pero que sean pocas nos facilita el operativo para agilizarnos pues los todoterrenos ya están listos e incluso he puesto más tiradores en puntos estratégicos por si esto se complica.

Acomodo mi chaleco antibalas y reviso las municiones que cargo conmigo. Reviso el reloj, faltan dos minutos para que entre en acción y ya puedo sentir la adrenalina viajándome en las arterias.

La música del hospital comienza a sonar de forma distorsionada y lejana lo cual indica que Sirena ya está bailando en el tubo. Una vez más reviso el reloj. Queda un minuto, tiempo en el cual salvaré a las mujeres, a los niños y culminaremos parte de nuestros objetivos en el país.

Solo un minuto más.

En mi cabeza empiezo a contar en retroceso conforme avanzo, ajustando mi arma a una altura ideal para ver a través del lente. Hago señales con una mano para los soldados que me siguen y entonces, cuando llego al cero, entramos en acción asesinando a los guardias y azotando la puerta principal para ingresar como hormigas al interior donde rápidamente nos distribuimos.

La música aumenta lo cual me indica que no saben de lo que sucede aquí, por ello hablo por el auricular para informarle a la teniente que voy en camino.

Tornado (Libro 1)Where stories live. Discover now