Capítulo 38.

2.9K 248 24
                                    

CARNICERA

Vicenta


—Boris Novakov estará esta noche en Flintrock —espeta Valentina, mientras apunta al proyector que hace poco instaló. Unas fotos de una taberna acogedora aparecen frente a mis ojos—. Será acompañado por el hermano mediano de Ahmed Makalá, un mercenario que solía asesinar a las mujeres secuestradas que no cumplían su función en Diamante Negro. Su nombre es Bassam Makalá, y llegó esta mañana en helicóptero a la base paramilitar.

—Stavros Constantinou también estará ahí —añade el comandante Panteli, su mandíbula tensa, sus ojos flameando en odio—. Al parecer se reunirán con un piloto escocés que sacará del país a Novakov.

—¿Y Ahmed qué estará haciendo mientras tanto? —cuestiona Bestia, amargura tintando su voz la cual deja en claro que no está contento con lo que pasa.

—Ese dato no aún lo tenemos, mi coronel —responde Valentina, el ruso soltando un gruñido y un puñetazo a la mesa.

—¡Pues me lo investiga inmediatamente que no vamos a concentrar toda la atención en una puñetera taberna dejando sin supervisión la base paramilitar!

Nadie se atreve a discutirle eso porque está claro que todos pensaban enfocarse solamente en ir por esos dos hombres dejando a Ahmed sin supervisión.

—¿Podríamos mandar a su soldado? —cuestiona ella, su voz conteniéndose de ira. El rubio que nos ganó la información sobre la misión de ayer se levanta para hablar.

—Me ofrezco a infiltrarme a la base paramilitar.

Ellos siguen hablando, pero mi atención se esfuma cuando Esteban me localiza en medio de la sala de juntas, sus ojos encuentran los míos para amenazarme y medio sonríe, pero yo solo aparto la mirada sintiéndome avergonzada conmigo misma ya que recuerdo lo que me hizo cuando me encontraba sedada tras mi ataque.

Me remuevo incómoda en mi silla sintiendo punzadas de dolor en mi vagina y ano.

«Te quejas del sexo con tu marido, pero no del que tuviste con Bestia, puta infiel», dice esa voz en mi cabeza, haciéndome apretar los labios al tiempo que una lágrima se desliza por mi cachete porque lo de Esteban no fue sexo, fue una violación. En cambio, con Bestia todo fue consensuado, producto de una bravía lujuria que nos golpeó en medio de la matanza que hicimos juntos.

—¿Debería divorciarme? —susurro a Jesús de la nada, él me ve de reojo.

—¿Por qué lo harías?

—Porque él me... —muerdo mi labio inferior con fuerza frenando lo que iba a decir, en cambio, digo otra cosa—. Recuerda lo que me hizo en la misión. Prácticamente me manipuló para matar a los canes.

Me pregunto cuando podré confesarle a todos lo que me hace mi esposo.

—Es el coronel, Chenta. Está cagado lo que hizo, pero si no hubiese pasado ahorita estuviéramos velando a nuestros soldados.

—Es que no...

Vuelvo a callarme. Decirle lo que pasa es llenarme de vergüenza y miedo donde solo obtendría su lástima, algo que no puedo tolerar. Odio tanto sentirme así de inútil e impotente. Estoy amarrada al peor de los monstruos que fingen ser ejemplares. Sí, no voy a negar que hace buen trabajo, es excelente en la milicia, pero a puertas cerradas solo es un sádico que obtiene placer a través del maltrato hacia mí.

—Entonces imagino que desea que, además de asesinar a Novakov, capturemos a Constantinou —acota Esteban, el comandante mirándolo con intensidad. Ni siquiera sé de qué estaban discutiendo antes de que mi atención se perdiera.

Tornado (Libro 1)Where stories live. Discover now