𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐗𝐕𝐈𝐈

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La tensión en el aire es palpable. Cada paso hacia el campo de batalla parece más pesado que el anterior. Mi mente se llena de un torbellino de pensamientos: la misión, los compañeros de equipo, el enemigo desconocido que acecha en la oscuridad, esos titanes y la verdad. No puedo evitar preguntarme si estoy lista para esto, si estaré a la altura del desafío que se avecina. Pero en medio de la incertidumbre, una determinación feroz arde en mi pecho. No puedo retroceder ahora. No cuando tanto está en juego. Esta misión no es solo para mí, es para aquellos que confían en mí y todo el equipo, por aquellos que dependen de mí. Cada fibra de mi ser está listo para enfrentar lo que sea que venga, para luchar con valor y honrar el sacrificio de aquellos que vinieron antes que yo. No hay lugar para el miedo, solo para la resolución inquebrantable de cumplir con mi deber, cueste lo que cueste.

Tome las riendas de mi caballo firmemente, mire el cielo, ese cielo nublado reflejaba la luz, una única luz de esperanza, sin más mire por un momento el muro, esperaba que mis compañeros estuvieran bien, mire a Eren o bueno su titán inconsciente, quería correr y verlo, pero no tenía que ser ridícula, me pregunto si ellos se molestaran conmigo por esa decisión, quizás hay cosas que nunca dije, es duro, pero incluso así, no puedo arrepentirme y echarme para atrás en esto. Sostuve en mis manos aquel collar de oro que solía colgar de mi cuello, el cual tenía esas iniciales mías, sin más, sabía que el momento llegaba.

El caos era aterrador, las rocas caían, el comandante mandaba a todos a un final atroz, quizás algunos consideran un suicidio, así era, pero si de una forma funcionaba arriesgar nuestras vidas para luchar, lo haremos, sin más justo cuando frente a mí vi a ese titán bestia a punto de lanzar rocas, prepare mi señal de humo, aquel humo verde salía disparado, movía mi caballo evitando las rocas, recuerdo las palabras de Erwin.

—No hay ningún significado, no importa cuáles sean sus esperanzas o sueños, o si tienen una vida feliz o si son descuartizados en pedazos por rocas, todo es lo mismo, los hombres mueren con el paso del tiempo.

—¿Eso quiere decir que no hay ningún significado para vivir? ¿Nacer tampoco tiene un significado? Entonces, ¿es lo mismo para nuestros compañeros caídos? ¿Sus muertes no tienen ningún significado?—vociferó un soldado.

—¡Absolutamente no! ¡Está en nuestras manos darles un significado a las muertes de estos soldados! ¡Esos valientes hombres muertos! ¡Esos pobres hombres muertos! Los únicos capaces de brindar respeto por ellos... Somos nosotros, ¡Los vivos! ¡Nosotros también debemos morir hoy aquí! ¡Y confiar en aquellos que vendrán, después de nosotros, con el mismo deber de darnos un significado! ¡Esa es la única manera en la que podemos luchar en este mundo cruel! ¡Con furia mis soldados! ¡Griten mis soldados! ¡Peleen!

El horror se apodera de mí mientras veo caer a mis compañeros uno por uno, como fichas de dominó ante la furia del titán. Cada grito de dolor, cada rostro angustiado, corta como un cuchillo en mi alma. Nunca quise esto en mi mundo. Mi corazón se contrae con impotencia mientras observo a mi comandante, la roca sobre la que construimos nuestra confianza, caer bajo el peso del conflicto, una roca pasó sobre su costado perforándolo. Las lágrimas amenazan con empañar mi visión, pero no puedo permitirme el lujo de desmoronarme ahora. La rabia y la desesperación arden dentro de mí, alimentando un fuego que amenaza con consumirme por completo. ¿Cómo podemos seguir adelante sin ellos, sin su liderazgo, sin su coraje? Pero en medio del caos, una determinación férrea se aferra a mi ser. No podemos permitir que su sacrificio sea en vano. Debo mantener la cabeza en alto, debo liderar a los que quedamos atrás, debo honrar su memoria con cada paso que damos hacia adelante. Aunque el dolor sea abrumador, debo encontrar la fuerza para continuar, porque rendirse no es una opción cuando el futuro de aquellos que amamos está en juego.

—¡¡No se detengan!! ¡¡Sigamos avanzando!!

Grité con todas mis fuerzas como si fuera a desgarrarme la garganta de nuevo, sé qué compañeros a mi lado temen la muerte, igual yo, algunos quieren retroceder, pero sería cobarde hacerlo, puedo sentir como cada compañero caído, me observa empujándome para seguir. ¿Mi viejo escuadrón estará feliz con esto?, no lo sé, tengo ese miedo, supongo que así se siente el morir, ojalá hubiera hablado más, mis compañeros estarán a salvo por ahora, solo puedo pensar en esos ojos que me atraen, ojalá pudiera verlos una vez más y escuchar el susurro de su voz.

El tiempo parece detenerse mientras enfrentó la inevitable realidad de mi destino. Las ráfagas de viento y el estruendo de las rocas se desvanecen en el fondo mientras mis pensamientos se centran en lo que está por venir. No hay escapatoria. Esta será mi última batalla. En medio del caos, una extraña serenidad me envuelve. Ya no hay miedo, solo aceptación. He llegado al final de mi camino, y aunque mi corazón se estremece ante la idea de dejar atrás todo lo que amo, también sé que mi sacrificio no será en vano o eso quiero pensar. Mis camaradas seguirán luchando, mi legado perdurará en sus corazones. Mis pensamientos vagan hacia aquellos que dejaré atrás, hacia los recuerdos que atesoran en mi ausencia. Quizás esta sea la manera en que debo partir: con dignidad, con valentía, con la convicción de que mi vida no fue en vano. Que la paz encuentre a aquellos que dejo atrás mientras me sumerjo en la oscuridad, listo para abrazar lo desconocido.

¿Armin y Mikasa estarán bien? ¿Qué hay de Jean, Sasha y Connie? ¿Hange y su equipo estarán a salvo? ¿Derrotaron a Reiner y Berthold? ¿El capitán Levi logró matar a los titanes? ¿Eren? ¿Eren está bien? Oh... Eren.

Mientras la guerra arrecia a mi alrededor, me invade un profundo pesar por lo que nunca dije. Cada estallido de violencia me recuerda la fragilidad de la vida y la brevedad de nuestros momentos juntos. En medio del caos y la incertidumbre, lamento amargamente no haber tenido el coraje de expresar lo que realmente sentía. Nunca le dije a Eren lo mucho que significaba para mí, lo profundo que era mi afecto por él.

Cada recuerdo compartido, cada momento de camaradería, se convierte ahora en un eco doloroso de lo que podría haber sido. ¿Por qué guardé mis sentimientos bajo llave, enterrados bajo capas de orgullo y miedo al rechazo? Ahora, mientras lucho en la línea del frente, en la misión suicida, no puedo evitar preguntarme si alguna vez sabrá cuánto lo valoré, cuánto lo quise en silencio. La guerra nos ha unido de una manera que sólo los lazos forjados en el calor del combate pueden entender, pero también me ha arrebatado la oportunidad de decir las palabras que ahora pesan como piedras en mi corazón, aunque también por mi antigua mudez jamás dije. Quizás, en medio de esta vorágine de destrucción y desesperación, aún haya una oportunidad de compartir mi verdad. Quizás mañana nunca llegue, y lamento haber dejado pasar tantas oportunidades. Pero incluso en la oscuridad de la guerra, el amor persiste, aunque nunca haya sido confesado en voz alta. Me enamoré de Eren Jaeger, jamás lo dije, pero quiero pensar que su vida será un poco más larga que la mía.

Una roca está cercana a mí, no puedo esquivar, sin más suelto, poco a poco las riendas de mi fiel corcel, las lágrimas húmedas que caen de mi mejilla es un grito de desesperación y dolor, cierro los ojos, sin más escucho el rechinido de mi caballo, un grito ahogado es lo que suelto, luego un dolor tan punzante que quema, solo siento ese vacío, caigo en algo duro y frío a la vez, quiero abrir los ojos, pero me siento tan cansada que al final, no siento nada más que un grito.


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𝐋𝐄𝐓𝐑𝐀𝐒| Eren JaegerWhere stories live. Discover now