Capítulo 53

143 21 3
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


━━━ ꧁ད ✶ ཌ꧂ ━━━

CAPÍTULO 53

━━━ ꧁ད ✶ ཌ꧂ ━━━


Nuestros pies rozaron el suelo. Ashton y yo nos miramos, sumidos en un silencio abrumador, pero las palabras no llegaron. En ese instante, el mundo se desplomó a nuestro alrededor, y una sensación de angustia se apoderó de mí. Pensé en pedirle que nos llevara hacia Reidar, pero en ese momento, mi mente estaba tan aturdida que apenas podía pensar.

Ashton llevó su atención hacia un punto detrás de mi cintura. Siguiendo su mirada, divisé un débil destello que se aproximaba. Tres objetos se movían con velocidad, idénticos a los que habían herido a Reidar.

Ashton tomó mi mano con firmeza y nos adentramos en el laberinto con determinación.

A medida que avanzábamos, la realidad parecía distorsionarse. Los cristales se alargaban y ensanchaban, retorciendo un tunel a nuestro alrededor.

Aceleramos el paso, pero cuerdas comenzaron a surgir, intentando atraparnos, hacernos tropezar o arrastrarnos. Lo que fuera primero.

—Dime que sabes por dónde vamos —pedí horrorizada. Seguía perturbada, con la imagen de las dagas de Runa, incrustándose en la espalda de Reidar una y otra vez.

No respondió.

Los latigazos se entrelazaron con los proyectiles de los malabaristas. Emergían de un lado, y al esquivarlos por poco, desaparecían en la pared opuesta, como si fueran devorados por la oscuridad.

Finalmente, nos detuvimos frente a un cristal grueso que bloqueaba nuestro camino.

—¿Ahora qué? —pregunté, sintiendo la desesperación crecer en mí.

—La magia puede ser encerrada por los elementos, ¿verdad? —susurró para sí mismo, pero entendí su punto.

Pese a que nos hallábamos rodeados, Ashton aún podía utilizar la magia de los medallones, aunque se encontraran fuera del laberinto.

La última vez que los vi, el artilugio del hombre estaba en la sombra principal, el del primate en una bomba de fuego intermitente y el de la carpa, en manos de Reidar. Tenía que seguir con él.

—¿Qué planeas hacer?

—¿Todavía tienes la rosa y el zapato del monopolio? —preguntó, y asentí—. Entonces, hagamos de esto algo divertido.

Me alejé un poco mientras Ashton preparaba su magia. Arrojó la rosa al suelo, y esta comenzó a absorber la arena, creciendo y formando una barrera protectora que tapaba el túnel por donde venían los ataques.

La sombra de los caídos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora