Capítulo 31

195 35 4
                                    


Oups ! Cette image n'est pas conforme à nos directives de contenu. Afin de continuer la publication, veuillez la retirer ou télécharger une autre image.


━━━ ꧁ད ✶ ཌ꧂ ━━━

CAPÍTULO 31

━━━ ꧁ད ✶ ཌ꧂ ━━━


El tiempo pareció detenerse cuando aquella caja rectangular cobró mayor sentido en mis memorias. El candado, antes asegurando su misterioso contenido, cedió y cayó con un sonido sordo sobre los tablones del escenario. El baúl se tambaleó al abrirse, revelando un espeso vapor que se elevó por encima de él. Sin adornos ni grabados, solo los arañazos en el interior de la tapa, nos dieron alguna pista sobre su historia.

Ashton seguía mirando fijamente el baúl. Era imposible adivinar lo que pasaba por su mente en ese momento, pero su silencio revelaba un trance profundo en el que se encontraba atrapado.

Tratando de romper aquel hechizo, tomé su mano en un gesto de apoyo. Él me miró como si despertara de un sueño, pero la angustia en sus ojos no desapareció. Era evidente que estaba asustado.

—Está bien. —Me sorprendió la seguridad que fui capaz de brindarle. Apretó mi mano y, mientras exhalaba por la boca, su postura se relajó solo un poco.

—Espantoso, ¿o no? —Una nueva intromisión nos sobresaltó a los dos, y al ver la silueta que en algún momento se posó a nuestras espaldas, cruzó por mi mente la idea de que fuera producto de mi imaginación.

Recorrí cada centímetro de su cuerpo, pero todavía no fui capaz de creer lo que mis ojos me mostraban.

—¿Thomas?

—Ya tenía ganas de encontrarme de nuevo contigo, Zara. —Otra presencia ahora ocupaba un lugar sobre el baúl que se había vuelto a cerrar. Lo reconocí por las estrellas en una de sus piernas cruzadas, pero no vi rastro alguno del medallón hombre.

No sabía en qué dirección mirar. Tal vez mi cordura acababa de irse por la borda, pues escuchaba a Thomas y a él hablar al unísono.

—Frey —rezongó Ashton con la mirada en el chico sentado sobre el baúl.

—Dijiste que no lo conocías —susurré.

—No luciendo así —aseveró—. Tenía doce años en aquel entonces. Creció, aunque no lo que debería.

—¿Cómo es posible?

—El mundo de las sombras. El tiempo no transcurre en ese lugar y habrá podido permanecer ahí, sobre todo si tiene dos medallones.

Tenía sentido. En la feria no pudieron atraparme como lo hicieron con mi familia debido al artilugio que ahora llevaba en mi bolsillo.

Pero de alguna forma él también tuvo que estar presente en este mundo, porque de aparentar doce años pasó a lucir de alrededor de los dieciséis.

La sombra de los caídos ✓Où les histoires vivent. Découvrez maintenant