||Capítulo 34.

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Mullingar, Irlanda.

¿Había... había escuchado bien?

Zayn volteó a ver a Liam con la boca semi-abierta, queriendo decir algo. Lo procesaba, ¿Qué era lo que había dicho, lo había escuchado bien? ¿Niall...? No, no, no, no. Todo era mentira, todo debía ser mentira. 

Zayn se quedó en blanco por largos y eternos minutos, mirando a la pared mientras Liam lo veía fijamente a él en espera de una reacción. Las palabras lo torturaban en su cabeza, sentía que explotaba. ¿Estaba... Niall estaba...? ¿Definitivamente...? ¿Cómo Liam sabía...?

—Mientes —dijo al fin en voz baja, monótona.

Liam negó vacilante con la cabeza. Primero despacio, luego firmemente. Sabía que eso estaba mal pero Liam lo necesitaba. Nadie necesitaba tanto a Zayn como él. Lo quería, había hecho de su mundo un todo. Una unión de felicidad inmensa que nunca había tenido, sólo con él. No quería dejarlo ir, no DEBÍA dejarlo y no lo haría, definitivamente. Eso era egoísta y lo sabía, demasiado... pero el peso de que Zayn se fuera no podía soportarlo.

—No lo hago —dijo en voz baja, luego carraspeó y alzó la voz—.  Él está muerto, Zayn. Lo siento. 

Las lágrimas comenzaron a salir al recordar el rostro de Niall antes de que pudiera pararlas. Ni siquiera podía considerar el hecho de no llorar. Tensó los labios y apretó los puños en un intento de no empezar a sollozar. Una serie de imágenes fueron proyectadas cual película en su cabeza: Niall sonriéndole, Niall con las mejillas teñidas de rojo cuando le decía que lo quería, Niall con el cabello despeinado después de correr. 

Niall confesándole su amor ese día en su casa.

¿Nunca volvería a verlo de nuevo? ¿Era un hecho? No, nunca podría verlo de nuevo. Era una afirmación. Nunca vería el rostro del amor de su adolescencia, de su mejor amigo de la infancia. Nunca escucharía su risa de nuevo y tampoco haría su desayuno. Nunca volvería a abrazarlo ni a confesarle en secreto que lo amaba. 

Nunca podría protegerlo, porque no pudo hacerlo cuando lo necesitó. 

Apretó los puños hasta que los nudillos se volvieron blancos. ¿Una vida... sin Niall?

Zayn miraba con recelo a Liam. Era una mirada completamente nueva; herida, llena de dudas. 

—¿Cómo lo sabes? —empezó en voz baja, pero luego la alzó— ¡Contéstame Liam! ¿Cómo lo sabes? ¿Has sabido cosas de él todo este tiempo y nunca me has dicho nada?

Liam se quedó paralizado. Comenzó a sentir la ansiedad creciendo en él como en espiral, primero un poco, luego mucho, se hacía grande, insoportable. 

No, no des el brazo a doblegar, tú lo necesitas, tú necesitas que Zayn se quede. 

Plantó los pies firmemente en el suelo, hizo de sus manos dos firmes puños y lo miró a los ojos.

Yo lo necesito más que Niall.

—Lo supe hace pocas horas. Niall falleció el día en el que pasó todo. 

Lo siento, yo lo necesito más que tú.

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Quizá habían pasado días desde la última vez que Zayn había salido de la habitación. Ya no llevaba la cuenta, todos los días eran eternos sin Zayn a su lado. Se había quedado a dormir en su cama y Liam dormía temporalmente en el sillón.

Cada vez que se metía a la habitación, recibía la mirada llena de sentimiento de Zayn, sus pestañas llenas de pequeñas gotas por haber llorado recientemente, los ojos hinchados, los pómulos rojos, la nariz congestionada. 

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora