||Capítulo 40.

75.8K 8.6K 39.3K
                                    

Doncaster, Reino Unido.

—Basta, Eleanor, espera. 

Eleanor se encontraba encima de él mientras le besaba el cuello, Louis había vuelto de su casa por la madrugada intentando que no se le notara en el rostro aquellos sentimientos que sentía que explotarían en cualquier momento. Con el rostro lleno de vergüenza y de otras cosas que no sabía bien interpretar.

Eleanor había llegado hace una hora y lo primero que había hecho había sido abalanzarse contra Louis. Su novia era hermosa y se lo repetía a sí mismo mil veces al día, no sabía si estaba elogiándola o tratando de convencerse a sí mismo, pero estaba seguro de que ya no podía más con la incomodidad de su pecho. Sentía que le mentía.

¿El beso que se había dado con Harry contaba como infidelidad? No estaba seguro, pero que Eleanor se besara con otra chica no lo pondría exactamente feliz. Debía decirle, tenía que ser sincero con ella y decirle lo que estaba pasando. 

Harry era lo único en lo que pensaba, lo único que estaba presente en su mente. No había otra cosa que no fuera el beso que se dieron en su casa, o la confesión de Harry estando ebrio, recordaba con mucha exactitud cómo se habían sentido sus labios contra los suyos. 

Ya no podía con esa situación de presión en el pecho, se sentía abrumado y Eleanor gimiendo arriba de él no ayudaba en nada. 

—Tenemos que hablar, para, siéntate conmigo un momento por favor El —pidió de nuevo intentando encontrar la calma. 

Eleanor paró un segundo haciendo un puchero pero volvió a besarlo cuando vio que Louis no decía nada, comenzó a moverse encima de él y a gemir, Louis no pudo negar que eso le gustaba un poco, pero por más que intentaba excitarse al mismo nivel que ella no podía.

Porque de nuevo, cuando cerraba los ojos, sólo estaba la imagen de Harry con los ojos cerrados frente a él y sentía sus labios tocándose.

Estúpida imaginación, estúpidos recuerdos. 

Justo cuando pensaba en pedirle otra vez que por favor parara, la puerta sonó tímidamente y Eleanor paró nuevamente. Volteó a ver la puerta de manera incrédula y cuando volvió a sonar, insistente, ella gritó.

—¡Lárgate!

—Eleanor, te dije que pares —dijo Louis a modo de advertencia, un poco más fuerte que antes— Iré a ver quién es. 

Louis pensó en la mínima posibilidad de que la persona que estuviera detrás de la puerta fuera Harry, así que quitó a Eleanor de sus piernas y se puso rápidamente una camisa, se alisó el cabello a como pudo con los dedos e intentando verse de lo más normal abrió la puerta.

Para cuando llegó ahí ya no había nadie, sólo una canasta a sus pies con una pequeña nota. 'Gracias por traer a Harry a casa' se leía y Louis sintió una punzada de culpabilidad por no haber abierto la puerta a tiempo.

||

Habían pasado ya un par de días desde la última vez que Harry y Louis se vieron y Harry jamás había estado tan determinado que en ese momento. Parecía un rayo, se movía de un lado a otro, ordenando papeles, administrando las citas psicológicas, hablando con los huéspedes, haciendo el inventario de comida, contactando con más abogados para los distintos casos de violencia familiar que existían en la fundación.

Parecía un rayo, Jeff y Nick veían su claro cambio. Algo había pasado, se veía esperanzado. La tristeza parecía no ser una opción para él. Pero no se atrevían a preguntar. 

Se acercaba el caso más importante de todos: el de Niall Horan. 

Niall, un precioso adolescente rubio de 17 años que había sufrido una situación de violencia extrema en su natal Mullingar. Había llegado a la fundación gracias a Harry, se había convertido en su adoración. Era un adolescente tierno, hermoso, noble. A pesar de lo que había pasado siempre tenía una gran sonrisa en el rostro. Felicite, su eterna cómplice, siempre estaba a su lado. 

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora