||Capítulo 52.

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Doncaster, Reino Unido.

Anne se encontraba profundamente dormida en su cama con las almohadas esparcidas a su lado, la sábana tapando la mitad de su cuerpo y el cabello revuelto, el reloj marcada las 5:50 de la madrugada y apenas hace un par de horas había podido conciliar el sueño, aún en la profundidad de su descanso se sentía intranquila, llena de deudas del pasado, llena de peso en el corazón. Su encuentro con Troy Tomlinson la había desestabilizado y sin nadie a quién contarle lo que había pasado sentía que le quebraba el alma y que se hundía en un pozo profundo.

Troy... Cuánto daño le habían hecho los años. De aquellos dos jóvenes mejores amigos ya no quedaba nada, solamente estragos hechos por el mismo hombre.

El anillo de bodas de Anne estaba escondido en una de las cajas de su armario y el anillo que ella misma había descubierto una vez en casa de Des Styles para Troy estaba en la mesita de noche, al lado de la lámpara que encendía para poder dormir, era un constante recordatorio que la vida de ambos había sido una farsa. Las luces la acompañaban siempre, nunca había podido superar su miedo a la oscuridad. 

Des... ¿Alguna vez la había amado a ella o había sido un premio de consolación? ¿Una llave a una 'mejor vida'? ¿Se conformó con ella? Nunca lo supo y tampoco lo sabría jamás, no era una opción llamarle por teléfono a Des o visitarlo en la cárcel, después de lo que pasó con Gemma... Lo que le hizo a su propia hija... Lo odiaba con todas y cada una de las partes de su ser. Quería que se muriera, que nadie más en el mundo recordara su miserable nombre. Se arrepentía una y mil veces de no haber tomado la mano de Troy cuando la invitó a huir en el altar, ¿Qué sería de su vida si lo hubiera hecho? ¿Habría sido feliz?

A veces soñaba con eso, con la posibilidad de un futuro mejor. Se imaginaba a sí misma tomando la mano de Troy y corriendo fuera, tirando su ramo de flores en el suelo, tomando un taxi a algún lugar lejos de ahí, viviendo juntos, durmiendo juntos como siempre lo hacían, saliendo, viajando, haciéndose viejos como muchas veces lo imaginaron. 

Pero si lo hubiera hecho jamás hubiera tenido a sus dos maravillosos hijos, a Harry y a Gemma, su orgullo y la razón por la cual se levantaba cada día... Uno había partido hacia un lugar mejor y cada día rezaba a su alma para que encontrara la felicidad y la paz donde quiera que estuviera, y le prometía a su hija que tarde o temprano iría con ella para que no tuviera que estar sola nunca más. 

Aún recordaba la llamada de los oficiales preguntando por su nombre, preguntando su parentesco con Gemma Styles y diciéndole que tenía que ir a Holmes Chapel de inmediato a reconocer el cuerpo en la morgue. Recordaba las lágrimas de Harry, sus gritos, las manos temblorosas, el borroso recorrido en auto mientras Harry se aferraba a la blusa de su hermana en el asiento del copiloto, lo que sucedió después fue una horrible pesadilla que aún tenía en las noches. los meses siguientes fueron borrosos y traumáticos. Des seguía en la cárcel y esperaba que muriera ahí, en la miseria, donde merecía pudrirse después de todo lo que le hizo... No sólo a ella, a Troy. Los quebró a ambos. 

Esa noche uno de sus mayores anhelos se hizo realidad, un regalo de la vida hacia ella y hacia Troy, una posibilidad de libertad. 

El teléfono sonó tres veces antes de que una Anne desorientada contestara, tenía la voz ronca y veía borroso, los primeros rayos de la luz del sol se colaban por la ventana dándole a la habitación un tono naranjoso, Anne parpadeó un par de veces para enfocarse y le pidió amablemente a la persona detrás del teléfono que reformulara su pregunta. 

—Disculpe, no lo escuché, sigo algo dormida —se disculpó ella— ¿Podría repetirme lo que dijo, por favor?

—Le pregunté si usted es la señora Anne Styles.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora