||Capítulo 54.

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Doncaster, Reino Unido. 

Louis escondió sus manos debajo de la mesa para que no temblaran pero fue imposible que el escalofrío no le recorriera todo el cuerpo, Troy, su padre, estaba frente a él con la mirada perdida y parecía haber envejecido 30 años, estaba delgado y su rostro se encontraba demacrado, un par de ojeras profundas adornaban sus ojos, estaba pálido y tenía aspecto de vomitar en cualquier momento.

No pudo ver la reacción de Felicite pero por el rabillo del ojo percibió que su cuerpo se erguía y el apretón en su mano izquierda se hizo más fuerte, Louis respiró profundamente y se obligó a tranquilizarse. 

Pero su hermana no hizo lo mismo, en el momento en el que Troy se sentó en la mesa completamente, Fizzy soltó su mano abruptamente, se levantó de su asiento y le propinó un puñetazo en la mejilla que hizo crujir sus nudillos. Troy inmediatamente comenzó a sangrar del labio inferior.

—Maldito animal.

La furia de su hermana era visible y palpable, tanto que los guardias no se atrevieron a acercarse a pesar de la violencia ejercida. Su padre pareció en estado de shock unos segundos pero finalmente se llevó la mano a la boca y limpió la sangre que se había acumulado, Louis estaba seguro que le había tumbado algún diente. Sin embargo Troy alzó la vista, altanero y habló.

Se le heló la sangre.

—Quisiera saber qué es lo que trae a mis dos hijos a visitar a su padre, pensé que los extraños y asquerosos hábitos que desarrollaron gracias a sus amiguitos los habían alejado de mí.

El tono de su voz era algo que jamás podría olvidar, ese tono frío y lleno de odio, esa voz que lo había acompañado en sus peores pesadillas y en los recuerdos que aún le daba miedo recordar en terapia. Al parecer Fizzy era pura energía y odio porque ni eso la detuvo, se limitó a sobar su mano de manera discreta unos segundos y volvió a sentarse, tenía en el rostro una extraña expresión de satisfacción.

Felicite sacó la pequeña mariposa que tenía su cadena y la tocó con las yemas de los dedos, parecía aferrarse a ella como si la vida dependiera de ella y a pesar de que quizá estaba llena de emociones y sentimientos no había ni indicios de una lágrima en sus ojos.

Jenn.

—¿Te gusta la cárcel? —se burló ella— Al fin estás en tu paraíso, lleno de hombres. 

A pesar de ser un comentario sarcástico Louis pudo ver cómo los hombros de Troy se tensaron y hasta él mismo sintió un hormigueo, Fizzy no pudo haber dicho un comentario más acertado para que le doliera que ese, sin duda le llegó a los huesos a su padre. Recobró la compostura muy pronto.

—Mereces la muerte —siseó Felicite incapaz de controlarse—, mereces todo lo malo que te ha pasado y mereces más, ojalá te mueras de la manera más dolorosa. 

—Lo mismo digo —su padre sonrió, sus dientes llenos de sangre le daban un aspecto más lúgubre. 

—En ese caso, nos volveremos a ver en el infierno.

Fizzy le hizo una señal obscena con el dedo y se dio media vuelta, lista para irse, no se detuvo cuando Louis le gritó que volviera. Había sido una pésima idea haberla traído y se lo esperaba, esperaba ese torbellino de furia en el que se había convertido, tenía que admitir que él no se hubiera atrevido si quiera a pensar en la idea de lastimar físicamente a padre, pero ahí estaba ella, su hermana menor, llena de valentía y coraje, probablemente con una mano lastimada pero con la satisfacción de haberle destruido un diente a la persona que destruyó todo de ella.

Sin embargo Louis de verdad había imaginado contar con el apoyo de su hermana toda su estancia ahí, porque el simple hecho de tener a su padre frente a él hacía que sintiera ganas de vomitar.

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora