||Capítulo 46.

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Doncaster, Reino Unido.

Los pasos resonaban en el suelo como si fuera el único sonido del mundo, sin embargo, el pasillo estaba lleno de personas que iban y venían con rostros serios y destrozados, con las mejillas enrojecidas llenas de lágrimas y los ojos hinchados. Anne suspiró y se aferró a la pequeña caja que su mano sostenía y se preguntó del uno al diez qué tan mala idea había sido tomar la decisión precipitada de ir ahí sola, sin aviso, sin decirle a nadie, sin una señal de que después de tantos años se presentaría como si nada hubiera pasado, como si fuera todavía esa joven de la universidad y no le hubiera destrozado la vida.

¿Qué exactamente le diría? 'Hola, soy yo, lamento haber arruinado tu vida porque sé que lo hice, pero también me lastimaste aunque eso no es justificación', '¿Me recuerdas? Nunca te olvidé, no hubo día en el que no pensara en ti'. 

No detuvo su andar a pesar de que el corazón le latía rápidamente contra su pecho, había tomado su medicación y el doctor le había dicho que evitara disgustos y problemas por sus problemas cardiacos. Pero esto no podía esperar más tiempo y se reprochaba el hecho de que no lo hubiera hecho antes, de que no hubiera reaccionado antes y hubiera buscado a Troy desde el segundo en el que desapareció de su vida.

Estúpida, había sido estúpida, necia y terca al quedarse con Des y creerle, al creer su mentira, al creer sus palabras cuando él la había visto a los ojos y le había jurado que Troy solamente estaba obsesionado con él y que realmente quería separarlos. Todo era claro ahora, el dolor de Troy en sus ojos no reflejaba el dolor de alguien a quien lo descubren en una mentira, estaba destrozado. Era el dolor de un corazón roto. 

 ''Anne, no sabemos cuándo puede fallar tu corazón, puede ser mañana o puede ser en diez años y eso depende de cómo te trates y te cuides. Eres una mujer buena y sé que la vida te tendrá entre nosotros muchos años porque mereces vivir''.

Mentira, los doctores le decían cosas falsas. Ella no merecía vivir por todo lo que había hecho. Ella y Des habían sido la causa de todos los problemas de los demás en el futuro, eran los causantes de la cadena que los fue derribando a todos. Eran las espinas de las rosas. 

—Buenas tardes, ¿A quién viene a visitar? —preguntó el oficial en la entrada, parecía bastante desinteresado y tenía ante él una computadora (quizá para anotar el nombre de los reclusos que tenían visitantes).

Anne respiró y miró fijamente al guardia. Ella se veía como si estuviera en una lucha consigo misma y él la esperó paciente, muchos familiares de las personas que se encontraban encarceladas se sentían mal en las visitas las primeras veces. Querer a alguien que había cometido un delito y perdonarlo era un proceso difícil, muchas veces ni siquiera los podían ver a los ojos, la mayoría lloraban (y no dejaban de hacerlo). 

—A Troy Tomlinson.

Era tiempo de que todos supieran la verdad. Incluida ella misma.

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Después de dos meses Troy dejó de ir a la universidad. 

No volvieron a verlo jamás, no volvió para terminar el semestre y definitivamente no volvió para la graduación. Nadie supo qué había sido de él y era preferible no preguntar, nadie lo quería cerca.

Des lo buscó con la mirada todos los días después del incidente y cuando Troy le devolvía la mirada lo ignoraba por completo, pero al menos tenía el consuelo de verlo. Nunca intentó hablarle porque quería que pasara más tiempo antes de volver con él mientras Anne se calmaba, pero de pronto un día nunca lo encontró. Intentó contactarlo cuando Anne no estaba cerca y cuando fue a su casa ya no había nadie habitándola, ni su padre ni él. Unos meses después un letrero con el anuncio de 'se vende' estaba colgado en una de las ventanas. 

Detrás del arcoíris ||L.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora