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Cuando me desperté y salí del camarote aún no salia el Sol. Perfecto. No quise despertarla, por lo que prácticamente me vestí muy rápido y posiblemente tenga los pantalones al revés. Hago un recorrido extenso si se puede decir con la meta de hallar la cocina. Eventualmente lo hago, me sorprende encontrar dos mujeres trabajando para hacer el desayuno, era obvio que la cena tan deliciosa de anoche no se había preparado sola, pero no me dio en tiempo de conocerlas como es debido. Ambas de piel oscura, como el hombre que se encuentra encarcelado abajo,  cabellos rizados, mucho más altas que yo.

—Buen Día— dejé que mi voz salir suavemente, aún así ellas saltaron por la impresión— .Soy Lauren Jauregui ¿Puedo saber sus nombres?

-" Soy Marta, y ella es Izolda" Dijo la más baja de las dos señalando a la otra, esta se veía un poco mayor.

— Es un gusto conocerlas— se ven muy agradables — ¿Puedo saber que están preparando?

_Sólo avena, el Capitán dejó claro que no quiere gran cosa para el desayuno— esta vez habló Izolda, con su inconfundible acento cubano.

—¿Cree usted que tarde mucho en estar lista la avena? Es que me gustaría llevar el desayuno a mi camarote.

—En breve estará listo Señora— Izolda responde a mi interrogante.

— Insisto en que me llamen Lauren por favor— se miraron entre sí. No costaba mucho complacer eso, me encantaría que lo hicieran, y comprendo que tengan dudas sobre si confiar, y me encargaré de que lo hagan.

—Esta bien Lauren, en breve estará lista la avena.

Como dijeron, pasó poco tiempo para que la avena estuviera lista, ya Izolda, la mujer más joven, se encontraba sirviendo un plato para mi.

—En realidad necesito dos porciones, si no es mucha molestia.

—Te dije Marta que era para ella y su marido— le escuche susurrar, casi me río.

—A lo mejor sólo está hambrienta— devolvió la respuesta en susurro a Izolda.

-—No estoy casada y tampoco estoy hambrienta, es para mi y para, bueno, mi sirviente— expliqué con dificultad— ella no esta en todos sus sentidos para subir.

—Raro— susurró Marta a Izolda más bajo, pero igual logré escuchar. Decidí ignorarlo, me entristece que cataloguen a todos en un mismo paquete.

—Y ¿Alguna de ustedes está casada? ¿O tienen a su familia en casa? — intenté desviar la conversación, al parecer que le lleve la comida a la habitación a mi "sirviente" esta mal visto por ellas también. Además que si quería ganarme su confianza, y yo la de ellas, debíamos conocernos.

—Yo lo estoy— habló Marta—. Pero ella no— señaló a Izolda.

—¿Por qué esta aquí entonces? ¿Ha huido de su marido? Puede responder si es que no le resulta muy íntima mi pregunta— fui apresurada y directa, yo también tiendo a catalogar, y con mi escasa experiencia con hombres eso fue todo lo que me quedó.

—No, para nada, él esta aquí en este barco, sólo que no como un tripulante sino...— ella también sintió que hablaba de más, por eso se inmutó de continuar.

—Como el prisionero— complete su frase y ella asintió.

Cuan grande es el amor de ella hacia él como para seguirlo prácticamente hasta la muerte, cuan grande es el amor de estas personas como para sacrificarse los unos por los otros, si hubiera tenido ese amor en mi vida no estaría aquí en este barco, escuchando esta historia de amor imposible.

—¿Qué ha hecho él para estar apresado?

—Simplemente me defendió, el hombre blanco iba a golpearme y él lo golpeo primero, entonces lo tomaron entre varios, lo amarraron, y lo subieron a este barco, no sabia que hacer ni que sería de su vida así que me he subido abordo para estar con él. A Izolda la he conocido aquí, y se ha convertido en una gran amiga.

Mar Dorado | Camren.Where stories live. Discover now