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Me desperté sintiendo un vacío, ella no estaba acostada a mi lado, aún así podía palpar el calor de su cuerpo en las sabanas y ser bendecida por el delicioso olor a menta que desprendía su cabello en la almohada. Estiré mi cuerpo antes de ponerme de pie y salir al balcón a su búsqueda. Nada, no estaba ahí, entonces los más seguro es que estaría en el baño así que emprendí paso hasta allá.
—Camila— mi voz desgastada por falta de agua resonó en la habitación— ¿Estás aquí?

—Lo estoy, dame un momento para salir— gritó ella desde adentro.

Aproveché para estirar mi cuerpo un poco más, que Camila duerma a mi lado encima de mi cada noche no se puede comparar con nada, como tampoco el dolor que siente mi cuerpo al despertarme por las mañanas. Me senté en la cama y sin nada que hacer me puse a enrollar mi cabello con mi dedo. Cuando por fin ella salió del baño tenía abultado su pantalón, su cabello se veía húmedo, la humedad de su cabello hacia transparente su camisa blanca marcando un poco su cuerpo debajo esta.

—Adivina qué— su sonrisa juguetona sobresalía.

—Apuesto el desayuno a que ha venido tu periodo.

—Lauren es asqueroso mezclar la comida con ese tema— hizo cara de asco pero al mismo tiempo se reía.

—Entonces me gané doble desayuno— hizo un ademán de estar molesta. Es muy temprano para esto. Lo que me había quedado claro era que nadie se metía entre ella y su comida, ni siquiera había excepción conmigo—. Ven aquí, me dejaste durmiendo solita— hice un ligero puchero.

—Tú siempre me dejas sola en las mañanas— se sentó a mi lado y se inclino a abrazarme. Tenía una combinación extraña de olores entre coco y menta, olía exquisito.

—Hueles muy bien— aspiraba entre su espalda y su cuello, ella se separó riendo

—Eso me da cosquillas Lauren, no lo hagas— lo volví a hacer, escuchar su armoniosa risa es una excelente forma de empezar nuestro día—. En serio.

—Ya está bien, yo también iré a darme un baño.

La solté y fui a buscar unos calzoncillos y una camisa para ponerme, tomé el pantalón de ayer y lo metí al baño junto con una toalla. El agua estaba helada y tardé un poco más en bañarme ya que a la primera que iba a echarme el agua acababa saltando y la echaba al piso. Me sequé muy bien, el agua al principio estaba fría pero después estaba deliciosa y quería seguir bañandome hasta que se acabase, pero tenía a Camila afuera sola y para hacerlo más dramático con su periodo. Me vestí con una camisa azul oscura, me coloqué los calzoncillos y el pantalón negro. Sequé lo más que pude mi cabello, hice un poco de limpieza bucal con algo que estaba en un pequeño estante que decía que era para los dientes, era de hierba buena con menta y dejaba un buen sabor en la boca. Luego de sentir que ya estaba lista salí.

—Casi me duermo esperándote— dijo levantándose de la cama para quedar sentada.

—Pobre Camila, ¿Tienes hambre?— asintió— Yo iré a buscarte de comer, porque supongo que no saldrás con esos pantalones así— los señalé.

—Me da hasta vergüenza mostrartelos a ti— se sonrojó ante su comentario. Me acerqué hacia ella colocandome a su altura en la cama.

—Pienso que te ves adorable, en estos momentos te envidio tanto, me gustaría que a mi me quedaran tan bien como a ti— tomé su rostro por sus coloradas mejillas con intención de ver sus hermosos ojos, ambas sonreímos al encontrarnos —¿Puedo...?— solicité pasando mis dedos por sus labios, afirmó con su cabeza.

Sin pensarlo dos veces cerré el espacio entre nosotras y ataque sus carnosos labios a los que extrañaba tanto, lento y delicado como a mi me gustaba y al parecer a ella igual. Mi estómago inició una fiesta interna al sentir sus manos en mi cuello, me encanta, me encanta besarla. Nos separamos un momento, juntando nuestras frentes.

Mar Dorado | Camren.Where stories live. Discover now