Extra - El Secuestro de Rudd

10.6K 627 382
                                    

Ethan se encargaba de dirigir la nave en la cual navegábamos, no lo suficientemente grande para no llamar la atención. En sí la llamaríamos, ya que Ethan puede ser reconocido fácilmente por su pueblo. Camila cocinaba, yo era su ayudante, al menos eso pretendía ser, sólo quería estar a su alrededor mientras ella dejaba fluir el arte que puede hacer en la cocina, se le da de maravilla a pesar de esos recursos tan limitados que teníamos estando a la deriva en el mar.

En algún momento me apoyé cerca de lo que ella cortaba y derribe algunas verduras al piso. Mis ojos se abrieron de una forma exagerada al notar lo que mi torpe codo había provocado, era una suerte para mi que ella estuviera volteada creando el fuego en la improvisada caldera que se tenía para cocer los alimentos, así que cogí de la madera lo que reconocí como papas de inmediato y busqué con desesperación dónde ponerlas.

—Traelas Lauren, limpialas con esta agua— no tengo idea de como me descubrió si no se ha volteado.

—Lo siento amor mío— caminé con la mirada baja hacia su dirección.

—No importa mi cielo, podemos realizar otras actividades juntas— besó con cuidado bajo mis labios. Definitivamente la cocina no era para mí y mucho menos podía intentar ejercerla con ella—. Coge el agua de tomar y las lavas, colocalas donde estaban con sumo cuidado y te alejas con prudencia— sus ordenes se oyen dulces para lo que de verdad representa.

—Lo haré bien, sin preocupaciones— no sé si trataba de convencerme a mi o a ella.

Por supuesto que me lo cumplí todo al pie de la letra, no era una petición compleja o imposible, no obstante dentro de mis habilidades con lo que respecta la comida merecía un aplauso y un beso, el cual no tardé en reclamar al momento de estar a su lado nuevamente luego de colocar las papas con sumo cuidado junto a las otras.

—La desidia y el cocinar no hacen un buen equipo— advierte, y luego yo soy la prudente. Mi cuerpo no podía aguantar estar sin su contacto, el beso era una excusa para abrazarla por la espalda y quedarme ahí una eternidad.

—Te aseguro que hacen un mejor equipo que el cocinar y mi persona— mi intención en primera instancia no era distraerla de su labor, fue en el instante en el cual me concentre tanto que la melodía de las olas llenaron mis oídos, murmurando un sonido inexistente, susurrándome que bailara—. Concedame esta pieza hermosa damisela.

—No existe pieza alguna estimada dama, debe estar al borde de la locura— sus palabras, como de costumbre, contrarrestan sus acciones. Su cuerpo va de lado a lado en cortos y sutiles movimientos siguiendo una melodía que no está, nuestras manos se enlazan tal cual piezas perfectas fueran, mi nariz pasea por su largo cuello.

—¿No lo estamos ya? No lo siente cómo una ilusión, el estar coincidiendo esta noche, bajo esta luna y dentro de esta madera que pronto no será nada. El roce de nuestras almas ¿No lo siente? A cada segundo la melodía resuena en sus oídos con más fuerza, el choque, la retirada, mis labios, los suyos ¿Estoy delirando qué está a punto de cederme este baile? Qué mis dedos gozan al rozar la tela de sus vestiduras ¿Lo siente ahora?— la guié hasta lo que quería, que bailara conmigo como si nos encontráramos en una fiesta —Digame ¿Lo siente?

—Lo hago— sus finos movimientos se convirtió en frenesí para mi, el poder seguirlos, darles continuidad, es mi elixir sagrado —. Adelante, atrás, su cuerpo, el mío ¿Me permite asumir algo?

—Mi placer oírla, asuma con libertad preciosa damisela.

—¿No hemos hecho esto antes mi querida dama? Me tienta, me dejo, me tiene, la tengo ¿Hemos caído nosotras en un vicio? ¿Ha caído usted por mis encantos? ¿O es una simple ilusión que mi conciencia crea para lo que usted no se atreve a hacer?

Mar Dorado | Camren.Where stories live. Discover now