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La esperaba en el camarote sentada en la cama, ansiosa a que cruzara por esa puerta y a la vez muerta de terror ¿Qué se supone que debo hacer? No puedo negar que lo de hace rato me ha encantando, me ha encantado la manera en la que sus ojos me miraban, me ha encantado el contacto que hizo con mis labios, me ha encantado todo el cosquilleo que hizo mi cuerpo, me ha encantado su cuerpo sobre el mio. Cuando me di cuenta de lo que pasaba me asusté, el hecho de que haya estado en ese escenario con una mujer, y vaya mujer, según la gente no es correcto, pero a mi ha parecido una de las mejores cosas que me ha pasado en años.

Escucho la puerta abrirse y ella entra, se ve tensa y nerviosa, como si fuera a comerla o algo parecido, lo que no sabe es que yo estoy el doble de ella por lo que pasa por mi mente. Me levanté y caminé hacia ella, detuve mi andar cuando estuve al frente y la miré a los ojos, sus hermosos ojos que ahora estaban verdes brillantes. Me quedé mirándolos un buen tiempo antes de bajar la mirada hacia su nariz y luego hasta sus labios, los que había rozado hace nada e inconscientemente moría por volver hacerlo. Subí mi mirada nuevamente, posicionándola en sus ojos.

—Camila ¿Podemos hablar de lo ocurrido?— musita, el temor es evidente— Sé que no estuvo bien.

—¿Cuando vas a aprender a callarte?— susurré de vuelta. Llego a frustrarme en ocasiones porque ella tiende a dar explicaciones innecesarias.

—Pero es que...

—Shh— de un arrebatamiento coloqué mis dedos sobre su boca, no quería frustrarme ahora, lo que tenía en mente era mejor.

Algo en ella me hacia actuar de esta forma. Cerré más el espacio que teníamos y le tomé el rostro, aún con nuestras miradas juntas me atreví a mirar sus labios más de cerca, tentándome, pude notar que ella también veía los mios.

—Sólo dejame hacer algo— decidí pedirle permiso, y así no me lo diera estoy seguro que mi cuerpo irá por lo que quiere, rozar esos labios rosas pálidos que tanto han llamado mi atención desde que la conozco.

Susurré encima de sus labios, y comencé a rozarlos justo como ella lo había hecho. Mis piernas estaban flojas y tuve que llevarla hacia adelante pegando su cuerpo de la puerta para apoyarme. Algo de su saliva había quedado mojando mi labio superior; atrapé todos esos suspiros que se escaparon de ella. Nos separamos ella soltó un sonoro suspiro, me miraba curiosa y apuesto a que mi cara estaba toda colorada.

—Dejame besarte— me atreví a pedirle sin poder despegar la vista de sus ojos.

Solté eso y la vi asentir lentamente. Me miraba embelesada, bajo su mirada a mis labios y los lamí involuntariamente.

—Cierra tus hermosos ojos verdes.

Este era el momento de la verdad donde me caía de cuenta de que en mi vida he besado a alguien. Recordé a Marta y a su esposo José en la cubierta, ella tomó con sus labios uno de los de él y parecía chuparlos, como si comiera una naranja pero con más sutileza. Imité sus movimientos y suavemente tome el labio inferior de Lauren con los mios, sus brazos rodearon mi cintura y me pegó más a su cuerpo. Sentía que iba a morir ahí mismo, y Dios, no sabía como pero esto debe sentirse al estar en el paraíso. Ella hizo la misma presión en mi labio superior, una presión profunda sutil a la vez, uniéndonos en un beso, mi primer beso. Me sentía completa y viva en este momento, nunca pensé que iba a sentirme de esta manera con nadie, tan especial, tan única, y sobretodo, tan querida.

Me separé por falta de aire, su respiración era un poco agitada y sus mejillas tornaron a carmesí, sus ojos se veían un verde más oscuro pero siguen siendo los más hermosos que he visto en mi vida.

—Eso ha sido... Wow— expresó casi sin aire.

Un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo al verla y escucharla hablar. De sorpresa tomo mi rostro y fusionó sus labios con los mios de nuevo. Sentí que mis piernas iban a fallarme y crucé mis brazos alrededor de su cuello, esta vez no dejé mis labios estáticos y comencé a moverlos como lo había visto hacer a Marta, Lauren imitando mis movimientos, al principio un poco torpes, pero luego estábamos en sincronía, como si lo hubiéramos hecho antes una y otra vez; a mitad del beso ella sonrió para luego separarse de mi lentamente.

Mar Dorado | Camren.Where stories live. Discover now