44

13.1K 918 326
                                    

Pasaron varios días hasta que la comida se agotó, al igual que el ron y el vino. El Capitán propuso atacar algún lugar para abastecernos, incluso ofreció volver a Honduras, una idea que no era de mi agrado, volver a ese lugar me atormentaría nuevamente.

Quedamos en que, nos separaríamos los cuatro barcos, todos con diferente rumbo y se atacaría alguna isla cercana, hasta alguien propuso comprar la comida ya que la debilidad del cuerpo por falta de comida y bebida era mucha. Eso por supuesto no era una opción para el capitán.

Camila y yo habíamos pasado la tarde bebiendo del ron que se suponía cumplía la función de mantener limpia su herida. Nunca me consideré gran amante de el ron principalmente, siempre fui más de vino, pero cuando los tiempos son difíciles como los de ahora hay que adaptarse a lo que venga.

Camila estaba feliz y risueña, con decir que yo levantaba la mano y se reía, soplaba el poco viento que llegaba al camarote y se reía, todo parecía causarle gracia.

—Es conveniente que guardemos algo para luego— quité la botella de sus manos, sus manos eran torpes que a diferencia de las mías estaban firmes y ágiles.

—Es conveniente que me regreses la botella— rió luego de decirlo, como si hubiera contado el mejor chiste del mundo.

—Camila ¿Quieres dormir un rato?— ofrecí como última alternativa. La última vez que ella se emborrachó levemente casi le dice a Ethan y a Marta sobre el lunar que tengo en mi seno derecho, no quiero averiguar que más puede decir.

—No quiero dormir, quiero bailar, baila conmigo Laur— movía su cabeza hacia los lados, tratando de seguir el paso de una melodía inexistente.

—Bailaré contigo si duermes un rato.

—No quiero dormir— se cruzó de brazos.

—Ven, vamos a la cama— me puse de pie tendiéndole mi mano para ayudarla, si el ron le había hecho tanto daño no creo que pueda dar más de dos pasos, incluso no creo que pueda ponerse de pie.

—Yo puedo sola— siempre tan terca.

Como dije, no podía ni levantarse, en sus dos primeros intentos se iba hacia atrás, era muy gracioso. Por más gracioso que fuese se estaba lastimando en cada caída, por lo que rápidamente dejé la botella de ron el alguna parte y fui a ayudarla. La abracé para mantenerla de pie, parecía un papel mojado por la debilidad que sus piernas tenían.

—Te tengo— yo no entendí en el momento que quiso decir con eso, y justo cuando iba a avanzar con sus manos tomó mi rostro y me besó salvajemente.

Yo le correspondí por supuesto, era algo inevitable. Sus labios a pesar de haber tenido contacto con el ron hasta hace escasos momentos se me hacía lo más dulce que probé en mi vida. Sus manos dejaron mi rostro para dirigirse a mi cuello y posteriormente al principio de los botones de mi camisa. De inmediato me separé de nuestro beso.

—Vamos a la cama— hablé en un tono suave.

La acosté, yo quedando con medio cuerpo encima de ella. Acomodé su cabello un poco antes de soltarla del todo y dejarle un beso en su frente.

—Quiero hacerte el amor— tomó uno de mis brazos, un agarre algo débil.

—Yo también, mas no es conveniente justo ahora— admití sin querer darle muchas esperanzas.

—Pero si ya estoy curada mira— subió su camisa mostrándome su herida ya cicatrizada por completo.

—No es eso mi vida, estas muy tomada y no quiero hacerte el amor así. Duerme un poco por favor.

Mar Dorado | Camren.Where stories live. Discover now