Capítulo 17: 1989

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-Buenos días -nos saludó Cloe entrando en la cocina con Tommy cogido de su mano-. Adam se ha quedado en el coche, esperando.

-Pues que espere, porque aquí nos queda aún un rato -rió mi abuelo-. ¿Quieres algo de comer?

-Oh, no, gracias. Ya hemos desayunado.

-Las tostadas están buenas -dije ofreciéndole una-. El abuelo insistió en que Daniel tenía que aprender a hacer pan y ahora tenemos como tres hogazas.

-Y otras dos chamuscadas en la basura... -murmuró el padre de Daniel y este lo fulminó con la mirada.

-Tiene que aprender a hacer cosas básicas -dijo mi abuelo mientras untaba una tostada con mermelada de albaricoque antes de dársela a su nieto-. Ya verás, esta semana le enseñare a hacer tarta de verduras.

-Umm que rico -murmuré. Le sonreí a mi tía aun con la tostada en la mano y ella la cogió devolviéndome la sonrisa.

-¿Lucy no viene? -preguntó mi madre.

-No, van a pasar el día con los padres de Lucas, así que han salido temprano -saboreó un trozo de tostada masticando lentamente, con los ojos cerrados-. Vaya Daniel, está realmente buena.

-Gracias -le sonrió orgulloso. Busqué su mano por debajo de la mesa y se la estreché cuando la encontré. El me devolvió el apretón y me sonrió de lado.

-Mi aprendiz de Chef -le sonreí de vuelta.

(***)

Dentro de pocos días sería el cumpleaños de Daniel. Iba a cumplir los diecinueve y estaba muy emocionada porque lo celebraríamos en Houston. Sus abuelos se pusieron tristes, y se lo dejaron bien claro antes de montar en el avión hacia América, pero comprendieron que esto era muy importante para mí y para mi madre, y le dijeron que, aunque estuviesen muy disgustados, lo entendían y que tendría que esperar a la vuelta para recibir su regalo.

Cloe había propuesto ir todos juntos al centro a pasar el día. A hacer compras y luego irnos todos juntos a comer a algún sitio y volver para la cena. Todos estábamos entusiasmados con la idea, sobretodo yo, porque iba a poder comprarle el regalo de cumpleaños a mi novio.

Llevaba ya varios meses pensando qué comprarle y de pronto, días antes, la idea me vino a la cabeza.

-¿Qué es eso? -preguntó Daniel, que me había pillado saliendo de una tienda de electrónica, refiriéndose a la bolsa que tenía en las manos.

-Nada -golpeé su mano que intentaba coger la bolsa de plástico-. Ni se te ocurra acercarte a esta bolsa.

-Es mi regalo, ¿verdad? ¿Es mi regalo? -intentó arrebatarme la bolsa de nuevo y me puse frente a él señalándolo con mi dedo índice.

-Daniel, va en serio, ni se te ocurra acercarte a esta bolsa o te juro que lo devuelvo antes de que puedas usar lo que hay dentro.

-Sí que es mi regalo -sonrió entusiasmado-. ¿Me va a gustar?

-Eso creo, por eso lo he comprado -lo cogí de la mano y entrelazó nuestros dedos-. Y si no te gusta, miente y dime que sí, ¿vale?

-Seguro que me encanta -me besó la mejilla.

Caminamos por la calle mirando los diferentes escaparates. Mis tíos, junto a mi abuelo y Tommy, entraron en un gran centro comercial. Tenían que comprar ropa y material para el nuevo año escolar de Tommy, y mi abuelo simplemente estaba encantado de pasar tiempo junto a su hijo y su nieto.

Nuestros padres por otro lado no tenía ni idea de dónde estaban, pero estaba segura de que estarían bien. Mi madre conocía bien aquellas calles.

El amor conlleva sacrificioWhere stories live. Discover now