Capítulo 29: El amor conlleva sacrificio

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Narra Katy

Estaba claro que no iba a dormir nada aquella noche. Me estaba congelando en el establo, y hacía rato que había dejado de sentir los dedos de los pies. La manta que me había dado Daniel era gruesa y caliente pero picaba muchísimo, y era simplemente incapaz de cubrirme el cuello y la cara con ella. Si había algo que odiaba en aquel mundo era la ropa que picaba; aborrecía esa manta.

Por lo menos Cobalt parecía estar relajada, al menos por un rato. Se había pasado casi dos horas tosiendo de la manera más aterradora que había oído en mi vida, pero al parecer en aquel momento estaba mejor.

-¿Tienes frío?

Me giré y me encontré a mi madre en la puerta de la cuadra.

-Sí, y no puedo cubrirme con la manta porque...

-¿Pica? -interrumpió.

-Exacto.

Me miró por unos instantes y acto seguido se soltó el nudo de su bata morada y me la dejó sobre el regazo. Cogió la manta de Daniel y se cubrió con ella.

-Gracias -dijo mientras disfrutaba de la tela aterciopelada inundada en el aroma de mi madre.

-¿Puedo sentarme?

-Claro.

-¿Qué tal se encuentra? -preguntó sentándose a mi lado.

-Bien, bueno, bien no, pero algo mejor. Daniel me ha dicho que estás preocupada.

-Por supuesto que estoy preocupada, es Cobalt.

-El caballo de papá.

-Sabes, tu padre nunca dijo que Cobalt fuese suyo. Decía que a él nunca le perteneció ningún animal. Que no tenían dueño, al igual que los hijos. Solía compararte con Cobalt. Decía que al igual que tu no le pertenecías, Cobalt tampoco, decía que tu eras su hija y Cobalt su amiga, su hermana.

>> Consideraba que, mientras la gente dice que compra mascotas, él compraba segundas oportunidades. No solo para el animal, también para él. Siempre decía que cuando pagabas por un animal, lo que pagabas era la oportunidad de amar, de dar una vida mejor a un ser vivo y al mismo tiempo, comprabas una oportunidad para ser una mejor persona -hizo una larga pausa, tal vez esperaba que yo dijese algo, pero no tenía nada que decir-. Jamás he conocido a una persona tan inteligente y con un corazón tan grande.

Ya lo sabía, ambas lo sabíamos. Mi padre era la persona con mayor corazón que conocí y que jamás conocería. Era mejor persona que yo o que mamá, mejor que Rob o Daniel, mejor que Raúl... Jamás alguien podría ocupar el lugar que dejó él dentro de nosotras, y eso, por mucho que nos doliese, era algo que jamás nadie nos haría cambiar de opinión.

Él y mamá fueron quienes me enseñaron a amar, me enseñaron a ver el lado más hermoso del mundo y de la vida, ellos hicieron que ahora fuese la persona que era. Mi padre me enseñó lo que era la bondad y el perdón mientras que mi madre me enseñó lo que era el dolor y me enseñó a afrontarlo y a ser fuerte pasase lo que pasase.

Y de pronto caí en la cuenta de que fue mi madre quien hizo posible que superase la muerte de mi padre. No fue él, fue ella. Gracias a ella pasé de página, porque me enseñó lo que es el coraje. Me enseñó que todas las cosas tienen un final, y que eso no debía de entristecerme, gracias a ella aprendí que el hecho de que algo acabase solamente implicaba que algo nuevo iba a comenzar.

De pronto me di cuenta de que nada de aquello sería posible sin ella. No había sido por Raúl, había sido porque mi madre estaba conmigo. Sin ella no hubiese sido capaz de afrontar la muerte de mi padre. No sería capaz de hablar de él, igual que Daniel no era capaz de hablar de su madre. No hubiese sido capaz de volver a la granja; jamás hubiese sido capaz de afrontar todo aquello.

-¿Qué? -preguntó al darse cuenta de que no apartaba la mirada de ella.

-Me he pasado los últimos cuatro años reprochándote el hecho de que no superases lo de papá, y acabo de darme cuenta de que yo jamás lo hubiese conseguido de no ser por ti. Has luchado toda tu vida por mí. Y probablemente ninguna de las dos estaría ahora aquí de no ser por todo lo que has hecho por mí.

-Tu padre era la persona más importante de mi vida hasta que naciste. Me ayudó en mis peores momentos, y aunque no lo entiendas, jamás lograré superar su pérdida, jamás superaré el haber perdido a la persona que amaba, a mi otra mitad. Pero a pesar de todo, siempre he intentado que eso no te afectase. Nunca superaré perder a tu padre, pero en el momento en que murió me prometí que eso no te afectaría. Desde que naciste mi mayor prioridad en la vida ha sido protegerte, con toda mi alma, me prometí que nunca te abandonaría, que siempre estaría a tu lado pasase lo que pasase. Te pido perdón por no haber podido hacer frente a todo lo relacionado con tu padre, a su muerte, su familia, Houston... pero siempre he intentado que ello no te afectase. Quería ser una buena madre.

-Lo sé, y lo has sido, lo eres. He tenido la mayor de las suertes en lo referente a padres. No querría cambiar nada de papá ni de ti. Nadie podría haberme hecho más feliz que vosotros dos.

-Gracias, gracias -me abrazó con fuerza y comenzó a llorar en mi hombro. La abracé con fuerzas y dejé que llorase. Durante aquellos diecisiete años había llorado infinitas de veces y ella siempre había estado para abrazarme; aquel era el momento de hacer lo mismo por ella.

Pensaba decirle que lo sabía todo. Que sabía todo lo de Richard y todo lo ocurrido con mis abuelos. Pero ¿para qué? Mi madre me lo había ocultado durante todos aquellos años, quería mantenerlo en secreto, y no tenía por qué enterarse de que ya lo sabía todo.

Sabía la verdad. Sabía todo lo que sufrió por estar con la persona a la que amaba, y por fin entendía por qué nunca había ni jamás conocería a mis abuelos. Descubrí todo lo que hizo por amor y deseé profundamente llegar a amar un día a Daniel tanto como amaba mi madre a mi padre.

Aquel día mi madre, sin siquiera darse cuenta, me enseñó la lección más importante de mi vida: me enseñó que el amor conlleva sacrificio. Me enseñó que, cuando amas a alguien tanto como se amaban ellos, uno simplemente está dispuesto a sacrificarlo todo, y sabe que la otra persona lo está también.



El amor conlleva sacrificioWhere stories live. Discover now