Capítulo 5.

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—Ari, bebé, despierta —Me susurran cerca de la oreja, pero lo ignoro y trato de seguir durmiendo —Ariana, llegaremos tarde al trabajo... —Vuelven a murmurar un poco más fuerte, pero aún estoy demasiado agotada como para responder. Y mejor, escondo más mi cabeza en la almohada —¡Ariana! ¡Despierta maldicion! —Abro los ojos, sorprendida por el grito que recibí. Y me siento en la cama.

—Alex, ¿Qué hora es? —Le preguntó aún adormilada.

—Las ocho. Ve a ducharte anda —Asiento y a regañadientes me levanto de la cama —Tenemos una plática pendiente —Me dice serio, y vuelvo a mover la cabeza en afirmación. Cuando pasó aún lado de él, me doy cuenta que ya está bañado y con el uniforme limpio, lo más seguro es que lo haya lavado y puesto en la secadora antes de yo despertar. Pero no le doy mucha importancia, Alex tiene la libertad de hacer eso y más, a fin de cuentas es como mi hermano.

Después de diez minutos, salgo del baño, me pongo el uniforme correspondiente y cepillo mi cabello. Salgo y me aproximo a la habitación de mi mamá, por los ruidos que se escuchan, sé que también está mi amigo.

Cuando entro, me llevo la grata sorpresa de ver a mi mamá desayunando ya, un cóctel de frutas, con un vaso de jugo de naranja, no hace falta preguntar, sé que mi amigo lo ha preparado y ha sido tan amable de traérselo a la cama. Le sonrió en forma de agradecimiento y él me regresa el gesto.

—Alex, me permites hablar un minuto con mi mamá —Hablo, él frunce el ceño, pero no dice nada. Segundos después abandona la habitación.

Me siento en la cama, enfrente de mi madre —¿Qué pasa, hija? —Me interroga, con un atisbo de preocupación.

Suspiro, preparándome mentalmente para iniciar —Como sabes, en algunos días, tendrás tu primera quimioterapia... —Digo despacio, atenta a su reacción.

—Lo sé —, me contesta impasible.

—Tengo que reunir el suficiente dinero, para que eso pueda suceder —Ella frunce el ceño, y todo rastro de felicidad que había en su mirada, desaparece poco a poco —Ayer me enteré, que en el bar, estaban contratando camareras —Le explico —Hable con mis jefes, y me dieron el trabajo —Finalizó temerosa.

—No puedo permitir eso, hija —Comenta triste —, Demasiado haces, estando todo el día en el restaurante, como para qué ahora te quedes la mitad de la madrugada —Se opone —No se, la quimioterapia podría esperar, hay que cambiar la cita, ¡no se! Quizá tan bien podamos hablar con el médico, él nos tiene que entender... Nos puede esperar con el dinero —Opina desesperada por encontrar una solución.

Niego con la cabeza —Mami, no podemos atrasar más el tratamiento, me urge que estés bien —Le sonrió tristemente —No hay ningún sacrificio que no haría, con tal que tú, te mejores.

—¿Pero cuándo vas a descansar? ¿Cómo te vas a regresar? ¿Con quién vas a estar? ¿Y si alguien trata de sobrepasarse contigo? —Me bombardea de preguntas, angustiada.

Yo sonrío con tal de tranquilizarla —Una compañera se ha ofrecido a traerme diario —Miento —Y por eso no te preocupes, hay guardias de seguridad que están al tanto, todo el tiempo —Y eso, no es mentira.

—No quiero que trabajes tanto... Si así apenas te veía, ahora menos estaré contigo —Manifiesta triste.

Hago un pequeño puchero —Lo sé, pero será por un bien, ya cuando tenga el tiempo suficiente, quizá pueda descansar de los dos trabajos y pasar más tiempo contigo, ¿Te parece? —Asintió, un poco más tranquila —Nos vemos, cuídate, cualquier cosa me llamas por teléfono, te quiero —Le doy un beso en la frente y salgo.

Te odio, mi amor.Where stories live. Discover now