Capítulo 18.

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¿Han sentido esa emoción cuándo alguien qué te gusta, te besa?

Lo que siento cuando nuestros labios, se unen, con certeza puedo asegurar qué nunca lo había sentido.

Y no, no me gusta, claro que es atractivo, demasiado para él propio bien de muchas mujeres. Pero el hecho de qué uno de los hombres mas ricos de la ciudad, bese a alguien de mi clase, hace qué me sienta un poquito especial.

Digo poquito, por qué eso desaparece en cuánto él abre la boca.

Cuándo la respiración nos empieza a faltar, él se retira de mi, pero no aparta sus brazos de mi cintura. Yo intento ver cualquier cosa, y mantener lejos la mirada de Aaron, algo un poco fácil, ya qué solo veo su pecho, gracias a mi altura.

—Yo creo qué lo mejor es que me vaya al restaurante... —Le digo bajito aún sin tener las agallas suficientes para elevar la mirada.

Resopla —Entra a comer con nosotros, Ariana.

Narra Aaron.

La observo queriendo hacerse pequeñita, y desaparecer de entre mis brazos. Se a la perfección lo incomoda que se encuentra, pero no me importa, me agrada tenerla así.

Corrección: me agrada ocasionar su malestar.

Con dos dedos de mi mano derecha, y con la otra aún sujetándola fuertemente, levantó su barbilla, y vuelvo a plantar mis labios en los de ella, pero esta vez con suavidad.

¿Porqué lo hice? Ni yo mismo lo sé.

En cuanto me separo de ella, no le digo nada más y entro al lugar. Sé que ella me sigue.

Veo a mi sobrina, sentada en una de las mesas del fondo, viendo hacia la puerta, esperando nuestra entrada, cuándo me ve sonríe y levanta su pequeña mano.

Cuándo llego, me siento a su lado, y a continuación Ariana, hace lo mismo.

Quedando Ariana, junto a Alana, y yo frente a ellas.

Un mesero nos entrega rápidamente el menú, me encargo de pedir por los tres.

Por supuesto Alana, protesto, pero hice lo que mejor se hacer: ignorar.

Pocos minutos después entregan los platillos correspondientes.

Me dispongo a empezar a probar mi comida, pero me interrumpe el timbre de llamada de mi celular.

Sacó mi iPhone 6 del bolsillo de mi pantalón, y veo el nombre de Marian, mi hermana, con ése estúpido emoji de corazón que ella misma puso.

—¿Qué? —Contestó.

—¿Qué manera es esa de responderme? A tus putas contestales cómo quieras, pero a mí, me contestas de buen modo y con cariño, ¿Esta claro? —Solo gruño en respuesta —Ahora vuelve a marcarme y contestame cómo se debe —A continuación escucho el sonido, indicándome que la llamada acaba fe finalizar.

Dios, dame paciencia.

Vuelvo a marcar su número, y me contesta de inmediato al primer timbre —¿Si? —Se qué está ahogando las ganas de reírse.

Vuelco los ojos, exasperado —¿Qué quieres? —Le pregunto ya irritado —Hermanita —Trato de reponer mi metida de pata.

Suelta una prolongada risa —¿En dónde están? Llegue a tu departamento y el viejo Cristóbal, me dijo que salieron.

—Traje a la niña a qué engullera algo —Le cuento.

—¿Donde están? ¡Me estoy muriendo de hambre, lo juro! —Vuelco los ojos y cuelgo, no sin antes decirle nuestra ubicación.

Te odio, mi amor.Where stories live. Discover now